Almuñécar declara la 'guerra' a las motos acuáticas: “Han convertido el mar en una autovía”


Vecinos y comerciantes se quejan del ruido, el peligro para los bañistas y el impacto para el medio marino
El ayuntamiento de Almuñécar (Granada) va a solicitar al Gobierno que tome medidas por el "uso descontrolado" de estos vehículos, siempre y cuando no esté asociado a alquiler o actividades náuticas
Situada en un lugar privilegiado de la Costa Tropical, Almuñécar (Granada), con sus 20 kilómetros de playas y calas, es un pequeño paraíso en el sur de España. Sin embargo, desde hace unos años, este remanso de paz y tranquilidad se ha visto perturbado por el tráfico. Concretamente, el de las motos acuáticas, que han convertido el mar en una auténtica autovía.
Cuando llega el buen tiempo, decenas de motos de gran cilindrada se adueñan de playas, como La Herradura o Velilla, lo que ha llevado al ayuntamiento de la localidad a pedir al gobierno que tome cartas en el asunto por “el malestar que está provocando entre los vecinos el uso descontrolado” de aquellas que no están asociadas a centros de alquiler o actividades náuticas, explica Daniel Barbero, concejal de Playas, que recuerda que las competencias en el mar de estos vehículos dependen de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
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Anne Zipse, presidenta de la Asociación Amigos del Mar de la Costa Tropical, lleva tiempo denunciando este grave problema que afecta a vecinos y veraneantes. “La gente viene buscando los valores naturales, la belleza de la zona y la tranquilidad. No podemos dejar que esto se deteriore”, explica a NIUS. Recientemente, esta organización de conservación marina ha publicado los resultados de una encuesta que demuestra el alto nivel de malestar entre la población. “El 83 por ciento manifiesta su preocupación por el aumento del número y presencia de motos de agua, hasta el punto de plantearse dejar de venir o vivir en la zona, si esta tendencia continúa”, alerta Zipse.
Uno de los grandes problemas es la contaminación acústica. “Vas a la playa a relajarte y te encuentras con un ruido que es insoportable y constante. ¿Quién quiere estar al lado de una autovía?”, se lamenta. Tanto que no solo molesta a pie de playa. “Se oye dentro de las casas, a varios kilómetros de distancia”. De hecho, el 78 por ciento de los comerciantes encuestados reconoce que sus clientes se quejan del ruido de las motos, lo que repercute de forma negativa en sus negocios.
Riesgo para los bañistas y para el medio marino
A ello, se suma el peligro que estos vehículos, de gran potencia, suponen para el resto de usuarios. Bañistas, nadadores, buceadores, surfistas. “Hay un gran desconocimiento de las normas, sobre todo, por parte de los particulares que traen su propia moto y no respetan nada. Circulan muy cerca de la playa y es difícil controlarlos”, reconoce.
Pero el medio marino, también se resiente. “Cuando una moto pasa, la vida debajo del mar, desaparece”, lamenta la presidenta de esta ONG. Hasta el punto, asegura, que el año pasado la presencia masiva de motos acuáticas impidió que aparecieran los delfines habituales en la zona. “Es un impacto enorme sobre el medio marino”, insiste.
El problema de las motos acuáticas se ha agravado desde la entrada en vigor, el 1 de julio de 2019, de la modificación del Real Decreto que regula las diferentes titulaciones de embarcaciones de recreo. Antes, era necesario un curso de una semana y pasar por un examen para llevar embarcaciones de hasta 6 metros de eslora, con un máximo de 50 caballos de potencia. Con la nueva normativa, la licencia se obtiene con un curso de seis horas (dos teóricas y cuatro prácticas) que permite llevar embarcaciones de hasta 6 metros, pero sin límite de motor, y motos de agua, sin límite de potencia. Antes esto, vecinos y ayuntamiento piden, al menos, más control en el cumplimiento de las normas.