La coautora del informe sobre la "reacción antifeminista" de los jóvenes: "Les reconforta porque les presenta como víctimas"


El informe de la Fad 'Culpables hasta que se demuestre lo contrario' recoge las opiniones de adolescentes sobre feminismo o violencia machista
"El sentimiento antifeminista en el fondo es una articulación del malestar de algunos jóvnes", señala García Mingo, una de las autoras del estudio
"Los jóvenes varones creen que ellas son las víctimas y que las mujeres son las malas y pueden utilizar la ley a su favor de forma interesada y torticera para hacerles daño y destrozarles la vida"
El sentimiento antifeminista entre los adolescentes no ha parado de crecer desde hace cinco años. Muchos consideran que se les señala con el dedo solo por ser chicos y que han perdido la presunción de inocencia en cuanto a la violencia de género, lo que les ha creado un sentimiento de confusión y negacionismo por el hecho de verse inferiores y vulnerables ante las mujeres. Pero, lo cierto, es que también muchas chicas creen que la desprotección jurídica de los hombres no solo les afecta de forma negativa a ellos, sino también a aquellas que sufren violencia de verdad.
Todas estas sensaciones están recogidas en la investigación cualitativa Culpables hasta que se demuestre lo contrario. Percepciones y discursos de adolescentes españoles sobre masculinidades y violencia de género, elaborada por el Centro Reina Sofía de Fad Juventud. El estudio se realizó entre mayo y diciembre del año pasado a través de entrevistas a adolescentes, de entre 14 y 17 años, y a expertos en género, sexualidades juveniles, masculinidades e intervención.
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NIUS ha hablado con una de las autoras del estudio, Elisa García Mingo, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología y vicedecana de Estudiantes y Participación de la Universidad Complutense de Madrid
P. ¿Por qué cada vez más jóvenes son antifeministas?
R. En estos años el antifeminismo se ha articulado como discurso, con unas ideas claves y con unos mensajes muy sencillos que se han repetido. A todo esto ha contribuido la consolidación de la manosfera en España.
P. ¿La manosfera?
R. Sí, el conglomerado de espacios digitales, de canales de YouTube o de Twitch, que son antifeministas o que son misóginos. Desde la manosfera se articula el antifeminismo. Se hilan ciertas ideas, que parece que van conectadas, de mensajes muy simples que se repiten una y otra vez que hace que los chavales se agarren a ellos porque están en un contexto de mucho malestar, donde hay mucha desesperanza y no hay futuro en una sociedad posmandémica. El antifeminismo de los varones jóvenes les reconforta porque les presenta como auténticas víctimas y mantiene que, si en el pasado las mujeres estaban peor, los que hoy en día están verdaderamente mal son los hombres. Lo que para ellos es muy reconfortante, porque reciben atención, espacios de apoyo donde pueden expresar sus emociones y canalizar su frustración.
P. ¿Los jóvenes varones no cuentan con otros espacios para expresar su malestar?
R. En los dos estudios que hemos hecho, Jóvenes en la 'manosfera' y Culpables hasta que se demuestre lo contrario, hemos visto que no. Según ellos, no suelen hablar con sus familias, ni compartir con sus amigos lo que les pasa, prefieren ir al gimnasio para sacar la frustración o emborracharse o consumir o pensar en el suicidio o la autolesión. Y el sentimiento antifeminista en el fondo es una articulación de este malestar.
P. No solo es un sentimiento antifeminista el que tienen, sino que muchos banalizan o quitan importancia a la violencia de género.
R. Todas las políticas de igualdad del feminismo las deconstruyen. Y una de ellas es decir que la violencia de género no es para tanto, ni un problema público de tanta importancia, sino que es algo del pasado y de otros países. Más que encontrarnos una negación frontal, lo que nos encontramos en una banalización. Incluso algunos de ellos rozan pensamientos preocupantes como que ahora con la ‘ley del solo sí es sí’ ya no hay presunción de inocencia o que a la mínima que hagas los hombres acaban en el calabozo. Todo el tema de las denuncias falsas está muy interiorizado en los varones adolescentes cuando se ha dicho una y otra vez que estas son marginales. Yo siempre digo que hay una rentabilidad emocional en creerse eso porque así no se hacen cargo de conductas violentas suyas o de otros, que no deberían ser permisibles. Cuando las banalizas, en el fondo te quitas la responsabilidad de denunciarlas.
