La subida de precios aumenta las 'colas del hambre': "Hay veces que es imposible comer tres veces al día"


Ana, nombre ficticio, cuenta cómo por primera vez ha pasado a pedir comida en los comedores sociales: "Cada mes comienza con una deuda"
También se está produciendo un descenso del número de donaciones de alimentos comparado con los primeros meses del año
Cada vez son más unidades familiares, o personas sin redes de apoyo y no personas sin hogar las que acuden a las ONG
Ana es un nombre ficticio, ella prefiere no decir su nombre. Tiene 60 años y mucho amor propio, pero ha llegado el momento de asumir la realidad y ver que no llega a fin de mes. Cobra 380 euros y vive en un piso compartido con otras tres personas. "Hay veces que es imposible comer tres veces al día, no tengo nada en mi estante de la nevera. Cada mes comienza con una deuda. No puedo expresar con palabras el impacto que eso tiene en mí", asegura Ana que agradece que uno de sus compañeros de piso a veces compra comida y la comparte con ella. "Gracias a eso me mantengo, pero por primera vez en mi vida he tenido que ir a Cáritas a solicitar comida en un comedor social".
Ana jamás se imagino que ella pudiera estar en esta situación. Vivía en Benidorm y trabajaba con su hermano en la construcción, tenían pisos y muy buena situación económica pero las sucesivas crisis y el declive inmobiliario lo echó todo por tierra. No había trabajo, empezaron a vender los pisos y fueron sobreviviendo hasta hace un año y medio cuando Ana terminó compartiendo piso con 60 años.
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El de Ana no es un caso aislado. Los bancos de alimentos y las ONG de varias ciudades españolas alertan de que la demanda de alimentos por parte de personas necesitadas está creciendo de nuevo, una vez superada la pandemia, y después de que los precios se hayan disparado casi un 14 % en el último año. En el caso del aceite, los huevos, la leche y el pollo alcancen o superan el 20 %.
"No me da vergüenza ponerme en la cola para que me den comida. No estoy robando a nadie, es que no puedo comprarla. Lo digo con la boca pequeña, si me lo dicen hace unos años me hubiera reído, ahora creo que le puede pasar a cualquiera, la vida te da un golpe y a veces no puedes recuperarte y terminas así", cuenta Ana.
Cambia el perfil del demandante de comida
Por ejemplo, en Murcia, el encarecimiento de la cesta de la compra y los productos básicos de alimentación ha modificado el perfil de quien acude por primera vez en busca de ayuda al comedor social que tiene en el centro de la ciudad la Fundación Jesús Abandonado, según cuenta a NIUS Carlos Belizón Fernández, trabajador social de esta fundación.
Belizón asegura que cada vez son más las unidades familiares, y no personas sin hogar, las que se dirigen a esta organización para pedir comida. "Trabajadores que viven solos y que tienen a la familia fuera en la ciudad de origen. Madres divorciadas con hijos, madres solteras, persona que iban subsistiendo con trabajos esporádicos y ahora se ven abrumados por la subida de todo. De la caída en una situación de exclusión social nadie está exento".
Ana no tiene a nadie que la ayude y ese es otro de los problemas las redes de apoyo, "cuando careces de ellas es más fácil pasar a una situación de vulnerabilidad social. Cuando el trabajo es precario, la subida en los precios pero el salario no varia, sube la luz, el material escolar... cada semana me estoy encontrando con dos o tres personas de este perfil.
En julio y agosto ha aumentado el número de usuarios del comedor social a la vez que se han reducido las donaciones de productos y los donativos económicos.
Menos donaciones
Este es otro de los motivos por los que la situación se está agravando. En algunos casos, se está produciendo un descenso del número de donaciones de alimentos con respecto a los primeros meses del año.
En Madrid, por ejemplo, el Banco de Alimentos empezó a notar, antes del verano, un descenso en las donaciones, que ha terminado traduciéndose en un 40 % menos que en los meses previos al comienzo de la guerra en Ucrania. El número de comidas diarias también aumentó antes del comienzo de la época estival pasando de 186.000 a 187.000 por día en la Comunidad de Madrid.
Las entidades que colaboran con el Banco de Alimentos madrileño también han comunicado el aumento progresivo de gente que se acerca a por raciones diarias porque, como Ana, "no llegan a final de mes". El incremento de los precios también afecta a la compra en origen que realizan este tipo de organizaciones, que ahora deben gastar más dinero para realizar el mismo acopio de alimentos.
"Me encantaría poder salir de este piso, pero la situación es complicada. Durante la pandemia cuidaba a dos señores mayores que fallecieron de covid. En ese momento yo también me contagié y entré en depresión. No he vuelto a encontrar un trabajo. Mi edad no acompaña".
Crecen las colas para pedir comida en Barcelona
En Barcelona también han aumentado las colas en los 17 comedores sociales de la ciudad, que el año pasado repartieron 536.000 comidas a 13.158 personas vulnerables o sin hogar y este verano, en algún caso, han llegado a no dar abasto a pesar de incrementar el número de voluntarios.
Un ejemplo es el del Hospital de Campaña de la parroquia de Santa Anna, que ha pasado de repartir cerca de 7.000 comidas tanto en julio como agosto del año pasado a casi 10.000 en los mismos meses de este año. Con la pandemia normalizada y sin restricciones, la previsión era que el número de usuarios del servicio se reduciría a unos niveles similares a los de 2019, pero ha aumentado por las consecuencias sociales y económicas de la crisis de la covid-19 y de la guerra en Ucrania.
Y el futuro va a más. El pronóstico de las entidades sociales de Barcelona es que 2022 cerrará con más comidas servidas en comedores sociales que en el 2021 porque han aumentado las personas sin hogar que duermen en las calles y porque el aumento de los precios en los mercados está llevando a más familias al comedor social .
Previsiones "complicadas" en Andalucía
En Córdoba, el Banco de Alimentos, que distribuye unos 350.000 kilogramos al mes de productos básicos a entidades sociales que trabajan en toda la ciudad, maneja unas previsiones complicadas para los próximos meses.
La inflación está provocando un aumento significativo de la demanda y, por ello, la entidad ha acumulado alimentos en julio y agosto con la estimación de que el otoño y el invierno se puedan afrontar dando las mejores garantías posibles a las personas más vulnerables.