13.923 'apps' recogen información privada aunque el usuario niegue el permiso

No solo FaceApp registra cada paso que damos, una inocente pulsera de un festival de música controla cada uno de nuestros movimientos
Si se aceptan las condiciones de una 'app' sin leer "se pierde el control”, advierte el profesor Xavier Vilajosana
Sabemos que Google nos espía a través de sus asistentes virtuales. Sabemos que Facebook ha usado nuestros datos para vendérselos a terceros con fines comerciales. Sabemos que nuestros datos circulan libremente por la Red... Sin embargo, seguimos dando “aceptar” a todas las opciones que nos piden, cada vez que nos descargamos una aplicación.
¿Somos conscientes de que estamos autorizando que utilicen nuestros datos privados e incluso lo cedan a terceros? La mayoría de personas no, y lo más preocupante es que FaceApp no es la única que utiliza nuestros datos.
Instagram, SnapChat, Google Maps o Spotify, todas las aplicaciones que tenemos en nuestro móvil tienen acceso a nuestros datos. Controlan quiénes somos, por dónde nos movemos, cuáles son nuestros gustos de música o cuál es nuestro plato de comida favorito.
La información personal se ha convertido en un producto más de compraventa y deambular por los mundos real y virtual tiene cada vez menos de anónimo: “Hace 15 años éramos anónimos, ahora ya no, Facebook te etiqueta y desde ese momento ya saben quién eres. Aplicaciones como FaceApp hacen lo mismo, usan tu rostro para etiquetar y almacenar una gran base de rasgos faciales”, indica Xavier Vilajosana, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Todos nuestros datos pueden ser utilizados e incluso cedidos a terceros
El desconocimiento es uno de los principales problemas. En España, a diferencia de países como Alemania, la preocupación por la privacidad en la web no existe. En la mayoría de ocasiones, al instalar cualquier aplicación móvil, se advierte que todos nuestros datos serán utilizados e incluso cedidos a terceros, pero en nuestro país “hay una tendencia a aceptar todas las condiciones sin saber lo que implica ceder esos datos y en ese momento se pierde el control”, indica Vilajosana.
Además, un reciente estudio realizado por unos investigadores del Instituto Internacional de Ciencias Computacionales (ICSI) en Berkeley, IMDEA Networks Institute de Madrid, la Universidad de Calgary y AppCensus, ha desvelado que actualmente existen unas 13.923 apps que han encontrado la forma de recopilar información privada pese a que el usuario niegue los permisos explícitamente. Estas estrategias usadas por las empresas complican todavía más el control de nuestros datos y por lo tanto es cada vez más necesario conocer herramientas para tratar de evitar que nuestra privacidad circule libremente sin previa autorización.
Navegar por la web en ventanas incógnitas, utilizar navegadores que bloquean los anuncios de los sitios web, no aceptar las cookies o desconectar la ubicación del móvil son algunas de las recomendaciones dadas por el profesor Vilajosana. Sin embargo, el catedrático insiste en que lo más importante es concienciar a la sociedad, y sobretodo a la gente joven, de que cuando navegan por internet o descargan aplicaciones móviles “están regalando información privada a grandes empresas que comercian con estos datos”.
Los grandes eventos multitudinarios, gran fuente de recopilación de datos
Los mundos virtuales no son el único riesgo. Los eventos multitudinarios y festivales de música pueden suponer también un desafío para nuestra privacidad. Festivales como el Sónar o el Cruïlles reúnen cada año a miles de personas que son, para las grandes empresas, una gran fuente de información gracias al uso de varias tecnologías.
Las pulseras RFID, las redes wifi y las aplicaciones utilizadas en festivales de música permiten a las empresas proveedoras saber a qué hora entran los espectadores al recinto, cuáles son sus preferencias del evento y qué les gusta consumir. En definitiva, datos y más datos privados que se han convertido en la época actual en una mercancía para las empresas sumamente valiosa.