El acoso vecinal silencioso: cuando a tu vecino le molesta hasta el ruido de un cajón

Una familia de Barcelona se decide a denunciar a sus vecinos porque se quejan de cualquier ruido que hacen
Paraje idílico. Una casa en las afueras, en Castellfedels, vistas extraordinarias y silencio imperial. El matrimonio Benítez se trasladó hace 16 años a vivir en plena naturaleza y a pocos minutos de la playa para ganar en calidad de vida. Compraron una casa adosada. Recuerda Goyo Benítez que cuando conoció a sus vecinos le dijeron: "Espero que nos llevemos bien porque con los antiguos propietarios no teníamos ningún tipo de relación". Desde entonces, Goyo, su mujer y sus dos hijos que ahora tienen 12 y 16 años han sufrido, explican, un acoso silencioso que todavía perdura. "Quejas de todo tipo, por llevar tacones, por abrir cajones, por hacer comidas en el jardín, por cerrar las puertas de las habitaciones", cuentan.
Mi familia y yo somos víctimas del acoso y la intimidación vecinal por parte de un matrimonio, que vive en un adosado contiguo. Desde hace muchos años. No siempre a diario. A veces la presión sólo se da cada cierto número de meses. Otras veces se repite durante días seguidos (1)
— Goyo Benítez (@goyobenitez) January 29, 2020
Goyo, compañero y periodista de Onda Cero, se ha decidido ahora a denunciar públicamente su situación porque cree "que se ha cruzado la línea, han intimidado a mi hijo, un menor". Según su relato, el joven que es ciclista de competición, estaba entrenado en un rodillo en el garaje de su casa. El matrimonio "aporreó la puerta del aparcamiento asustando a mi hijo". Y ahí Goyo ha dicho basta. Ha hablado con abogados y actuarán en consecuencia. Marta Legarreta, abogada especialista en temas inmobiliarios cree en estos casos el grave problema es "poder demostrar todo lo que está pasando, la carga de la prueba"
Dice que lleva años sufriendo acoso silencioso, que "por pudor" no habían contado nada a sus amigos: "Tengo protectores de cajones por toda la casa, les molesta que abramos un cajón". "Nunca he denunciado", cuenta, "he aguantado por mis hijos, para no romperles la rutina de la felicidad".
"Hemos tenido problemas para celebrar los cumpleaños de mis hijos, son niños". Goyo dice que tienen dos hijos que "nunca han tenido rabietas ni comportamientos anormales" y que los ruidos son fruto "de la vida". La familia asegura que hace 10 años que no invitan a cenar a sus amigos a la terraza "porque queremos evitar problemas".
"La vía de diálogo está agotada, lo he hecho público por eso de vencer el pudor", ha añadido. La familia reconoce que se ha ido amoldando y condicionando a la situación. "Tenemos una gata que tiene una pelota de cascabel, cada noche cojo la pelota y la subo a un mueble para evitar que la gata la coja y la haga sonar", dicen.
Viven en una casa, pero aún así se filtran los ruidos. Ruidos que para Goyo forman parte de la vida y la convivencia pero que para sus vecinos "son muy grandes y molestos". Habla Jordi, el vecino de la discordia. Nos atiende al teléfono. Confiesa que sí, que golpearon tres veces la puerta del garaje, y que "mi mujer reconoce que debería haber picado al timbre". Se refiere al incidente con su hijo en el garaje. Niega "absolutamente el acoso e intimidación vecinal", así como que "se impidan celebraciones, se intimide al hijo o se rompa la rutina".
"Las persianas se deben bajar poco a poco"
Jordi cree que sus vecinos hacen mucho ruido: "Nunca habíamos visto a vecinos que hagan tanto ruido como ellos". Cuando le preguntamos a que se refiere, nos habla del ruido de los niños en casa: "De pequeños pensábamos que no tenían juguetes porque siempre estaban corriendo y subiendo bajando las escaleras".
A Jordi le molestaba el abrir y cerrar del armario del baño ("ahora ya está solucionado") y los tacones de la mujer de Goyo cuando se va a trabajar: "Lo que importa son las ganas de no molestar". El vecino defiende que las "persianas se deben bajar poco a poco para no hacer ruido" igual que la puerta de la calle. "Yo la cierro poco a poco para no molestar", cuenta.
El vecino de Goyo también ha hecho referencia al tipo de construcción de las casas: "No están bien insonorizadas", algo que comparte Goyo también. El problema va más allá, al final esto no se trata de un caso aislado. Muchos de los vecinos que supuestamente sufren acoso, han optado por marcharse de la casa donde vivían".
La gente acaba marchando de sus casas
Las comunidades de vecinos están llenas de casos como el Goyo y su familia. Unos casos van a juicio, otros no. Muchos acaban yéndose: "Cuando no puede solventar problemas de convivencia, la solución más eficiente y práctica esté en cambiarse de casa", señala la abogada Marta Legarreta.
"El problema que hay en esto casos es que tú debes demostrar que lo que dices es cierto", explica Legarreta. De hecho, la letrada lleva el caso de una familia que les ha propuesto poner cámaras ocultas en la puerta de casa para grabar cualquier actitud que pueda constituir una prueba relevante.
"Si consigues la prueba, el desenlace puede ser tanto a nivel penal como a nivel civil reclamando una indemnización por daños y perjuicios", concluye Legarreta. Veremos como acabará el caso de Goyo.