Padres e hijos al límite de su paciencia: cómo acabar el confinamiento "sin volverse locos"


Varios psicólogos recomiedan cómo mantener la "paz" en el hogar mientras dura la desescalada
"Adultos y menores están cansados y desbordados", aseguran
Padres e hijos al borde de un ataque de nervios, no es el título de una nueva película de Almodóvar, es la realidad que se vive en muchos hogares españoles. Diez semanas confinados en casa es demasiado tiempo, para los adultos y más aún para los niños. No hay que olvidar que su percepción del tiempo es diferente, para ellos los días pasan mucho más despacio.
"Están que se suben por las paredes", confirma Ángel Rull, psicólogo infantil que atiende online a sus pacientes desde la web somospsicólogos.es. "Es cierto que algunos están más tristes, irritables o rebeldes de lo normal", añade, "pero no olvidemos que quizás sea por contagio emocional de padres a hijos. Si los menores perciben desbordados a sus adultos es fácil que ellos también se sientan así", asegura.
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"El problema es que de repente vivimos exclusivamente en el mundo de los niños y eso cansa mucho a los padres. El mundo social nos permite compartir tensiones y emociones y nos han privado de ello. La carga de los padres ha subido de forma exponencial, antes la compartíamos con los profesores, con los amigos, cuando salíamos con ellos, eso nos hacía olvidarnos por un rato de nuestro rol de padres. Ahora tenemos doble o triple trabajo, y eso nos estresa y hace que estresamos a nuestros hijos", apostilla Giuseppe Iandalo, responsable del centro psisemadrid.org, expertos en psicología de la infancia y adolescencia.
Mantener la "paz" en nuestros hogares se ha convertido en una misión con desigual resultado. NIUS ha consultado con varios especialistas que nos aconsejan cómo conseguirlo. "Adultos y menores están cansados y desbordados", reconocen.
Si se convive con niños de 0 a 6 años
"Son los grandes olvidados de esta cuarentena", apuntan. "No tienen las habilidades tecnológicas de los mayores y necesitan más la presencia constante de sus padres, que en muchos casos tienen que atender sus teletrabajos", explican. ¿Cómo evitar que padres y niños no acaben alterados? Iandalo y Rull nos dan algunos consejos:
- Organizar (si es posible) turnos entre los progenitores. Que uno se ocupe de los pequeños por la mañana y otro por la tarde.
- Dedicarles cada hora y media 20 o 30 minutos de actividad compartida. Si los niños tienen menos de dos años, serían necesarios 45 minutos de atención total por cada 20 minutos que nos separamos de ellos.
- Si los menores son muy dependientes aprovechar esta situación para educarles en el respeto hacia nuestro espacio. Enseñarles desde pequeños que hay ciertos espacios nuestros, como es el trabajo, en los que necesitamos calma y otros espacios donde ya pueden jugar con nosotros. Si son bebés podemos ir alejándonos poco a poco de ellos. "Puedo seguir hablándole, manteniendo contacto visual pero situándome en otra parte de la estancia, así hasta que el pequeño se acostumbre a estar solo durante ciertos ratos y podamos estar en habitaciones diferentes".
- Responder a los berrinches con firmeza, pero no siendo hostil ni intrusivo. No hay que ceder ante las exigencias de los más pequeños pero hay que tener disponibiliad emotiva, entender por qué está así y sobre todo no enfadarse si te saca de quicio. "No tengo que alterarme porque si no alimento una emocionalidad negativa. Hay que intentar calmarse. Si el progenitor no sabe calmarse es poco probable que el hijo aprenda a hacerlo".
- Salir a pasear con ellos dos veces al día (ahora que ya todo el país está como mínimo en fase 1). Salir fuera de casa una vez por la mañana y otra por la tarde, los ratos de juego al aire libre son necesarios para su equilibrio emocional.
