A pie de Pontevedra a Madrid para pedir el rescate de la hostelería: "¿Duro?, somos autónomos"


Los 7 hosteleros gallegos en ruta planean llegar a la capital en Nochebuena
Afrontan etapas de 10 horas caminando con lluvia y temperaturas por debajo de los 5 grados
Juanjo Gondar camina por el arcén de una carretera comarcal de la provincia de Ourense, cerca ya de la frontera con Castilla y León. Cielo cubierto, cuatro grados y el temor de que las gotas que oscurecen el asfalto se conviertan en nieve como ya ocurrió un par de días atrás, en el Alto do Paraño, a unos 800 metros de altitud. Pesan los kilómetros acumulados desde que salieron de Pontevedra el pasado día 7, unos 50 al día, y a cada paso queman las llagas en los pies. "Más dolorosa es la herida del sector hostelero", cuenta a NIUS mientras sigue caminando al ritmo de los golpes de su bastón sobre la calzada.
Gondar es propietario del Asador Lapamán, en Marín (Pontevedra). Tiene a cuatro empleados en un ERTE. "Este mes, estando cerrado, he puesto 6.500 euros entre seguros sociales, alquiler, suministros… los recibos siguen llegando". La asfixia y la falta de soluciones le llevó a emprender este camino al frente del autodenominado "Equipo Rescate Hostelería".
El grupo lo forman siete hosteleros de Pontevedra. "Necesitamos un rescate directo, inyección de dinero ya, mucha gente está pidiendo dinero a familiares". Para empezar, añaden, "sería un acto de buena fe suspender el pago de impuestos". Con esas peticiones se echaron a la carretera rumbo a Madrid. Si todo sale bien, alcanzarán su destino en Nochebuena, cerrando su peregrinaje con una reunión con colegas de toda España.

A unos metros de Juanjo camina Rafa Rúa. "Tengo a tres personas en un ERTE y yo en cese de actividad, cobrando 377 euros con 4000 de gastos por cada local. Nos están matando en vida". Representan a unos 100 asociados de la zona de Pontevedra, 100 historias por desgracia muy similares a las de Gondar y Rúa.
Pero el camino no solo deja heridas. Desde que salieron de Pontevedra, las muestras de solidaridad se multiplican. "Estamos emocionados, vamos por la carretera y los coches, los camiones, la gente en las ventanas, nos dan ánimo". Gestos que se traducen en apoyo tangible. El equipo ha comido y dormido todos los días gracias a las aportaciones de gente desinteresada.
Como Esperanza de Felipe, que abrió su casa rural en Sanxurxo de Sacos (Pontevedra) para que todo el grupo pudiera asearse, cenar y dormir sin coste alguno. "Yo soy ya mayor para irme andando para allá con ellos, pero quería ayudar", cuenta en el salón junto a los caminantes. Cuando se enteró de la iniciativa, ni se lo pensó. Y eso, destaca Rafa, "que desde marzo solo ha abierto para nosotros. No hay dinero que pague este detallazo, yo volveré a alojarme con mi familia en Casa do Fontán como agradecimiento".

A su paso por O Carballiño (Ourense), los siete recibieron, también sin coste, la atención de una clínica de fisioterapia. "Nos hacía mucha falta, no estamos acostumbrados a estos esfuerzos", razona Juanjo. Un equipo de apoyo desde Pontevedra se encarga de canalizar los ofrecimientos que reciben. Supermercados que aportan comida, farmacias que donan botiquines para la ruta… Además, cuatro personas les acompañan en dos coches de apoyo.
No son las únicas cuestiones que tuvieron que resolver antes de partir. Atravesar media península significa cruzar territorios en los que la movilidad está restringida por cuestiones sanitarias. Tramitaron los permisos para poder circular por esas zonas a través de la subdelegación del Gobierno en Pontevedra, amparados, cuentan, "en el derecho de manifestación".
Despedimos al grupo descansando tras otra dura etapa. Mañana esperan 10 horas de marcha. En total, cubrirán a pie casi 600 kilómetros en dos semanas. "¿Duro? Somos autónomos", ríen mientras recuperan fuerzas.