Madrid y Barcelona "están lejísimos" de los nuevos límites a la contaminación urbana establecidos por la OMS


Los ecologistas aseguran que en España "no hay ninguna ciudad grande, ni media, ni pequeña que cumpla los nuevos estándares”
Madrid Central "es una zona de bajas emisiones pero son sólo 4 kms cuadrados"; Barcelona "tiene medidas de acceso muy laxas"
La OMS ha actualizado los niveles de NO2 porque "los efectos de la contaminación sobre la salud son mucho más graves de lo que se estimaba hace años"
Esta semana, la OMS ha aprobado nuevos límites a la contaminación en las ciudades. En sus nuevas recomendaciones, la agencia reduce mucho los límites a la exposición anual al dióxido de nitrógeno (NO₂), el gas que genera el tráfico de vehículos. Tanto que, según las organizaciones ecologistas, ninguna ciudad española cumple esos límites, a día de hoy.
El umbral máximo actual son 40 microgramos por m3. Casi todas las ciudades cumplen con ello. Pero ahora, la OMS lo rebaja a 10. Y no por capricho. “El límite de 40 fue aprobado en 2005. Revisarlo a la baja, ahora, supone un reconocimiento de que los efectos de la contaminación sobre la salud son mucho más graves de lo que se estimaba hace años”, explica Miguel Ángel Ceballos, responsable de Movilidad de Ecologistas en Acción. “Hoy sabemos que, a niveles de contaminación mucho más bajos que los que habitualmente soporta la población, se producen daños sobre la salud de las personas, sobre todo a nivel cardiovascular y respiratorio”.
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Es decir, lo que ha hecho la OMS es “recoger toda la evidencia científica recopilada para actualizar unas recomendaciones que llevaban 15 años sin actualizarse”, resume Adrián Fernández, portavoz de Greenpeace en este asunto. “En la última década, hemos visto un goteo de estudios científicos sobre sus efectos en la salud, y se sabe que estos contaminantes son más dañinos de lo que se pensaba, sobre todo el NO2 y las partículas finas”.
Ninguna ciudad española cumple con la OMS
Explican los ecologistas que, tomando como referencia los datos de contaminación urbana de 2019 u otro “año normal” anterior (porque en 2020, con la pandemia, los niveles bajaron mucho), “no hay ninguna ciudad grande, ni media, ni pequeña que cumpla los nuevos estándares”. Si miramos las mediciones de algunas medianas o pequeñas, como Zamora o Badajoz, parece que podrían cumplirlos, pero cuidado, esto tiene “trampa”. “Son ciudades que tienen una única estación de medición, que está ubicada en zonas donde no hay circulación de vehículos”, advierte Ceballos. “Si se estuviera midiendo bien la contaminación, en esas ciudades los niveles de contaminación registrados serían superiores”.
El portavoz ecologista es tajante: “La totalidad de las ciudades españolas registran niveles de contaminación por NO2 y partículas finas que están muy por encima de los niveles que marca ahora la OMS. El margen de mejora es enorme y los retos para las autoridades locales, a la hora de organizar la movilidad urbana, son muy grandes”.
Fernández, por su parte, explica que “lo normal, en las ciudades españoles, es ver valores que oscilan entre los 20 o 30 microgramos de NO2 por m3, de media anual”. Así que, para alcanzar esos nuevos niveles que propone la OMS, desde Greenpeace sólo ven una solución: “acabar con el uso de combustibles fósiles, el diésel o la gasolina. Si no, ese límite es imposible de alcanzar”.
Madrid y Barcelona, muy lejos de los nuevos límites
Algunas ciudades, como Madrid o Barcelona, tienen en marcha planes para reducir este tipo de contaminación. ¿Ni siquiera con esos planes se podrán cumplir estas recomendaciones? La respuesta es “no”. Ambos portavoces están de acuerdo, y explican por qué.
“Madrid Central es una zona de bajas emisiones, pero muy pequeña en el conjunto de la ciudad. Era solo una de las medidas de un plan mucho más grande, que incluía actuaciones mucho más ambiciosas”, explica Ceballos. “Pero por circunstancias políticas, todo eso quedó solo en la primera fase, en Madrid central. Es una zona de bajas emisiones pero son sólo 4 kilómetros cuadrados”. Creen desde Ecologistas en Acción que, “mientras no se implanten limitaciones de vehículos en áreas más amplias, no van a conseguir aproximarse a esos niveles. Ése es el reto”.
Fernández, desde Greenpeace, está de acuerdo, y explica que hay dos tipos de exposición a estos contaminantes. La exposición a largo plazo, que es la media anual, y la exposición a corto plazo, que serían los picos de contaminación que se alcanzan en determinados momentos.
Madrid es más propensa a registrar picos (hablamos de niveles de más de 200 microgramos de NO2 por m3 en una hora). Barcelona, en cambio, es más propensa a tener una concentración media anual muy elevada. “La OMS regula las dos cosas, pero ese límite de 10 microgramos por m3 se refiere a la media anual. Y no lo cumpliría ninguna de las dos”, advierte. “Tan malo es fumarse tres cajas de cigarros en una hora como fumar una al día todos los días”.
Tanto Barcelona como Madrid, por tanto, “están lejísimos de las nuevas guías sanitarias de la OMS. Multiplican por 3 y por 4 esas nuevas recomendaciones, tanto para NO2 como para partículas finas”, insiste Ceballos. Explica que la zona de bajas emisiones de Barcelona es mucho más amplia que la de Madrid, son 80 kilómetros cuadrados, pero tampoco cumpliría con este nuevo límite. “Porque tiene medidas de acceso muy laxas, dejan entrar a todos los vehículos que tengan etiqueta de la DGT. El resto se están renovando, pero no se reduce el número de vehículos que entran a la ciudad”.
De las recomendaciones de la OMS a la normativa de la UE
Ambas organizaciones piden medidas “mucho más ambiciosas”, y una “drástica reducción de vehículos en las ciudades”. Ecologistas plantea que solo se permitan vehículos de transporte público, de carga y descarga, de emergencias, y vehículos con potencial contaminante más bajo”. Desde Greenpeace son tajantes: los modelos urbanísticos actuales “no valen”. Creen que para reducir la dependencia del automóvil en las ciudades, el “modelo de movilidad debe estar basado en la proximidad. Hay que evitar el modelo urbanístico actual de depender del coche para todo”.
Tanto unos como otros recuerdan que las nuevas directrices aprobadas por la OMS son solo recomendaciones. Pero confían en que la UE las tenga en cuenta al renovar su normativa al respecto. “Habrá que ver qué pasa, a partir del año que viene, con la revisión de la nueva normativa de la calidad del aire. El proceso ya se ha iniciado y se prevé que de aquí a un año haya una nueva norma”, explica Ceballos.
“Lo que todos esperamos es que incluya límites más estrictos. Y que, cuando se apruebe y se traslade a la normativa española -aunque tardará años todavía- obligue a las ciudades a imponer nuevas medidas”. Fernández apunta algo más. Y es el incumplimiento reiterado de los límites actuales. “No sólo pedimos una nueva normativa, sino además, que se cumpla”.