Siete de cada diez animales vertebrados han desaparecido en el último medio siglo


Las poblaciones más afectadas corresponden a especies de agua dulce, que presentan una caída del 83 % sobre todo de Trópico, Caribe y Latinoamérica
Las causas son los cambios de uso del suelo, la sobreexplotación de plantas y animales, el cambio climático, la contaminación y las especies exóticas invasoras.
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En sólo 50 años, los que van de 1970 hasta 2018, las poblaciones de animales vertebrados de nuestro planeta han descendido un 70 por ciento. Es lo que asegura el Informe Planeta Vivo elaborado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) que recoge análisis del estado de casi treinta y dos mil poblaciones de más de seis mil especies de vertebrados -peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos- de todo el planeta.
Según sus datos las poblaciones más afectadas corresponden a especies de agua dulce, que presentan una caída del 83 % desde 1979, y que las regiones con mayor impacto se encuentran en los trópicos, donde Latinoamérica y el Caribe han sufrido una disminución media del 94 % de poblaciones de vertebrados respecto al año base.
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Como casos concretos, se señala la pérdida de corales en todo el mundo; la disminución de un 65 por ciento de la población de delfín rosado del Amazonas, y la reducción media del 71% de la población de 18 de las 31 especies de tiburones y rayas oceánicas, fundamentalmente por la presión pesquera.
Las causas de la degradación
Los datos apuntan a que los principales factores directos de la degradación de los sistemas terrestres, marinos y de agua dulce son los cambios de uso del suelo, la sobreexplotación de plantas y animales, el cambio climático, la contaminación y las especies exóticas invasoras.
De hecho, varios de estos factores influyeron en la caída del 66 % de las poblaciones de vida silvestre de África, así como en la caída general del 55 % en Asia Pacífico. Esta pérdida de biodiversidad, así como la degradación de los ecosistemas y sus servicios, están producidos, según los autores del estudio, por la demanda de energía, alimentos y otros materiales a causa del crecimiento económico, el incremento de la población, el comercio internacional y la elección de tecnología en los últimos cincuenta años.
Medidas para contrarrestar
Para contrarrestar la destrucción y degradación de estos hábitats, el informe propone, entre otras cosas, considerar los manglares como elemento clave para las comunidades costeras y restaurar las conexiones naturales del paisaje a través de una “conservación de la conectividad”. También señala el papel esencial de los bosques en la estabilización del clima, amenazados por la deforestación, especialmente en los trópicos, que genera emisiones de carbono e incrementa la cantidad de sequías y de incendios.
El Informe, que recoge entre otros los datos más recientes del Índice Planeta Vivo (IPV) de la Sociedad Zoológica de Londres, sostiene que esta doble crisis se puede mitigar con esfuerzos de conservación y restauración, la producción y el consumo de alimentos de forma sostenible, y la rápida y profunda descarbonización de todos los sectores.
Además apunta a que “si no conservamos y restauramos la biodiversidad y limitamos el cambio climático, ninguno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible se podrá cumplir, especialmente los de seguridad alimentaria e hídrica, la salud para las personas o el alivio de la pobreza”.
Consecuencias para los humanos
Esta pérdida de la biodiversidad unida a la crisis climática componen una crisis de "doble cara", con unas repercusiones que impactan de forma negativa y muy especialmente en poblaciones humanas empobrecidas y vulnerables. Algunas de estas consecuencias son "desplazamientos y muertes provocadas por los cada vez más frecuentes fenómenos meteorológicos extremos, el agotamiento de los suelos, la falta de acceso a agua dulce o el aumento de la expansión de enfermedades zoonóticas y de la inseguridad alimentaria".
Los 89 autores que participaron en la redacción del texto piden a los responsables políticos que transformen las economías para valorar los recursos naturales, ya que “no será posible un futuro positivo para la naturaleza sin respetar los derechos, la gobernanza y el liderazgo en conservación de los pueblos indígenas y las comunidades locales”.