P. Uno de los mensajes más peligrosos es que la víctima también tiene algo de culpa de haber sido agredida.
R. En la cultura de la violación hay una parte fundamental que afirma que ellas se han metido en ella de alguna manera. Eso está presente, pero no tanto como en otros grupos sociales. Lo que está más presente en los jóvenes varones es que ellos son las víctimas y que las mujeres son las malas y pueden utilizar la ley a su favor de forma interesada y torticera para hacerles daño y destrozarles la vida.
P. Pero esta percepción no es solo de los jóvenes, sino de muchos varones adultos.
R. Si, desde luego, es una cuestión adulta. En nuestra anterior investigación trabajamos con jóvenes varones de 18 a 30 años y ahora lo hemos hecho con adolescentes para ver cuánto ha permeado eso en las nuevas generaciones porque existía la idea de que cuanto más joven, más feminista; de que las nuevas generaciones están más comprometidas con la igualdad o de que han sido educadas en hogares donde las mujeres trabajan o hay reparto en las tareas del hogar.
P. Los discursos negacionistas cambian en los adolescentes, sin embargo, según lo cercano que tengan una situación de violencia. Parece que cuando les toca, sí lo reconocen.
R. Esa es la cuestión. Cuando ellos hablan de oídas, de lo que han visto en redes o de lo que les han contado, tienden a sumarse a estos argumentos banalizadores. Algunos de ellos que están más metidos en el consumo antifeminista tienen un discurso más articulado que roza el negacionismo. Pero cuando les preguntamos qué pasaría si les pasara a sus hermanas, a su novia o a su madre, rápidamente se hacen cargo de lo destructiva que es la violencia en la vida cotidiana en las personas que lo experimentan.
P. Lo llamativo también los discursos antifeministas de ellas, como se vio en las residentes del Colegio Mayor Santa Mónica cuando defendían los insultos machistas que los del Elías Ahuja.
R. Todas las creencias sexista las tenemos mujeres y hombres. Es verdad que las mujeres jóvenes son más feministas porque muchas se han dado cuenta de que en su vida cotidiana viven situaciones violentas o desigualdad o que sus madres o sus abuelas vienen de una sociedad más desigual. Eso no quita para que siempre haya un porcentaje de mujeres que están muy alineadas con el antifeminismo, mujeres muy machistas. Y luego hay un grupo de mujeres especialmente antifeminista, especialmente reconocidas por los hombres más misóginos, porque las encumbran, como a las mujeres de Vox, como Macarena Olona, Carla Toscano o Rocío Monasterio, que son muy relevantes porque tienen un rol simbólico muy importante. Los hombres dicen: “Fijaos, si las mujeres nos dan la razón, cómo no la vamos a tener”.
P. El antifeminismo como arma política...
R. Sí, hay ciertos partidos políticos que se están aprovechando del antifeminismo y lo están convirtiendo en parte de su ideario político. Están haciendo una apropiación partidista de estos malestares. Las personas que se alinean con estos partidos de alguna manera también se alinean con ideas nuevas que se han articulado y las repiten de forma aproblemática, acríptica.
P. ¿Qué se puede hacer para luchar contra estos pensamientos antifeministas de los adolescentes?
R. El caldo de cultivo, lo que está en la base de estos movimientos más xenófobos o más misóginos tienen que ver con el malestar, con una alineación estructural de la sociedad. Tenemos que canalizar este malestar de las nuevas generaciones, darles una respuesta como sociedad. Y tenemos que hacer también mejor pedagogía de la igualdad. Por mucho que se repitan frases como “techo de cristal” o “brecha salarial” no se está entendiendo el impacto que tienen en la vida de las personas. Hay que integrar a los hombres, convencerles de lo importante que son ellos para conseguir la igualdad. Ellos son parte fundamental del logro. Y sí creo que ciertas conductas que son misóginas no deberían permitirse. Debe haber mejor regulación y una actitud sancionadora para que no circulen desde algunas plataformas ideas que llegan a ser apología de la violencia sexual o del racismo o de los delitos de odio.