Sequía, restricciones y lluvias torrenciales: el otoño que espera a España tras el verano más cálido de su historia


Después de uno de los veranos más cálidos y secos de la historia de España, llega un otoño con más sequía y restricciones en el consumo de agua
Las altas temperaturas y el calentamiento del Mediterráneo también aumentan el riesgo de lluvias torrenciales e inundaciones el próximo otoño
Para que se produzcan esas lluvias intensas y tormentas hace falta que entre una gota fría o DANA, lo cual es más probable en otoño
Lo vienen anunciando los expertos desde hace tiempo: nos espera un otoño complicado después del que será, con toda probabilidad, el verano más cálido de la serie histórica propiamente dicha -que arranca en 1961- y uno de los años hidrológicos más secos en España, tal y como informó recientemente la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
Junio fue el cuarto más cálido desde que hay registros, julio ha sido el mes más cálido, y la primera quincena de agosto de 2022, la segunda más calurosa de la serie, solo superada por la de 2003. Es decir, España va camino de tener el verano más cálido de su serie histórica. Hasta el momento no hay precedentes de un verano tan cálido como el de 2022 al menos desde hace algo más de un siglo, según el blog oficial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), con fecha del pasado viernes.
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Uno de los años más secos de la historia
A esto hay que sumar que el año hidrológico actual (desde el 1 de octubre hasta el 31 de julio y a la espera de tener los datos del cierre de este mes de agosto) es el cuarto más seco de la serie histórica, cuyo inicio es en 1961. Ha llovido un 26 % menos de lo normal.
"Las cantidades acumuladas no alcanzan los valores normales en gran parte de la península, salvo en las provincias de Granada, Almería, Murcia y la Comunidad Valenciana, así como puntos de la cornisa cantábrica, en los que se superaron los valores normales", tal y como explica el último boletín con el resumen de la evolución de las precipitaciones en España, recién publicado por la Aemet.
Como señala el experto de Meteored Samuel Biener, consultado por NIUS, "las previsiones que manejamos señalan que el próximo trimestre, el otoño climatológico, no son nada buenas. Parece que se va a agravar la sequía en el oeste de la península, debido a que las previsiones que manejamos señalan que va a ser un otoño menos lluvioso de lo normal, sobre todo en el oeste y en el noroeste. Por tanto, para estas zonas, no son buenas noticias porque ya están en una situación bastante preocupante y todo indica que los próximos meses no van a entrar las borrascas atlánticas, que son las situaciones que dejan más lluvia en el interior y oeste, que es la zona más afectada por la sequía".
En cambio, apunta Biener, en la vertiente mediterránea no se aprecian anomalías significativas en lo que respecta a las precipitaciones: "En esas zonas si que cabría un trimestre variable e inestable porque el otoño es en esa vertiente la estación más lluviosa".
El otoño que se avecina: sequía y restricciones
Con este panorama, se avecina, en términos globales, un otoño en el que la sequía y las restricciones van a ser la nota predominante. Las restricciones van a ser necesarias porque de lo contrario, los recursos de aquí a final de año van a ir escaseando de forma progresiva, tal y como explicó recientemente a NIUS Jorge Olcina, catedrático de Geografía y responsable del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante.
“Estamos ante un panorama un poco más difícil de lo que se pensaba porque la primavera fue muy seca. Salvo en la zona mediterránea, en las cuencas del Júcar y Segura, donde sí llovió, incluso en algunos puntos en abundancia, en el resto de España apenas lo hizo. Se ha ido agravando el déficit de lluvias que veníamos arrastrando desde el verano del 2021. El invierno del año pasado fue muy seco y la primavera de 2022 también ha sido seca. Por tanto, sí, estamos ante una situación peor de lo que se pensaba porque realmente lleva sin llover con normalidad en el conjunto de España desde la primavera pasada de 2021”.
Es por esto que, según Olcina, lo más probable es que tengamos un otoño con restricciones en el consumo de agua. “Las sequías hay que solucionarlas en época de bonanza de lluvias. Cuando ya está presente la sequía y el déficit de lluvias, lo único que caben son medidas de emergencia: apertura de pozos y cortes de agua para poder restringir el consumo y poder adaptar las reservas existentes a las demandas”.
