Aumenta el agua destinada al regadío y desciende el consumo humano: dónde se libra la batalla del ahorro

Comprobamos cómo ha sido la evolución del consumo de agua en los últimos años, tanto en el consumo humano como en el destinado al regadío
"80 de cada 100 litros del agua se lo traga el regadío y eso es un porcentaje altísimo que no podemos permitir", asegura Julia Martínez, directora técnica de la Fundación Nueva Cultura del Agua
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La sequía ha vuelto a la primera línea informativa. La escasez de agua abre portadas de periódicos e informativos de televisión. La situación es crítica y se acerca a los límites que en épocas anteriores obligaron a aplicar restricciones, incluso para el consumo humano. De ahí que se hable cada vez más de la importancia del ahorro, de cómo recortar el agua que utilizamos. Pero, ¿dónde se libra esa batalla?, ¿quién consume más agua?, ¿las viviendas o el campo?, ¿dónde se ha reducido más su uso?
Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) dejan una conclusión muy clara: el 80 % del consumo de agua en España viene de los regadíos. En algunas comunidades ese porcentaje aumenta hasta casi el 90 %. Son los últimos datos disponibles, que hacen referencia a 2018. Pero si echamos la vista atrás y retrocedemos dos décadas, podemos comprobar cómo ha evolucionado el consumo de agua desde entonces. No dedicábamos tanto al regadío desde 2009 y el consumo humano se ha ido reduciendo desde el año 2000 y se ha mantenido estable en los últimos años (a pesar del aumento de población).
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¿Cómo se interpretan estos datos? Julia Martínez, directora técnica de la Fundación Nueva Cultura del Agua, destaca que el porcentaje de agua que se destina a regadíos en España es "altísimo". "Es un dato que no suele aparecer en los medios, porque se habla mucho del ahorro de agua doméstico, pero se oculta que 80 de cada 100 litros de agua se lo traga el regadío. Eso supone una presión enorme para el resto de usos, porque con los otros 20 tenemos que atender el abastecimiento humano, que es un uso prioritario y un derecho humano. Y además, tenemos problemas para garantizar ese derecho al abastecimiento que está protegido por la Ley de Aguas".

La batalla, en el tejado de los regadíos
Los llamamientos al ahorro de agua doméstico son continuos, pero con las cifras en la mano, se puede comprobar que la batalla está en otro tejado. "Los deberes los tenemos que hacer todos. Los usuarios urbanos, también. Pero sí es cierto que el consumidor sí ha hecho sus tareas. Entre 2007 y 2018, en España la población ha aumentado en un millón de personas. Y el agua suministrada para abastecimiento urbano, se redujo de forma significativa. Se han minimizado las pérdidas en las redes y se ha aumentado también mucho el ahorro en hogares. Hemos empezado a aplicar estilos de vida diferentes lo que ha supuesto una mejora en nuestros consumos", asegura Martínez.
Sin embargo, para esta bióloga los regadíos "no han hecho los deberes como sí hemos hecho el resto". "En todos estos años se han creado otros regadíos y se está haciendo un uso muy intensivo del agua. Por ejemplo, los olivos, que tradicionalmente han sido un cultivo de secano, pues ahora son regadíos intensivos. En lugar de reducir la superficie de regadío, estamos en dirección contraria, aumentando tanto los legales (en la cuenca del Ebro, o la del Guadiana), como los ilegales: cientos de miles de hectáreas de regadíos ilegales que existen en el conjunto de España y que afectan a cuencas como la del Guadalquivir o la del Guadiana".
La evolución desde el año 2000
El consumo de agua en España no siempre se ha mantenido igual en los últimos 20 años. Si bien en los hogares ha sido más o menos estable desde 2015, alrededor de 2.500 millones de metros cúbicos anuales, durante este tiempo, el destinado a actividades agrarias ha fluctuado mucho. Fue en 2004 cuando se alcanzó el mayor pico de consumo de agua para actividades agrarias, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Entonces, se utilizaron más de 17.800 millones de metros cúbicos de agua anuales. A partir de ahí el consumo cayó los dos años siguientes –en 2006 el consumo fue de más de 15.800 millones de metros cúbicos-. En 2007 remontó (más de 16.200 millones) y volvió a caer en 2008 (15.300 millones). A partir de ese año, el consumo fue creciendo hasta 2011 (más de 16.300 millones) y luego volvió a caer hasta 2013 (más de 14.500 millones). Desde entonces, se ha mantenido más o menos estable hasta 2018 (casi 15.500), última fecha en la que hay datos disponibles.
Para la Fundación Nueva Cultura de Agua, que defiende un cambio en la política de gestión "para conseguir actuaciones más racionales y sostenibles", lo esencial es "reducir la superficie de regadíos ilegales y acabar con el incremento de los legales". Julia Martínez pone como ejemplo lo que está ocurriendo en Cartagena. "Allí, la Confederación Hidrográfica del Segura se ha cortado el grifo de agua a los regadíos ilegales. Solo hay que tener voluntad política para hacerlo en el resto de España", indica. Ella también defiende que "habría que eliminar en torno al 20 por ciento de los regadíos para adaptarnos al cambio climático y el incremento de la sequía". "Es imprescindible. Es una necesidad sí o sí para adaptarnos a la nueva realidad con criterios ambientales y justicia social. Si no, va a pasar que las grandes empresas agrarias se van a quedar con el agua y los pequeños agricultores y regadíos históricos se van a quedar fuera de la producción", explica la directora técnica de la fundación.
España es uno de los cinco países de la Unión Europea junto con Bélgica, Luxemburgo, Alemania e Italia que más agua consume por habitante. El consumo medio de agua en los hogares españoles es de casi 140 litros por habitante y día, según el INE. Dos tercios del agua consumida en el hogar se utilizan en el baño. Por cada descarga de un inodoro se consumen entre 7,5 y 26,5 litros de agua. En una ducha de cinco minutos se utilizan entre 95 y 190 litros de agua. En la cocina se utiliza el 19% del total y para otros menesteres el 8%, según datos de la Fundación Aquae.
¿Próximas restricciones?
España se encuentra en una situación de sequía de larga duración debido a que los tres años anteriores ha llovido menos de lo que debería. A la escasa lluvia, le ha seguido una escasez de agua en ríos y pantanos y falta de agua en la agricultura. El último eslabón que queda es que se corte el agua a la población. Aunque en mayo lloviese de forma abundante, seguiríamos en sequía. Solo podríamos salir de ella en otoño, siempre que se ponga a llover.
Con este panorama, ¿qué futuro inmediato nos espera? Julia Martínez no quiere ser pesimista pero se muestra realista. "El cambio climático ya está aquí. Es una realidad que tenemos menos agua y que no podemos elegir si adaptarnos o no. Tenemos que ver si va a ser el mercado el que decida quién se queda con el agua o bien si queremos decidirlo entre todos y con criterios ambientales y sociales. Vamos a ver cómo nos adaptamos para proteger el abastecimiento humano y a los pequeños agricultores y pequeños regadíos tradicionales e históricos".