El mosquito tigre coloniza 300 pueblos valencianos y provoca una psicosis entre los vecinos

Los vecinos agotan los repelentes y colapsan los centros de salud
La Generalitat Valenciana ha convocado subvenciones para financiar la lucha contra este insecto
En los casos más graves, los afectados han de ser atendidos en los centros de salud
La guerra contra el mosquito tigre se libra estos días en la Comunidad Valenciana con fumigaciones extraordinarias en las localidades más afectadas como Alzira, Càrcer, Gavarda, Carcaixent o Alberic (La Ribera). Pero el Aedes albopictus (nombre científico del mosquito tigre) continúa su expansión sin freno y ya ha colonizado más de 300 de los 500 municipios valencianos. Por el momento, la Generalitat Valenciana ha convocado, por segundo año consecutivo, subvenciones para financiar acciones de la lucha contra el mosquito. Los vecinos piden medidas contundentes que puedan aliviar una situación que definen como "alerta sanitaria" y han pedido una reunión urgente con Salud Pública para concretar acciones inmediatas.
Una plaga de dimensiones bíblicas
Una situación que los vecinos definen ya como "psicosis". Es el caso de Mara Goig, vecina de Alzira: "Por la noche duermo con pulsera de ultrasonidos, repelente y con las mosquiteras de las ventanas cerradas. Y cuando me despierto lo primero que hago es ponerme el protector porque cuando me pican me sale una inflamación muy grande".
Su caso es uno más de los miles que se producen en Alzira, donde el mosquito tigre ha invadido las calles. En las farmacias lo comprueban cada día. "Hay gente que llega con 50 picaduras, con infecciones e incluso con fiebre. En los casos más graves los enviamos directamente al centro de salud para que les pinchen un antinflamatorio con corticoide", cuenta Regina Alamanzón, propietaria de una botica, que asegura que en la vida han vendido tantos repelentes, pulseras y pomadas. "Se agotan a diario y tenemos que reponer continuamente", señala. Una de las clientas, Nardi Andrés, entra en la farmacia y pide un antibiótico: "Me lo ha recetado el médico porque se me han infectado las picaduras. Fui a ver a mi nieto jugar al fútbol y los mosquitos me comieron".
La alerta se ha desatado con la llegada del mes de junio y del calor. Después de un invierno y una primavera lluviosos, se han dado las condiciones perfectas para la proliferación de este insecto que pone sus huevos en pequeñas acumulaciones de agua. Huevos que han eclosionado por millones, ante la indefensión de los vecinos.
Repelente en el menú de los bares
"Una cerveza y el Relec" es lo más pedido en los bares de Alzira. En las últimas semanas, desayunar o cenar en una terraza es imposible. "Tenemos como un servicio más el repelente para mosquitos, porque achicharran a los clientes", cuenta Mónica Gadea, camarera del Restaurante Casa Fina. Y esto lo notan en la facturación, que ha caído en picado porque "sobre todo los fines de semana, no podemos dar cenas en la terraza y nuestro local es pequeño", se queja.
Pero hay otros animales que también atacan a las personas. Estos son alguno de ellos.
La carabela portuguesa: la amenaza del mar. Con la subida de los termómetros, las playas de la Comunidad Valenciana y Murcia se llenan y los bañistas no dudan en lanzarse al mar. La temperatura del agua ronda los 20 grados, ideal para refrescarse, pero también para que la temida carabela portuguesa arribe a las costas, arrastrada por las mareas. Solo el pasado domingo, siete personas sufrieron la dolorosa picadura de Estafalsa medusa en las playas de Benidorm. Cinco tuvieron que ser trasladadas al hospital de Villajoyosa para recibir atención médica ante la gravedad de las lesiones.
También en Murcia se han producido incidentes. En Punta del Calnegre, Lorca, una de estas medusas, se quedó "pegada" al cuerpo de una joven que pasó dos días ingresada en el hospital por la magnitud de la picadura y recibió el alta dos días después.
Los expertos alertan que se trata de una picadura muy dolorosa. "Es neurotóxica y puede provocar mareos, vómitos y fiebre", señala Elena Herrero, bióloga del Oceanogràfic de Valencia. "En los casos más graves, los afectados pueden sufrir un shock anafiláctico e incluso la muerte, aunque se han dado muy pocos casos y sólo en personas con una especial sensibilidad a este tipo de picadura", advierte.
La falsa medusa. Su nombre científico es Physalia physalis. Como explica Elena Herrero "en realidad no es una medusa, se trata de un organismo colonial, formado varias especies que se unen y cada una realiza una función". Su aspecto asusta, con una cabeza en forma de hongo de hasta 30 centímetros y unos largos tentáculos que pueden alcanzar los 10 metros. La buena noticia es que se trata de una especie invasora que solo puede sobrevivir en agua fría o templada, por lo que cuando sube la temperatura del mar con la llegada del verano, estas falsas medusas mueren.