Los avisos del volcán: su reactivación comenzó hace 12 años, pero no fue detectada hasta 2020


Un estudio de científicos españoles, publicado en enero, advertía de una posible erupción del volcán Cumbre Vieja de La Palma
Las fracturas bajo el volcán empezaron en 2009, pero no se detectaron hasta 2020: "Es por donde ha podido ascender el magma ahora"
Se podía haber mejorado la vigilancia, aunque "hasta el último momento no puedes saber por dónde va a romper ni hacia dónde se va a dirigir la lava”
“La isla de La Palma es uno de los mayores riesgos potenciales del archipiélago volcánico de Canarias y por ello es importante realizar un estudio en profundidad para definir su estado de malestar”. "La Palma", “riesgo potencial”, “malestar”. Leer esto es, cuando menos, inquietante. Y así es como arranca este estudio que publicaron científicos españoles en la revista Nature a comienzos de año.
Pero era finales de enero, el coronavirus hacía estragos todavía en España, y a nadie pareció importarle mucho lo que ahí advertían. “Mostramos la detección del inicio de disturbios volcánicos en la isla de La Palma, probablemente décadas antes de una posible erupción”. Esa erupción ha llegado ahora, ocho meses después de la publicación del estudio. Pero las señales de que esto podía pasar eran claras desde hace más de diez años.
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“No hubo sismos hasta 2017-2018. Pero el proceso de reactivación volcánica empezó en 2009-2010. Es decir, es algo que se ha estado produciendo durante 12 años antes de la erupción. Aunque no se detectó hasta 2020”, explica José Fernández Torres, geólogo del IGEO y autor principal del estudio.
Nuevas técnicas para viejos datos
¿Un proceso activo desde 2009? ¿Por qué no se detectó hasta 2020? “Porque la ciencia es algo que va avanzando, y ahora tenemos nuevas herramientas que nos han permitido detectarlo”, explica. “En estas cosas, lo importante es hacer estudios con la mayor antelación y no sólo estudiar las grandes deformaciones sino también las pequeñas”. Y es ahora cuando han podido hacerlo.
Han utilizado, para ello, datos provenientes de la observación de satélites como Copérnico o Setinel, y técnicas de procesado de datos que "permiten detectar pequeñas deformaciones con bastante antelación". Técnicas propias, explica Fernández, innovadoras y "de las mas avanzadas del mundo".
Eso, y poner en común todos los datos que había hasta el momento sobre esa zona, que no se habían integrado, es lo que les permitió detectar que algo estaba ocurriendo en La Palma. “Había datos de los enjambres sísmicos de 2017 y 2018, pero no había una perspectiva completa, y nos extrañó”.
Así que intentaron conseguirla, saber qué estaba pasando, y para ello retrocedieron en el tiempo hasta el año 2006. “Nosotros estudiamos desde el año 2006 al 2020”. ¿Qué fue lo que vieron? “Vimos que había una reactivación volcánica en esa zona de La Palma”. La misma en la que ahora ha erupcionado el volcán Cumbre Vieja.
Fracturas bajo el volcán y ascenso de magma
“Encontramos pequeñas deformaciones, de unos 5 cms, pero que ya reflejaban el ascenso del magma en pequeñas cantidades. Y vimos que, después de los enjambres sísmicos de 2017 y 2018 estaba habiendo una serie de fracturas bajo el volcán de Cumbre Vieja”.
Un "enjambre sísmico", explica, son “terremotos que ocurren muy cercanos en el tiempo y en el espacio”. Eso ocurrió en 2017 y 2018, pero no era más que otra señal de un proceso que llevaba activo desde 2009.
“Vimos un fracturamiento de la corteza, del terreno, que es por donde ha podido ascender el magma ahora. Esas fracturas se detectan en 2019 y 2020 pero vienen de algo que empezó en 2009-2010”.
En el estudio, leemos: “La fuente causal probablemente se activó durante el período 2009-2010, lo que indica el inicio de disturbios en la isla de La Palma después de unos 40 años de inactividad”. Es decir, que el proceso de reactivación volcánica comienza ahí, y desde entonces se ha ido acelerando. Y lanzando señales inequívocas de que iba a ocurrir lo que ha ocurrido.
Solo el 20% acaban en erupción
Otra de ellas, la acumulación del magma a 8-10 kilómetros de profundidad en zonas fracturadas. “Vemos que el magma se acumula en la zona más fracturada y en la que era más fácil ascender”. ¿Más fracturada por esos sismos de 2017-2018? Sí. Las fracturas generadas por los sismos facilitan el ascenso del magma y “probablemente, también, muchos de esos sismos fueron producidos por el propio ascenso del magma”. Es un círculo vicioso que ha acabado por estallar ahora, en septiembre de 2021.
“Ese magma puede estar ahí acumulado decenas de años, o quedarse para siempre, o como ha pasado ahora, subir a la superficie”, explica el investigador. Pero “el problema es que, en Canarias, solo el 20% de las reactivaciones volcánicas terminan en erupción. Y como nunca sabes cuándo estás en ese 20%... no es fácil predecir cuándo va a producirse”.
Pero ellos, con todos esos datos en la mano, avisaron. “Se les mandó todo a INVOLCÁN. Porque creíamos que eran resultados importantes. Y luego, el tiempo nos ha dado la razón”. Llegados a este punto, la pregunta es: ¿Se podía haber hecho algo, más allá de lo que se ha hecho?
Mejorar la vigilancia... y poco más
“Lo que puedes hacer es mejorar la vigilancia cuando se reactiva un proceso como este”, explica Fernández. Pero poco más. Porque “hasta el último momento no puedes saber por dónde va a romper ni hacia dónde se va a dirigir la lava”.
Mirando más hacia atrás, nos preguntamos. ¿Y no haber construido en esas zonas? “Esto no es como cuando haces una casa en una zona inundable, aquí no sabes por dónde va a salir la erupción, ni por dónde va a ir la colada. En esto es más complicado. Y la gente lleva ya mucho tiempo viviendo ahí”.
Lo ocurrido es una desgracia para toda esa gente, lamenta el investigador, pero a la vez, desde el punto de vista científico, es clave. “Personalmente hubiera preferido que esto no hubiera ocurrido, pero como científico, y ahora que ya ha ocurrido, es una oportunidad única en Canarias para aprender más sobre cómo son estos procesos. Nunca se ha hecho una monitorización como estamos pudiendo hacer ahora, y esto es muy importante, porque nos va a dar mucha información en un tiempo muy rápido”. Para aprender de cara al futuro, y poder anticiparse más en las siguientes erupciones. Que las habrá.