Filomena, un año después: "Fue la noche más angustiosa de mi vida, parecía que no llegaba a nada"


Los distintos servicios de emergencia cuentan como vivieron esa borrasca extraordinaria
La peor borrasca en años dejó tres fallecidos, 27.000 abonados sin luz, 1.500 rescates y 657 carreteras cortadas
Cientos de vehículos quedaron varados en la carretera sin que los serveicios de emergencia pudieran hacer nada hasta varios días después
"Lo recuerdo como la noche más angustiosa de mi vida. Llevo 29 años trabajando en Protección Civil, he vivido atentados, situaciones tremendas, pero Filomena fue algo inabarcable. La angustia de no poder llegar, de no poder rescatar a la gente, una llamada tras otra y sin parar de nevar", cuenta Andrés Horcajo Gómez, Jefe de Operaciones de Protección Civil de la Comunidad de Madrid.
Todos recordamos esos días, en medio de la tercera ola de la pandemia, el 7 de enero de 2020 se produjo la primera nevada, y continuó nevando durante treinta horas ininterrumpidas hasta el 9 de enero. La zona de Madrid registró acumulaciones de nieve de hasta 60 cm en 30 horas, lo que supuso la nevada más intensa desde 1971.
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"Un trasplante programado, un órgano preparado y la paciente aislada por la nieve"
Las intensas y extensas nevadas que generó la borrasca Filomena fueron históricas y extraordinarias alcanzando espesores récords en muchas zonas de la Península. Su impacto fue extraordinario. Tras su paso, una ola de frío muy intensa afectó a grandes zonas peninsulares agudizando y prolongando sus efectos tres semanas más. Esto provocó que los colegios de Madrid cerraran y los estudiantes estuvieran en casa hasta el 20 de enero. Además, el servicio de recogida de basuras le fue imposible acceder a quitar los residuos. Madrid estuvo seis días acumulando basura en las calles, incluso las ratas se hicieron fuertes en algunas plazas de la capital.
"Parece que no pasaban las horas. La gente llamaba y llamaba, todo era urgente, y no es que no fueran a ayudarles es que no llegaban. Cuando salían para hacer un aviso se encontraban con cien problemas en el camino. Recorrer 10 kilómetros era una hora. Era imposible y aun así hicimos mucho, el resultado fue satisfactorio. 50 horas trabajando sin parar", cuenta Horcajo.

Lo más duro que recuerda el Jefe de Operaciones de Protección Civil fue cuando recibió la llamada del Hospital Puerta de Hierro de Madrid. Había un donante preparado, un trasplante programado. El órgano había llegado, pero la paciente estaba incomunicada y no podía salir de su casa. Era cuestión de vida o muerte. "Mandamos a un equipo que tardó tres horas en llegar al hospital con la paciente. Y llegó y se pudo realizar el trasplante de riñón con éxito. Esas cosas te hacían sentir mejor, pero enseguida la cosa se volvía a complicar".
Al salir de allí los compañeros tenían que ir a Aranjuez a otro rescate y no pudieron llegar se quedaron atrapados en la carreta. Había tanta nieve que no vieron la zanja. Otro rato malo, había que mandar una quitanieves a por ellos…. "No pasó nada, pero un problema encadenaba otros tantos. Me gustaría verlo ahora desde arriba".
"A las 8 de la mañana del sábado, recibí una llamada. El vecino de una señora de una urbanización de la sierra madrileña había fallecido. Era imposible acceder. Tuvimos que mandar la quitanieves, el todoterreno para que el coche de la funeraria pudiera llegar y llevarse el cuerpo".
15 horas atrapados
"Yo decía, ¿qué más puede pasar?" Y pasó, pasó de todo. Padres atrapados con sus hijos en los coches bajo cero, señores mayores tiritando de frío pasando la noche en sus vehículos, urbanizaciones enterar cercadas por ramas donde era imposible entrar o salir. Había gente que necesitaba medicinas, comida. Nos llamaron de un hotel de Getafe. Se habían presentado 150 personas que habían llegado caminando por la carretera abandonado sus coches y no tenían comida para darles. Conseguimos llegar con cajas de comida. Los supermercados se portaron increíble. Llegabas y arrasabas. Repartimos más de 1.500 mantas. Fueron dos noches tremendas. Todos los equipos lo dieron todo, había que ayudar a la gente y lo hicimos.

Ángel Moreno, bombero de la Comunidad de Madrid explica que fue algo completamente excepcional. Al principio pensaron, "va a nevar, pero no será para tanto". Y fue para tanto y más. “Entré a trabajar el viernes y no salí hasta el lunes. Había compañeros que no podían hacer relevo, otros que vinieron sin tener que trabajar para ayudar. Bomberos que llegaron esquiando tras dos horas de travesía por las calles de Madrid. Fue increíble. "Me lo cuentas y no me lo creo".
"Todo empezó con alguna llamada para quitar una rama o algún cartel caído, pero pasaban las horas y la cosa empeoraba. Entonces pasamos a rescatar a personas atrapadas durante horas en sus coches. Nunca habíamos vivido una situación así, ninguno, íbamos aprendiendo sobre la marcha. A llevar el camión de bomberos por la nieve. Miles de veces se quedó atrapado. Teníamos que llegar a los sitios a pie, con la nieve por la cintura. Había una familia que había pasado la noche en el coche con tres hijos, no tenían ni comida, ni pañales no podíamos llegar a ellos. Al final lo conseguimos y les llevamos al parque de Bomberos para que se calentaran y comieran algo, estaban calados porque habían intentado salir del coche en mitad de la tormenta", dice Moreno.

