Patrullas de mariscadoras en Arousa contra los "furtivos de bañador", que roban crías de almeja

Hay carteles alertando de que no se pueden coger las almejas porque están en época de cría
Cada verano, los veraneantes esquilman ilegalmente toneladas de almeja en plena época de cría de los bancos marisqueros
Entorno idílico y marisco gratis. ¿Quién pediría más en pleno verano? Es lo que buscan miles de "furtivos de bañador", como les llaman las mariscadoras de la Isla de Arousa (Pontevedra). Turistas oportunistas que, con total descaro, esquilman los arenales en donde la cría de almeja sembrada por ellas crece hasta alcanzar su tamaño legal permitido para ser comercializada. Pero los veraneantes no reparan en tamaños y prefieren coger un puñado de almejas escarbando en la arena y llevárselas escondidas en el bañador para improvisar una suculenta comida.
Hay carteles por todas las playas de Isla alertando de que no se pueden coger porque están en época de cría, pero parece que no es aviso suficiente y cada año cerca de 65 mariscadoras hacen labores de vigilancia en todas las playas en las que siembran. Y siempre "cazan a algún turista despistado".
“¡Mamá, ya te dije que no se podían coger!”
“Yo no voy a la tierra y cojo una lechuga. El marisco no es de todos porque nosotras pagamos una cuota mensual por autónomos de 240 euros, compramos la cría por la que pagamos 12 euros cada una a mayores y después sembramos, limpiamos la playa todo el año y la cuidamos hasta que las almejas alcanzan el tamaño legal permitido para comercializarlas”, dice indignada, Mª Carmen Dios, presidenta de las mariscadoras de la Isla.

Este es el problema al que se enfrentan todos los años. Bañistas que aprovechan para coger un puñado de cría de almejas o los que animan a los niños a cogerlas con sus cubos en la orilla. “Un niño tenía el cubo lleno y cuando le preguntamos por sus padres no nos contestó. Entonces le explicamos que eran crías y que nosotras las cuidamos para que crezcan. Se dio la vuelta y gritó en medio de la playa '¡Mamá! ¡Ya te dije que no se podían coger!".
"Saben que está prohibido, pero como nadie les dice nada, lo hacen igual sin pensar en el problema económico y marisquero que crean”. A veces, las vigilantes se encuentran con turistas más descarados, que no hacen caso del aviso. “Nos dicen que el mar es de todos y que pueden cogerlas. Las llevan escondidas en el bañador con total impunidad. No entienden que es nuestro pan y que si llevan las crías están estropeando la producción de una temporada o incluso dos”, nos cuenta Teresa Rial, mientras prepara la orilla junto a sus compañeras mariscadoras para plantar más almeja, a la vista de los bañistas.
“Tendrían que multarlos más, nos roban nuestro pan”
Además de las 65 mariscadoras, un vigilante recorre en moto todos los arenales, pero las mariscadoras creen que tendrían que tener más mano dura con los furtivos, veraneantes y "profesionales" -durante nuestro paseo con ellas detectaron a un furtivo habitual con ocho kilos de almejas al que denunciaron ante las autoridades-.
Las multas van desde los 60 a los 300.000 euros, pero tienen que denunciar ante la Guardia Civil porque ellas no tienen ninguna autoridad, lo que supone un hándicap que conocen los veraneantes y contra el que no pueden hacer nada. “Tampoco es tan caro ir al mercado y comprar un kilo de almeja. Nadie es consciente de que coger dos o tres almejas por persona para una paella supone al final del verano una tonelada de almejas robadas. Además, llevan todas, pero existe un tallaje legal mínimo. Si se llevan las almejas inmaduras, se llevan a las futuras madres, por lo que el daño es doble: roban almeja pequeña y futura reproductora”.