Lluvias torrenciales e inundaciones
Otra de los posibles efectos adversos del verano más cálido de nuestra historia en el otoño que se avecina es la presencia de lluvias torrenciales y, como consecuencia de ellos inundaciones en la costa del Mediterráneo. La principal causa sería, según los meteorólogos el excesivo calentamiento del mar Mediterráneo, que tiene una importante función reguladora. “Estas olas de calor no sólo las padecemos nosotros, también tienen sus consecuencias en el mar”, según José Antonio Maldonado, meteorólogo de Meteored.
El calor ha hecho que las aguas del Mediterráneo se hayan calentado este verano hasta cinco grados más de lo habitual, llegando a superar los 30 grados. “Es una barbaridad", avisaba ya a principios del verano en NIUS Samuel Biener. "Si a finales de verano o principios de otoño el mar no se enfría, si se sigue calentando, y en ese momento llega aire frío e inestabilidad, se darían las condiciones perfectas para que se generaran lluvias torrenciales. Lluvias muy muy intensas".
Por su parte, Mario Picazo, meteorólogo y profesor de Meteorología y Cambio Climático en la Universidad de California (UCLA), en EE.UU, explicaba recientemente a NIUS que el calentamiento del Mediterráneo efectivamente puede aumentar el riesgo de lluvias torrenciales porque eso supone que haya mucho vapor de agua, necesario para formar nubes grandes, que son las que luego descargan, pero hacen falta más factores, como que arriba haya aire frío. Hace falta que entre una gota fría o DANA: una masa de aire frío en altura: “es entonces cuando se forman esas tormentas tan grandes que provocan inundaciones”, apuntaba Picazo.
Efectivamente, explica Biener, "con un mar más cálido, existe un potencial de que las lluvias sean más torrenciales, siempre y cuando tengamos una situación de inestabilidad, que suele ser un descuelgue de una gota fría o DANA en las inmediaciones del sur peninsular y acompañadas de vientos de levante. El mar caliente por sí solo no puede provocar lluvias torrenciales. Ademas, no todas las gotas frías o DANAS provocan lluvias torrenciales y hay muchas lluvias torrenciales o tormentas que no están provocadas por DANAS".
Tormentas que no solucionan el problema de la sequía
En resumen, dicen los expertos, tenemos que estar preparados porque este año, septiembre y octubre pueden ser meses muy críticos. No se puede afirmar con certeza que vayan a ocurrir esas lluvias torrenciales, pero las condiciones actuales de calor extremo en el aire y en el mar aumentan mucho el riesgo de que ocurran incluso antes del otoño.
“Con esta acumulación de calor, cualquier tormenta va a generar lluvias fuertes, e incluso tornados en el mar, lo que llamamos mangas marinas”, advertía también Olcina.
Lo paradójico de esta situación, según Olcina, es que estas lluvias torrenciales no solucionan el problema de la sequía que venimos arrastrando desde 2021.“Es verdad que cualquier situación de tormenta fuerte, especialmente, en la zona del Mediterráneo, puede romper las estadísticas y en un día acumular 200 litros, por ejemplo. Pero también es verdad que esa lluvia que cae de forma tan intensa y torrencial es muy poco aprovechable a efectos de almacenamiento en embalses o en acuíferos. Las lluvias en forma de tormenta solucionan poco. El déficit que venimos registrando es ya bastante importante. Una reserva inferior al 40% quiere decir que al menos el déficit es de un 20%, que eso es lo que nos falta para poder tener garantizado todos los abastecimientos en España y llegar a un nivel de reserva del 60%”.
Lo que se está viendo en los últimos años, según Biener, es que las precipitaciones están cayendo de una forma distinta: "Está cambiando la forma de llover, cada vez más espaciada y son más intensas e irregulares. Se está viendo esta gran influencia del Mediterráneo en la península: cada vez hay menos borrascas atlánticas y, en cambio, parece que cada vez tenemos más descuelgues de gotas frías o DANAS y eso supone que, por ejemplo, en el Mediterráneo están aumentando las precipitaciones, pero en el resto de la península, que es más dependiente de los temporales del oeste, se traduce en una reducción de precipitaciones y más espaciadas, lo cual tiene repercusiones".
Con este panorama, concluye Samuel Biener, "me quedo con que para este otoño las predicciones no son nada buenas para la sequía, sobre todo para el interior y el oeste, que es donde está la situación más complicada (...) Allí, lo que haría falta serían una sucesión de temporales, de borrascas atlánticas, pero este tipo de situaciones normalmente no comienzan hasta finales de octubre o principios de noviembre, por tanto se presentan meses complicados en esas zonas".