Presos españoles salen de permiso para hacer las prácticas del carnet de conducir

Las clases teóricas se imparten en las prisiones, y el coche de la autoescuela recoge a los alumnos del centro y los devuelve
Según una encuesta de Instituciones Penitenciarias, más de la mitad de los ex reclusos conduce sin permiso
Las puertas de prisión se cierran tras ellos. Tras una larga estancia en la cárcel, algunos presos vuelven a respirar el aire de la libertad. Son pocos segundos, los que tardan en recorrer el camino hasta el coche de autoescuela que les espera y que les traerá de vuelta a su celda. Aún así, agradecen esta nueva oportunidad que se les brinda. La Dirección General de Tráfico e Instituciones Penitenciarias han vuelto a poner en marcha el programa para que los reclusos puedan sacarse el carnet de conducir desde prisión.
Son presos de pedigree, con buen perfil, cuenta José Juan Serrano, representante de la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias, ACAIP. Trabaja en la prisión provincial de Huelva, cuya sala de usos múltiples se atestaba años atrás de reclusos con ganas de aprender y, en muchos casos, madurar. Hoy, José recibe con ilusión la buena nueva: los presos con los que convive cada día vuelven a tener la oportunidad de aprender a conducir desde prisión. El área sociocultural de las cárceles españolas abre sus puertas, de nuevo, a las autoescuelas.
La iniciativa ya está en marcha, y en la prisión sevillana de Morón, “el educador ya está apuntando los datos de quienes quieren sacarse el carnet de conducir”, afirma Sergio Vílchez, funcionario de esta cárcel. A este ritmo se quedará pronto sin papel y boli. Será el Equipo de Tratamiento de cada centro penitenciario el que determine, en última instancia, quiénes de ellos están capacitados para optar a esta nueva oportunidad. En cualquier caso, explica Sergio, el perfil tipo de estos reclusos está claro: condenas menores, acreditan buena conducta y cuentan ya con algún permiso carcelario. Para todos ellos se presenta ahora una nueva forma de disfrutar de su limitada libertad, y todos coinciden: qué mejor que hacerlo aprendiendo.
Las clases prácticas forman parte de su permiso
No se les concede un permiso especial, sino que las clases prácticas de conducir se imparten en el horario programado para su permiso, ya sea un segundo o un tercer grado. Antes, habrán tenido que aprobar el examen teórico, cuya preparación se realiza en las instalaciones penitenciarias con clases en las aulas y actividades en los ordenadores sin conexión a Internet. El premio al tesón será salir de esos cuatro muros para pilotar sobre cuatro ruedas, y el vehículo de la autoescuela será su pasaporte a la libertad, aunque sea durante poco menos que una hora. El profesor, su único vigilante.
Para costear un permiso que no es del todo económico también cuentan con ayuda, aunque no se les subvenciona el carnet por completo: los presos tienen que pagar las tasas correspondientes a los exámenes, además de las clases prácticas. Un importe estimado de unos 300 euros. El material didáctico sí corre a cuenta de las instituciones.
Con la iniciativa, la DGT pretende además evitar que reclusos que salen de prisión incurran en la conducción sin carnet de conducir e incluir, como novedad, los cursos de recuperación de puntos. Así lo confiesa Asún Muriel, jefa de Formación de la Dirección General de Ejecución Penal de Instituciones Penitenciarias: "El 77% de los internos que encuestamos conducían estando en libertad, de los cuales el 57% no tenía ningún permiso". Pero lo más importante es, sin duda, la oportunidad que va suponer para cientos de personas a quienes su experiencia en prisión les sirve como aprendizaje. Conducir hacia la reinserción.