Enrique y Meghan se llevan todos los muebles de su casa de Windsor

Cargan en un camión el resto de las pertenencias que les quedaban en Frogmore Cottage en una mudanza nocturna
Han entregado las llaves a su prima, la princesa Eugenia, aunque seguirá siendo su residencia oficial en Inglaterra
Los Duques de Sussex se han instalado definitivamente en una mansión californiana que les costó doce millones de euros
Era lo último que les quedaba en Inglaterra. Los muebles. El príncipe Enrique y Meghan se han llevado los sofás, los armarios, las mesas, las sillas y todas las pertenencias que les quedaban en su casa de Windsor, en Frogmore Cottage. Y los han transportado a la nueva mansión que han comprado en California por 12,4 millones de euros. Según el diario ‘The Sun’, la mudanza se produjo entrada la noche, en un intento de pasar lo más desapercibida posible.
Enrique y Meghan han entregado las llaves de la casa a la princesa Eugenia y a su marido Jake Brooksbank, que están esperando su primer bebé. No ha trascendido si deberán pagar alquiler o no. Frogmore Cottage llevaba ocho meses deshabitada, desde que se marcharon del país. Se apunta que estaban pagando 20.000 euros mensuales por su mantenimiento. Se trata de un edificio protegido construido en 1801 y con cinco habitaciones. Fue el regalo de boda de la reina Isabel II.
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Está a apenas un kilómetro y medio del castillo de Windsor, donde se encuentra confinada la reina con su marido desde el principio de la pandemia. En la capilla del castillo de Windsor, en la capilla de San Jorge, es donde se casaron Enrique y Meghan por todo lo alto el 19 de mayo de 2018. La boda levantó una expectación sin precedentes en el mundo entero. Entonces eran la pareja de moda y se hablaba de Meghan como la nueva Diana, la más querida por el pueblo. Nadie se imaginaba que se acabarían marchándose del país.
Una polémica y millonaria reforma
La casa es perfecta para la princesa Eugenia ya que sus padres, Sarah Ferguson y el príncipe Andrés, viven muy cerca. Siguen viviendo juntos pese a divorciarse en 1996. Aunque Andrés está caído en desgracia, apartado de la Casa Real por su presunta implicación en la red de pederastia del difunto Jeffrey Epstein. Los Duques de Sussex pagaron una polémica reforma interior que les costó 2,7 millones de euros y fue sufragada con dinero público. Cambiaron los baños, la cocina y los techos e instalaron un nuevo sistema eléctrico y de calefacción.
Tras el alboroto que provocó la financiación de la casa y tras anunciar que se marchaban del país, devolvieron el dinero a los contribuyentes. La reforma se llevó a cabo el año pasado, con prisas. Los albañiles trabajaron veinticuatro horas al día durante seis meses para tenerla lista lo antes posible. Cuando terminó la reforma, ya habían decidido que se marchaban y apenas pudieron disfrutarla unos meses.
Los muebles han sido transportados a la lujosa mansión con nueve habitaciones y dieciséis baños, pista de tenis y piscina, que compraron en la zona de Montecito, bajo el sol de Santa Bárbara. Nada que ver con el clima lluvioso y gris de Inglaterra. La mansión tiene mil cuatrocientos metros cuadrados y fue comprada a un oligarca ruso acusado de estafa en su país. Aquí es donde Meghan y Enrique han decidido empezar su nueva vida tras unos meses viviendo en Toronto.
Litigios con la prensa
Tras llevarse el camión de la mudanza los muebles, ya no les queda nada en Inglaterra. Su vida ha cambiado radicalmente desde que en enero anunciaron que renunciaban a sus funciones y se marchaban a vivir a Norteamérica. El anuncio cogió por sorpresa a Buckingham Palace. Desde hacía tiempo que Meghan no se sentía cómoda con el trato que recibía de la prensa. Y Enrique estaba molesto porque consideraba que desde palacio no la defendían con suficiente contundencia.
La tensión con la prensa y su afán por proteger su privacidad se incrementaron considerablemente tras el nacimiento de Archie en mayo de 2019. Prueba de ello es que anunciaron que Meghan estaba de parto cuarenta y ocho horas después de haber dado a luz. Enrique y Meghan tienen litigios abiertos con múltiples diarios sensacionalistas ingleses por acoso y publicación de noticias falsas.
Tras el anuncio de Enrique, la reina, muy enfadada, convocó una reunión de urgencia en su residencia de Sandringham con los tres herederos directos (Guillermo, Carlos y Enrique) para negociar los términos de la separación. Acordaron que seguirían cumpliendo con sus funciones a tiempo parcial, que dejarían de cobrar el sueldo real asignado y devolverían el dinero de la reforma de su casa de Windsor.
La marca Sussex
En aquel cónclave familiar también se acordó que perderían el trato de “Su alteza real” y que debían eliminar el término ‘Royals’ (realeza) de su página web, aunque mantuvieron los títulos de príncipes y de Duques de Sussex. En un comunicado, Enrique dijo que, pese a que no tenían ninguna obligación legal para retirar la marca ‘Royals’ de su web, habían decidido hacerlo de forma voluntaria. Este comentario contenía un cierto rencor hacia la casa real.
Conservaron la marca Sussex y a través de ella han firmado un suculento contrato con la firma Harry Walker para dar conferencias de alto standing, según Los Ángeles Times, por las que podrían percibir un millón de euros por ponencia. Es la misma firma que tiene contratados a los Obama y a los Clinton. Tratarán temas como el racismo, la igualdad de género, la salud mental o el medioambiente, temas con los que están muy comprometidos.
También, siguiendo la estela de los Obama, acaban de firmar un contrato millonario (algunos dicen que de más de cien millones de euros) con Netflix para producir series, documentales, largometrajes y programación para niños. Se ha señalado que podrían aparecer en cámara en algunos de estos proyectos, aunque Meghan ya ha dejado claro que no quiere volver a trabajar como actriz.
Distanciamiento de Guillermo
El 9 de marzo fue su último compromiso oficial. Asistieron a la misa del Día de la Commonwealth en la iglesia de Westminster, donde había sido coronada la reina Isabel II en 1953, donde se casaron Guillermo y Kate Middleton en 2011 y donde había enterrados hasta dieciséis monarcas ingleses desde Eduardo el Confesor en 1066. Fue la primera vez que se pudieron ver juntos a todos los miembros de la casa real desde el anuncio de Enrique en enero. Y sería la última. Estaban la reina y los príncipes Carlos, Guillermo y Enrique, con sus respectivas esposas y maridos.
También fue la última vez que se vio juntos públicamente a los dos hermanos que, por aquel entonces, ya era sabido que estaban enfrentados. Se culpa a la actriz de ‘Suits’ de haberlos desunido. Fue también el último baño de masas que se dieron Meghan y Enrique, que sigue siendo el sexto en la línea de sucesión del trono británico. Allá volvieron a sentir que, pese a todo, eran los más queridos por la gente.
Unos días más tarde cesaron de sus funciones y se marcharon definitivamente, primero a Canadá y después a Estados Unidos. Poco a poco se han ido desprendiendo de cualquier atadura con su encorsetada vida pasada. El traslado de los muebles de Frogmore Cottage es una clara señal de que el viaje que han emprendido no tiene marcha atrás. Siguen conservando, eso sí, la casa como su residencia oficial en Reino Unido para cuando vengan de visita. Entonces serán los invitados de su prima Eugenia.