En la Moraleja rescataron a un hombre que le había dado un ictus. Caminando y cortando ramas con la motosierra conseguimos llegar a la casa y sacar al hombre hasta donde estaba un todoterreno que le llevó al hospital. "La verdad es que mucha gente anónima se prestó a ayudar. Expertos y propietarios de todoterrenos se presentaban allí a echar una mano. Salvamos vidas...pero aún quedaba lo peor".
Un parto en la mitad de Filomena
Miguel Higueras, jefe del operativo del cuerpo de Agentes Forestales de la Comunidad de Madrid hicieron un trabajo importante. Es la policía medioambiental, la que da apoyo técnico y emergencias en fenómenos adversos y Filomena lo era. "Estoy orgullosos de lo que hicimos. Pasamos de la angustia de las primeras horas a convertirlo en un reto. Cada persona que ayudabas te sentías mejor, querías más", cuenta.
Los agentes forestales de la Comunidad de Madrid están sobretodo en los pueblos pequeños donde no hay sanitarios o policía social. Tienen una amplia movilidad, cuentan con coches 4x4 y se conocen las carreteras al dedillo. "Por eso éramos imprescindibles". Higueras recuerda con mucho cariño cuando recibieron la llamada de una fundación de enfermos de diálisis. Llevaban casi dos días sin recibir tratamiento, ancianos, personas con movilidad reducida que no podían salir de casa, era una cuestión de salvares la vida. Se organizó todo un dispositivo para ir a recoger a esas personas y poderlos llevar al Hospital de Villalba donde iban a recibir la diálisis. "Cuando llegaban al hospital su sonrisa era gigante. Nos mandaron una carta de agradecimiento... eso no lo olvidaremos nunca".
Además, Higueras gestionó uno de los cuatro partos que se atendieron esos días por parte de Protección Civil. Una mujer sola en su casa, asilada por la nieve, con contracciones que rompe la bolsa. Se puso muy nerviosa y eso hizo todavía más complicado llevarlo a cabo. "Cuando llegamos estaba a punto de dar a luz. Había que llegar al hospital como fuera. Atravesamos las calles mientras mi compañera hablaba con ella, la calmaba, la decía 'tranquila que llegamos, al bebe no le va a pasar nada'. Fue una situación complicada pero hubo conexión entre ellas y la mujer se empezó a calmar. Así conseguimos retener el parto hasta que entró por la puerta del hospital. Luego ya fue cuestión de minutos. Todos salió bien".
El auto rescate de los rescatadores
Esos días dejaron mil y una historia. Valdemoro habilitó un polideportivo para toda las personas que se habían quedado tiradas en la mitad de la carretera con lo puesto. Pero allí no había ni mantas ni comida ni medicinas. Cruz Roja y Carrefour tenían el material el problema era llegar hasta Valdemoro y dárselo a todos ellos.
Higueras organizó varios coches para que hicieran el traslado pero la situación se complicó. Los propios rescatadores se quedaron atrapados. Parecía imposible salir de allí, pero tiraron de imaginación y de todas las herramientas con las que cuenta el equipo de agentes forestales; palas, poleas, cuerdas y sobretodo fuerza y tesón y lo lograron. Se auto rescataron y pudieron llegar a distribuir todo lo necesario a todas esas personas. "Para mi era una victoria tras otra. De verdad que todos los equipo hicieron más de lo que se les pedía. Funcionó el dispositivo a pesar de tenerlo todo en contra", dice el jefe del operativo.
Y todo se congeló
Después de 30 horas nevando sin parar llegó la helada. Y todo se congeló. Lo que parecía intransitable se convirtió en una trampa mortal. Las carreteras heladas, las escaleras, los parques, las calles todo. Era demasiado peligroso moverse. Ahí empezó la segunda agonía de los servicios de emergencia. "Teníamos que llevar hasta las vacunas contra la covid. Había algunas que caducaban y había que ponerlas. Todo estaba paralizado, todo lo que te puedas imaginar", dice Moreno.
Había muchas personas que no podían salir y que no tenían comida. Ha sido la peor borrasca en años. Dejó tres fallecidos, 27.000 abonados sin luz y 1.500 rescates. Se pidió no viajar, aplazar todos los trayectos que no fueran inevitables y extremar la precaución, sobre todo en el interior del país, barrido por el episodio más intenso que ha sufrido España en medio siglo. La gran borrasca dejó a la capital incomunicada por los 44 litros de nieve por metro cuadrado acumulados en unas horas. En total, 657 carreteras, con casi 20.000 kilómetros de la red nacional, se vieron cortadas o afectadas por las tremendas nevadas. Los colegios y centros escolares se cerraron hasta el 20 de enero. Las calles madrileñas estuvieron seis días acumulando basura porque fue imposible recogerla por la nieve y el hielo.

Los servicios de emergencias del 112 ayudaron en 2.300 incidentes de tráfico y 277 accidentes. El Ejército proporcionó mantas y comida. Las vías más afectadas fueron la A-3, la A-4, la A-5, la M-30 y la M-40. A las cinco de la tarde de este excepcional 9 de enero, el temporal comenzó a amainar. A esa hora, Filomena dio una tregua a Madrid y marcó un punto de inflexión: concluyó el rescate de todos los conductores.
Durante la jornada, los bomberos del Ayuntamiento acudieron con todoterreno a socorrer a los vehículos privados y a los conductores de la Empresa Municipal de Transportes que se vieron acorralados por la borrasca. Solo hasta primera hora de la tarde del sábado, realizaron 730 actuaciones. El Ayuntamiento habilitó 300 plazas de hotel para que los afectados pudieran descansar en caliente mientras se resolvía la situación. Desde Samur Protección Civil atendieron las situaciones médicas urgentes como infartos y cuatro partos. Una de ellas dio a luz a su hija en su coche.