Esther García y su vídeo en el cementerio de La Almudena: "Todavía hay imbéciles que van sin mascarilla"


Esta informática se contagió en marzo, pasó cinco semanas enferma y ahora pretende concienciar del uso de la mascarilla
Según fuentes de los servicios funerarios nunca han faltado unidades de enterramiento, ni en los momentos álgidos de la pandemia
Esther García quería conmover a la opinión pública y lo ha conseguido. Con un vídeo que ha difundido a través de cuenta de Twitter. En tres días ha tenido más de 78.500 visualizaciones. Pretendía concienciar a los ciudadanos del número de fallecidos que ya ha dejado la pandemia y de la necesidad de utilizar las mascarillas.
El viernes 21 de agosto acudió por la mañana al cementerio madrileño de La Almudena, en el que se encuentran las tumbas de algunos de sus familiares. "He venido a visitar a un primo, a los abuelos y a mi madre y me encuentro con esto". Son las primeras palabras, que acompañan a las imágenes. En ellas pueden verse dos hileras con bloques de columbinas, con capacidad para albergar las cenizas de unos 880 difuntos.
En las lápidas se leen los nombres de cada persona y las fechas entre las que vivieron. "La gran mayoría son abuelos. Es gente que ha fallecido de coronavirus. Y todavía hay imbéciles que no van con mascarilla y que se piensan que esto es un juego", dice al tiempo que muestra una parte del cementerio.
"Ojalá enseñándoselo así a la gente y que este vídeo se haga viral, entiendan que esto no es un juego, que esto no es divertido y venir aquí mucho menos", argumenta con dolor e indignación. Esther asegura que la última vez que estuvo en el camposanto fue hace seis meses y no recuerda haberlo visto allí, por lo que al principio se sorprendió.
"Me pregunté ¿y esto qué hace aquí?. Cuando bajé del coche miré por curiosidad y ví que eran nichos. Me fijé en las fechas de nacimiento y de defunción. Algunos eran de 2019 y de principios de año, pero desde marzo hasta julio había muchísimos. Me quedé impactada. Había alguno más jovencito pero el resto eran todo abuelitos, el grupo de mayor riesgo. En la lápida no pone evidentemente que hayan muerto por coronavirus pero atas cabos y sacas tus propias conclusiones", explica la mujer a NIUS.
No nos cuesta nada perder un año de nuestra vida. Es mejor que perder tu vida en un año
Esther también ha sido víctima de la COVID-19. Informática y residente en Tres Cantos, enfermó a principios de marzo y pasó cinco semanas de baja, las tres primeras con fiebre recurrente. "Creo que me contagié en algún acto. Yo empecé a incubar la enfermedad pero al principio tenía explicación para todos los síntomas. Si estaba cansada o estornudaba era por la alergia. Entonces ya pensaban que íbamos a tener que teletrabajar, tenía muchísimo trabajo y hacíamos muchas horas extras para dejar todo zanjado. Muchas personas pasaban por mi puesto. Me dolía el cuello pero pensaba que era porque había llevado un collarín después de sufrir un latigazo vertical".
"La tos era por la moqueta del trabajo, que levantaba polvo. Hasta que un día les dije a mis compañeros que no me encontraba bien y que me iba a casa. La fiebre empezó a subirme. Al día siguiente no fui a trabajar y empecé a llamar al servicio de atención de la Comunidad para contactar con el centro de salud. Estuve dos semanas con síntomas y otras dos confinada en mi casa. Sólo veía a los policías y a los niños en las ventanas y la verdad, ha sido muy duro", relata.
Las secuelas le han durado hasta el mes de julio, por eso ahora tiene miedo de volver a contagiarse o de que enfermen sus padres. "Enterarte de que hay gente que se salta el confinamiento o de que sale a la calle siendo positivo o sin serlo pero sin mascarilla es bastante vergonzoso. Creo que no se hacen ni un favor a sí mismos, horrible", dice.
Ahora se siente sobrepasada por las reacciones a su tuit. "No pensaba que esto iba a alcanzar esta magnitud. El vídeo ha salido en los medios de comunicación y no me imaginaba que iba a ser algo así. Si ayuda a que se conciencien fantástico. El problema es que los que no creen en esto por mucho que les pongas el virus en la cara van a seguir sin creerlo pero si con un poco de suerte alguien ha perdido a un ser querido y ver las imágenes puede hacerlo recapacitar, sería maravilloso. Ojalá se pudiera cambiar la cosa".
La respuesta de la empresa municipal
En los cementerios municipales de Madrid nunca han faltado unidades de enterramiento, ni siquiera en los momentos álgidos de la pandemia. Según fuentes de los servicios funerarios, estos columbarios no son nuevos, fueron construidos en el año 2019. Tampoco hay zonas destinadas únicamente a las víctimas del COVID. Aseguran que han tratado el tema con gran transparencia y que han facilitado periódicamente los datos de todos los enterramientos.
El pasado mes de abril, el Ayuntamiento adelantó una licitación que estaba prevista para más adelante, debido al aumento de la demanda. Sacó a concurso el contrato para redactar un proyecto de ampliación. El cementerio de la Almudena es el más grande de España y uno de los mayores de Europa."Siempre se piensa dónde seguir construyendo para que nunca haya déficit ni problemas", aputan estas mismas fuentes.