Si se convive con niños de 6 a 12 años
- Establecer un horario delimitado para las clases y tareas. Limitar las horas de clase, estudio y deberes y a partir de esa hora olvidarse, todo tiene que ser juego. "Los padres no lo están haciendo así y al final se pasan el día entero detrás de los niños para que hagan los deberes y provoca mucho desgaste".
- Utilizar un sistema de fichas si les cuesta hacer las tareas del colegio. Se trata de establecer las normas que queremos en casa, ponerlas por escrito para que los niños las vean y a partir de ahí decidir cuántas fichas se dan por cada norma cumplida. Este sistema evita los castigos y se basa en la recompensa. Luego con las fichas se pueden comprar horas de juego con los padres, con los amigos, con las tablets, con los móviles, escoger el cuento que quieren que les lean por la noche, etc.
- Establecer una rutina también de ocio. Salir a jugar o hacer deporte un par de veces al día con los niños. No preocuparse tanto por si la casa está limpia, recogida. Estamos confinados, nos podemos permitir ciertas libertades. Los padres tienen que rebajar su autoexigencia. "El alivio de las medidas de aislamiento ha facilitado un poco más la descarga de tensiones que en casa se había hecho muy estresante".
- Flexibilizar normas. "Se pasa mucho tiempo con los niños, las normas se pueden rebajar un poco. Si antes se acostaban a las 21.30 horas, ahora pueden hacerlo sin problema una hora más tarde, porque luego también nos conviene que no se levanten a las 7 de la mañana. Hay reglas que antes regían en nuestros hogares que quizás ya nos sean útiles en las nuevas circunstancias y que no debemos empeñarnos en mantener".
Si se convive con adolescentes
- Aprender de ellos. "Están llevando el confinamiento de una forma muy práctica, aprender de la forma que tienen de comunicarse con sus amigos, de no perder el contacto, de priorizar, porque ellos sí se han adaptado al confinamiento. Los adultos no, lo que hemos hecho ha sido forzar nuestro ritmo de vida habitual a estar encerrados y eso al final no encaja y hace que estallemos. Ellos viven absolutamente en el día a día, que es el modelo anti estrés que los adultos deberíamos aprender.
- Respetar su espacio. Si nos molesta que se aíslen en su habitación dicen los expertos que debemos hacer un esfuerzo por comprenderlos. "Los adolescentes están encerrados porque a partir de los 13 o 14 años no quieren compartir su vida personal con sus padres. La necesidad de intimidad la tienen con sus amigos, precisan compartir con un igual sus asuntos o preocupaciones. El rol de los padres es el de estar disponible si hay algún problema.
- Mantener rutinas comunes. A pesar de dejarles su espacio es esencial que sigan compartiendo los horarios de comida en casa y que realicen actividades conjutas con el resto de la familia, pueden ser en el exterior, haciendo deporte juntos o dentro de casa, viendo una película juntos, etc.
- Permitirles encontrarse con sus amigos con seguridad (ahora que se puede). "Todos tenemos necesidad de socializarnos, de interaccionar con el otro, pero los adolescentes aún más", insisten los psicólogos. "La tecnología se ha quedado un poco corta, ha sido y es muy útil para mantener el contacto interpersonal pero los niños y sobre todo los adolescentes necesitan relaciones en las que entren todos los sentidos, no solo es cuestión de escuchar y ver", informan. "Necesitan moverse, hablar en un banco de un parque, hacer actividad física compartida con sus amigos, para ellos es imprescindible explorar las relaciones en un entorno tridimensional".
Es posible acabar el confinamiento "sin volverse locos", concluyen los psicólogos. "Solo hay que sacar la parte positiva de esta situación. Teníamos un modelo de vida en donde no veíamos tanto a los hijos como deberíamos y ahora estamos justo en el extremo opuesto, vivimos pegados a ellos las 24 horas del día. Es nuevo, pero no tiene por qué ser malo. Nos permite, al fin, disfrutar de ellos, conocerles, aprender y crecer a su lado", concluyen.