Sonia, víctima de la violencia de género: “El maltrato físico se cura, el psicológico te acompaña toda la vida”

Sonia reclama más educación desde pequeños, para evitar casos de jóvenes agresores
La violencia contra las mujeres es una lacra de nuestra sociedad que no cesa y que afecta a todas las mujeres sin distinción edad, raza, origen social o país de nacimiento. En lo que va de año 41 mujeres han sido asesinadas por su parejas o exparejas. Además, en 2020, cuatro menores han sido asesinados por su padres, víctimas también de la Violencia de Género. El año pasado, 55 mujeres perdieron la vida a manos de sus parejas o exparejas según datos oficiales.
Sonia (nombre ficticio) ha vivido este infierno durante demasiados años. Pero este 25 de noviembre en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la mujer puede y quiere contar a NIUS su historia.
"El maltrato físico se cura, el psicológico no"
"Yo creía que la culpa era mía". Son las palabras de Sonia, nombre ficticio, sobre el maltrato que sufrió por parte de su expareja durante seis años y medio. "Éramos íntimos amigos, inseparables", nos cuenta Sonia. Ella y su expareja se conocían desde los 14 años. Años más tarde, "por cosas de la vida" matiza, iniciaron una relación sentimental. Sonia ya tenía una hija de una relación anterior. Al principio reconoce que todo iba muy bien, se fueron a vivir incluso al barrio natal de su entonces pareja. "A partir de ahí todo cambió”, lamenta.
Sin saber porqué le empezó a prohibir prácticamente hacer cualquier cosa. "No podía ir a comprar sola, hablar con la gente en la calle, e incluso había calles por las que yo no podía pasar”, relata Sonia. A las prohibiciones de movimiento, le siguió el maltrato psicológico. “Se habla mucho del maltrato físico, ese se cura, el psicológico no”.
"No había día que no me dijera que era una puta y una guarra". ¿Porqué aguantabas eso?, le preguntamos. "Por mis hijas", nos responde. Reconoce que en esa situación solo pensaba en que sus hijas tuviesen a su padre y a su madre bajo el mismo techo y que no sufran. "Mi límite era hasta que mis hijas presenciaran todo eso", y sucedió.
"Corre, vete de casa va a matarte"
En 2008 Sonia recibe una llamada de un vecino del barrio. "Vete de casa que va a matarte", le dijeron. Rápidamente cogió a sus hijas y quiso salir de casa, pero no le dio tiempo. "Cuando entró cogió a la hija que teníamos en común para llevársela". La pequeña entonces tenía 2 años. "Era la manera que tenía de hacerme daño, pero no lo consiguió". Su hija mayor se abalanzó sobre él y juntas lograron soltar a la pequeña y salir corriendo. "Me vi en la calle con lo puesto", lamenta. Acudió al centro de la mujer de su localidad y allí les ayudaron y les indicaron que debían hacer. Esa noche ya la pasaron en un centro de acogida. Sonia ya había acudido hacia dos meses al centro para contar su situación por lo que enseguida le ofrecieron ayuda, conocedoras de su situación.
Las tres pasaron seis meses en el centro de acogida, Sonia denunció a su expareja por amenazas. "Salió absuelto del juicio", lamenta Sonia. Por si fuera poco, mantenía el régimen de visitas con la hija que tenían en común, hasta hace tres años. Durante los 13 años siguientes Sonia y sus hijas han tenido que cambiar en numerosas ocasiones de domicilio y de número de teléfono porque las localizaba y amenazaba. “Tras esto, ahora tiene en vigor una orden de alejamiento y se ha suspendido el régimen de visitas con mi hija pequeña", nos cuenta aliviada.
Su caso, por desgracia, no es el único. Sonia cree que hay que educar desde la base. "Los casos que estamos viendo cada vez son de gente más joven, todo lo que se haga en materia de educación es poco". Gracias a la asociación Alanna ahora ella y sus hijas ven el presente y el futuro con optimismo y positivismo. "Gracias a todos los mecanismos que pusieron a nuestra disposición no hemos estado solas nunca".
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