Tuberías, pinzas y tapones: todo lo que obstruía el intestino de una tortuga en Almería


La tortuga, de un metro de longitud, estaba flotando, sin vida, en la playa de El Algarrobico (Almería)
La autopsia ha revelado que una tubería, un filtro, tapones, corchos y plásticos obstruían los más de ochos metro que mide su intestino
La tortuga estaba flotando, sin vida, a varios metros de la playa de El Algarrobico, dentro del parque natural del Cabo de Gata-Níjar (Almería). Una tortuga boba, adulta, con un caparazón de setenta y cinco centímetros. Fueron los miembros de la asociación de rescate marino Equinac los que la han recogido y comprobado, tras la correspondiente autopsia, todo lo que había depositado en su tracto digestivo.
“Ocho metros y medio de intestino completamente obstruido por los residuos”, se lamenta a NIUS Eva María Morón, una de las voluntarias. Una tubería y un filtro de riego por goteo, tapones de botella, pinzas de la ropa, sedales de pesca, plásticos. La lista de lo que ha revelado su necropsia es tan larga, como preocupante. “Estamos convirtiendo el mar en un estercolero”, señala.
Los desperdicios obstruyen el intestino de estos animales e impiden que puedan seguir alimentándose. “El gran problema es que, por su fisiología, las tortugas no pueden vomitar lo que ingieren”, nos explica Eva María. De forma que, si no es el hambre, será la septicemia o infección generalizada, lo que provoque su muerte, al no evacuar los materiales que acumulan.
“Estoy curada de espanto y he visto de todo, pero llega un momento en el que te echas a llorar”, nos cuenta Eva María, que insiste en que el principal problema son los plásticos de los invernaderos. Un material que se divide en miles de microplásticos, imposibles de recoger, y que llegan a mares y océanos. “Es como querer coger arena de la playa con un colador”, describe, con impotencia.
Las tortugas marinas son de los animales más antiguos del mundo y, aunque se sabe que podrían habitar el plantea desde hace más de cien millones de años, cada día, tienen que luchar por sobrevivir a causa de la acción del hombre. “Cada ejemplar que muere es una pérdida enorme para la conservación de esta especie que está en peligro de extinción”, se lamenta.
Probablemente, fue la tubería y el filtro de riego lo que terminó de obstruir el intestino de este último ejemplar. "Era imposible que pudiera evacuar eso". Desgraciadamente, no es la primera ni la última tortuga víctima de la contaminación en mares y océanos. En las instalaciones de Equinac, se recupera Arturo. Otra tortuga que, afortunadamente, ha corrido mejor suerte ya que no ha llegado a sufrir obstrucción, aunque hace una semana que está defecando plásticos. “El noventa y nueve por ciento de las tortugas que nos llegan, tienen plásticos en su intestino”, lamenta María. Son víctimas inocentes de la insensatez humana.