La libreta de Teresa: las 100 familias arruinadas por el coronavirus a las que dio de comer

La profesora sevillana, Teresa Herrera, ha conseguido ayudar ya a más de 100 familias de Torreblanca
Casi la totalidad del barrio vivía de la economía sumergida y la situación se ha complicado mucho tras el estallido del coronavirus
Familias con niños pequeños y ancianos son los primeros de la lista de Teresa
A la libreta de Teresa le quedan muy pocas páginas por rellenar. En cada hoja, esta profesora de Sevilla, apunta el nombre, los teléfonos y las circunstancias de numerosos vecinos del barrio de Torreblanca. Yaiza. Tres hijos. Separada. Carmen y Antonio. Dos niños. Sin leche para el bebé. Y así, un caso tras otro. Son historias de hambre y de necesidad que se han disparado tras el coronavirus en un barrio sevillano marcado por la economía sumergida.
El nombre que inauguró el cuaderno fue el de Ana. Esta joven se empezó a sentir mareada y se desplomó en plena calle. Había salido a buscar ayuda porque estaba desesperada. Tiene tres hijas, de 12, 5 y 4 años. Está separada y antes del COVID-19 se dedicaba a trabajar por horas limpiando casas. Sin contrato, en negro. Cuando se recuperó de la lipotimia solo acertó a decir que tenía hambre. No se había llevado a la boca prácticamente nada en tres días. La comida que quedaba en casa se la dejaba a sus tres hijas.
Tras la historia de Ana comenzó todo
Cuando Teresa Herrera, maestra de un Instituto de Educación Secundaria, conoció la historia de Ana, decidió actuar. La ayudó para que pudiese llenar el frigorífico vacío. Y muy pronto aparecieron otros casos. Madres solteras, parejas con niños pequeños, señoras con hijos y nietos a su cargo… Así que Teresa tiró de agenda. Habló con otros profesores de su centro, con antiguos alumnos de su colegio, con sus amistades y con las asociaciones del barrio. Y entre todos se organizaron. Al principio costó, pero la máquina ya está engrasada.

Hay un número de cuenta. Una libreta donde apuntar las peticiones. Un grupo que hace la compra. Otro que organiza los lotes. Y un último, que los reparte. “Se ha creado una ola de solidaridad tremenda”, explica con orgullo la profesora. “Ahora mismo somos una docena de voluntarios y todo el mundo está tocando sus contactos. El problema es que la lista es interminable. Empezamos hace dos semanas de la nada y ya hemos ayudado a unas 110 familias”.
Torreblanca, territorio de economía sumergida
El barrio de Torreblanca es uno de los más pobres de toda España, con una renta media anual por habitante de 5.710 euros. No hay cifras oficiales, pero algunas asociaciones vecinales apuntan a que el 80 % de los que aquí trabajan lo hacen sin contrato. Con ellos se ha cebado el coronavirus. No pueden seguir con sus empleos. Y tampoco recibir prestaciones.
“Ese es el perfil que nos llega. Mujeres jóvenes que limpiaban en casas, hombres que vendían en mercadillos, que hacían chapuzas o que estaban de camareros por horas. Todo en negro. Y ahora claro, no pueden salir a la calle y no pueden trabajar. Así que están sin cobrar nada y sin ninguna ayuda oficial”, nos cuenta preocupada Teresa. Mientras habla con NIUS, la profesora está recibiendo numerosos mensajes. “¿Lo estás escuchando?”, pregunta al periodista. “Todo lo que suena son whatsapps que me están llegando. Hasta de madrugada me escriben los vecinos”.


Esas historias quedan inmortalizadas en la libreta de Teresa:
- A Sarai le preguntan sus hijos si ese día va a comer. Ella les dice que más tarde, que no tiene hambre.
- Verónica rebaja con agua la leche que beben sus niños para que le dure más.
- Kiimara tiene una pequeña de año y medio y está a punto de quedarse sin comida y sin pañales.
- Los hijos de Soraya habían comido en todo el día un flan que le había dado la vecina.
“El problema es que todas las familias se han venido abajo en el mismo momento y los servicios sociales hacen lo que pueden. Eran familias normalizadas, que hasta ahora no habían necesitado ningún tipo de ayuda. Pero ahora se encuentran sin ingresos y no saben a quién acudir”, asegura Teresa mientras continúa repasando sus notas.
Es ya el segundo cuaderno que rellena la profesora. Con un bolígrafo de color rojo va tachando las familias que han recibido un lote de alimentos. Subrayadas, las que necesitan una intervención prioritaria. Ahora mismo, unas veinte. Son las que tienen niños pequeños o ancianos. “Están desesperados y cualquier tipo de aportación les viene bien”. Antes de colgar nos deja un número de teléfono, 625476688, para todo aquel que quiera ayudar.