Menores extranjeros acampan en el exterior de la parroquia de Santa Ana

La mayoría son jóvenes con 18 años recién cumplidos que ya no pueden estar en centros de acogida
Hace ya unos meses que acampan y pasan la noche en la calle. Son un grupo de jóvenes extranjeros de nacionalidad marroquí que han viajado solos hasta Barcelona. La mayoría de ellos han cumplido los 18 años y ya no pueden estar en centros de acogida, otros todavía son menores sin hogar, también conocidos como Menores Extranjeros No Acompañados (MENA).
Los voluntarios del hospital de campaña instalado en el interior de la parroquia de Santa Ana les dan cobijo y alimentos, de esta manera los jóvenes pueden dormir durante el día en el interior de la iglesia. “Les damos desayuno hasta las 10:30, son chavales con grandes problemas pero con el afecto nos los ganamos”, cuenta Chelo García, una de las voluntarias. El problema es que no son siempre el mismo grupo, los voluntarios se van alternando diariamente y esto dificulta que se puedan crear vínculos sólidos con los jóvenes.
Santa Ana les acoge y les da cobijo y alimentos
Entre los jóvenes que pasan la noche a los alrededores de la parroquia, algunos ya son mayores de edad y han pasado por varios centros de protección de la Generalitat. Es el caso de Monsef, uno de los chicos. Tiene 25 años y es de Casablanca. Tras 37 horas de viaje desde su ciudad natal y una larga travesía en patera, llegó a España hace unos meses. Desde entonces, solo ha estado en centros de acogida para menores y en estos momento no tiene donde dormir. Con las lágrimas en los ojos muestra el banco que durante estas semanas está siendo su cama. Monsef vino a España para buscar una vida mejor y se emociona al pensar todo lo que ha tenido que pasar hasta llegar aquí.
18 años recién cumplidos y durmiendo en la calle
El párroco de Santa Ana, Peio Sánchez, relata que la mayoría de estos jóvenes no acompañados roban pasa subsistir. “A veces las mafias les obligan a hacerlo y a cambio les regalan ropa de marca que suben a sus redes para que su familia y amigos vean que en Europa les va bien la vida, pero la realidad que es algunos de ellos se llegan a prostituir a cambio de hachís”, explica Sánchez.
La tensión que se está viviendo actualmente con los MENA provoca que la primera impresión de los chicos sea negativa. Sin embargo, como explica Adrià Padrona, otro de los voluntarios, solo necesitan ayuda y afecto: “La mayoría quiere un trabajo, una familia y un futuro mejor, vienen sin nada y si les das efecto son buena gente”.
Actualmente se vive una situación excepcional, por ello, la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA) ha anunciado la puesta en marcha de un plan de choque para atender y reformular el sistema de atención a estos menores.