“Sinfo”, un olivo de Castellón con más de 2.000 años, elegido el mejor del Mediterráneo

El galardón lo ha concedido por primera vez la Red Euromediterránea de Ciudades del Olivo
Sus propietarios aseguran que tiene más de 2.500 años. “No es que tenga más años que Matusalén, es anterior a Jesucristo”
El olivo se encuentra en Traiguera (Castellón) y es uno de los 4.080 ejemplares milenarios que se encuentran el territorio del Sénia
Muchos siglos antes de que fuera bautizado con el nombre de “Sinfo”, en memoria a Sinforosa, la abuela materna de su propietario, este majestuoso olivo ya presidía el territorio de La Sénia. Situado a orillas de la vía augusta romana, en la localidad de Traiguera (Castellón), ha sido testigo silencioso del paso del tiempo. “No es que tenga más años que Matusalén, es anterior a Jesucristo”, comenta Pepita Compte, propietaria junto a su marido del árbol. Un estudio la Universidad Politécnica de Madrid, ha datado en más de 2.000 años su edad, aunque podría superar incluso los 2.500. Su longevidad, su extraordinario tronco, que traza formas imposibles en sus más de 10 metros de diámetro, y su robustez lo han convertido en el mejor olivo milenario del Mediterráneo. Un grupo de expertos en agronomía lo ha coronado como el ganador del primer concurso convocado por la Red Euromediterránea de Ciudades del Olivo. 12 ejemplares milenarios de Túnez, Líbano, Italia, Montenegro, Turquía y España, han participado en el evento. “Cada zona mediterránea donde hay olivos presentó un árbol y “Sinfo” fue el ganador con diferencia. “Es sin duda, no solo el mejor olivo de Europa, sino también de todo el mundo”, señala Jaume Antich, presidente de la Asociación de la Taula del Sénia. Un premio que se une al que obtuvo el año pasado, cuando fue elegido como el mejor Árbol Monumental de España.
Un monumento vivo de la naturaleza
Antes de presentarlo a los concursos, sus propietarios estuvieron dudando en dar a conocer el árbol. Tenían miedo de alterar la tranquilidad que rodea al olivo. Pensaron en poner una valla en el perímetro para evitar que la gente se acercara y pudiera dañarlo. Pero, todo lo contrario, la fama le ha sentado muy bien. Desde el año pasado, recibe numerosas visitas de aficionados españoles y extranjeros a la botánica y de curiosos que llegan a Traiguera preguntando por “Sinfo”. “Cuando nos comunicaron que había ganado el premio, fui a visitarlo y lo vi más grande, más vivo que nunca y más contento. Parece que le gusta que vengan a verlo”, afirma Pepita.

Un miembro más de la familia
A pesar de su longevidad, este olivo necesita pocos cuidados. “Aramos la tierra, podamos las ramas y a veces tenemos que llevar cubas con agua para regarlo”, señala Pepita. Y es que la sequía de los últimos años está haciendo mella en su espectacular tronco. Sin embargo, en sus ramas siguen colgando olivas de gran tamaño. “Con lo anciano que es y sigue dando unas aceitunas preciosas. Nosotros las recogemos y hacemos un aceite muy especial, solo para la familia y los amigos, junto con las olivas de otros árboles milenarios que tenemos en la finca”, cuenta. Pero además del aceite, el árbol se ha convertido en un miembro más de la familia. “Subimos a verlo y a hablar con él. Yo noto que me entiende. Transmite una energía y una fuerza muy especial”, explica la propietaria.
Recuperación de los olivos milenarios
“Sifo” es el más antiguo de los 4.080 olivos milenarios que se han censado en el territorio de la Senia, formado por 15 municipios valencianos, 9 catalanes y 3 aragoneses. Un patrimonio único en el mundo que había sido abandonado hasta que en 2008 se puso en marcha el Proyecto de Recuperación y Puesta en Valor de los Olivos Milenarios, financiado por la Unión Europea. “Hace 15 años no se les daba aquí ningún valor a estos olivos. Venían de otros puntos de España y de Europa y los compraban, hasta que vimos la importancia que tenían”, señala Jaume Antic. Desde entonces, han recibido numerosos reconocimientos como el de Patrimonio Agrícola Universal de la FAO, o el de Mejor Paisaje Europeo otorgado por el Consejo de Europa. Para dar viabilidad al proyecto, las administraciones y los propietarios han puesto en marcha 16 marcas certificadas de aceite de olivos milenarios del Sénia. La variedad Farga, a la que pertenecen estos ejemplares, dejó de plantarse en Europa hace más de 200 años, porque solo producen cada dos años. “Eran los olivos favoritos de los romanos, por la máxima calidad del aceite que producían sus aceitunas. Solo se fabricaba para los tribunos y las clases altas”, explica Jaume Antich. Un aceite intenso y afrutado, que ahora está al alcance de todos aquellos que quieran o puedan permitirse pagar los 15 euros que cuesta una botella de medio litro de este manjar propio de los Césares.