La familia del Paluso consigue que nadie cene solo el 24 de diciembre en Santiago: "Quien prueba, repite"

Desde hace 25 años, tras perder a una hija, un matrimonio organiza un banquete gratuito para que nadie pase las fiestas en soledad
Comenzaron costeando ellos el evento y actualmente se sufraga con certámenes y aportaciones anónimas
En la cena se reúnen personas sin recursos, pero también vecinos o familias que se sienten solos
Chus, Serafín y su hija Soana cenarán esta Nochebuena fuera de casa. Para ellos, no es una novedad. Llevan haciéndolo 25 años. Y nunca solos, sino rodeados de mucha gente. De personas sin recursos, que viven en soledad o que no tienen con quién pasar estas fechas. Ellos son el alma del Paluso, una fiesta que se ha convertido en todo un referente solidario en Santiago de Compostela (A Coruña).
Todo comenzó en el año 1995. Una tragedia familiar, la pérdida de una hija, impulsó a este matrimonio a emprender un banquete navideño multitudinario. “Ver su silla vacía nos hizo sentirnos muy solos”, cuenta Chus Iglesias a NIUS. Pensaron entonces que el restaurante que regentaban en el barrio compostelano de Fontiñas era el lugar idóneo para acoger a personas que, como ellos, sentían la soledad. No les importó el gasto que suponía. Pagaron de su bolsillo la cena de todos aquellos que decidieron sentarse en las mesas de su local en Nochebuena y Navidad. Aquel año prepararon alrededor de 80 menús.
Unas 300 personas se juntan para cenar y cantar villancicos
Pero aquel gesto altruista se convirtió en toda una tradición. Durante quince años las puertas del restaurante Paluso estuvieron abiertas para todos aquellos que querían pasar las fiestas en compañía. Personas sin recursos, que dormían en los cajeros del barrio. También, ancianos que no tenían con quién sentarse a la mesa.
Incluso, familias sin problemas económicos pero con necesidad de compañía. Poco a poco se fueron sumando comensales y también voluntarios. “Hay gente que lleva viniendo 20 años. Gente de todas las clases sociales”, cuenta Chus.
La crisis hizo peligrar el festejo. La familia promotora no podía asumir los 4.000 euros que costaba sufragarlo. Sin embargo, la fiesta ha continuado celebrándose en los últimos años gracias a certámenes solidarios y aportaciones anónimas. Las huchas del Paluso, esparcidas por comercios de toda la ciudad, recaudan desde hace días lo necesario para hacer realidad el evento.
En los últimos años, unas 300 personas han buscado ‘calor’ en la fiesta del Paluso. “Quien prueba, repite. Somos como una gran familia”, cuenta Chus.
El menú de este año: langostinos, navajas, bacalao y jamón asado
El cierre del restaurante Paluso hizo que el banquete se trasladase, como dice Chus, al lugar “donde se celebran todas las fiestas de la ciudad”: a la alameda. Allí han instalado ya una gran carpa con moqueta y mesas para acoger a todos los que deseen presentarse. “Los recibimos en la puerta, les damos la bienvenida y también las gracias por compartir la comida con nosotros”, cuenta.
Junto a Chus, Serafín y su hija hay unos 15 voluntarios que preparan y sirven con esmero un menú en el que no falta detalle. “Este año pondremos tortilla y empanada de aperitivo y, después, mejillones al vapor, langostinos a la plancha y cocidos, navajas, bacalao con coliflor y jamón asado en salsa. ¿Qué te parece? ¡No falta de nada!”, explica Chus con orgullo. Tras la cena, cantarán villancicos y jugarán a las cartas, como es tradición.
Como colofón a una noche mágica, Papá Noel visitará la carpa para repartir regalos en una nueva Nochebuena inolvidable del Paluso.