Koldo, Idoia y Goiuri trabajan en Nochevieja para que el resto nos podamos comer las uvas

Unos trabajan en Nochevieja porque "se gana más" y a otros no les queda más remedio por turno de trabajo
Algunos lo hacen voluntariamente como los miembros de la DYA
Nochevieja, suenan las 12 campanadas y se descorchan las botellas de cava en los hogares españoles. Mientras esto ocurre, Koldo, Idoia y Goiuri están trabajando. Para ellos, como para otros muchos, la noche de fin de año es como otra cualquiera.
“Si podemos picamos algo, comemos algún dulce y brindamos, eso sí, con un refresco. Si hay suerte, quizá podemos comernos las uvas”, nos cuenta Koldo Kandela, técnico sanitario de la DYA (Detente Y Ayuda). Junto a otros cinco compañeros, Koldo pasa la Nochevieja pendiente de cualquier urgencia que surja para salir a toda prisa en la ambulancia. Tienen la televisión puesta por si acaso están en la base a las 12 de la noche, pero también las emisoras de emergencia. “Suelen ser muy habituales esta noche las quemaduras con petardos o las intoxicaciones y a medida que pasan las horas tenemos algún herido por peleas a causa del alcohol”, relata.

Esta asociación de voluntarios cumple justo este 1 de enero cincuenta y seis años de andadura. “Una de las cosas más bonitas de estas fechas es que reflejan el verdadero espíritu por el que nació la DYA. Trabajamos todas las noches, sin embargo, en ésta y la de Nochebuena se reafirma más todavía la calidad humana de nuestros voluntarios, que sacrifican el estar con su familia para ayudar a los demás de forma altruista”, afirma orgulloso Fernando Izaguirre, presidente de la DYA.
“Vas a trabajar con más alegría”
Quince profesionales sanitarios atienden a los enfermos psiquiátricos ingresados en el Hospital Aita Menni de Mondragón, Guipúzcoa, esta Nochevieja. Una de ellas es Goiuri Angulo, auxiliar de clínica. “Es verdad que entras con otro espíritu, con más alegría por ser el día que es, pero las necesidades del paciente son las mismas que otra noche cualquiera, por lo que el ritmo de trabajo no cambia”, asegura. Sin embargo, no faltan nunca las 12 uvas por si en el momento de las campanadas tiene un hueco libre. “Es lo único que nos permitimos el 31 de diciembre, nos reunimos en una planta que tiene tele y las comemos”, reconoce.
“Me pagan muy bien”
Este el primer año que Idoia Atxa no pasa la Nochevieja con su familia. “Me da mucha pena porque justo viene a cenar la única abuela que me queda”, se lamenta. A sus 28 años, Idoia lleva una década trabajando en hostelería. Lo ha dejado para ponerse de nuevo a estudiar, pero acepta trabajos puntuales para sacarse un “dinerillo” y en Nochevieja “me pagan muy bien”. Esta vez sirve la cena a los 130 comensales que celebran la entrada de año en el vizcaíno Hotel Balneario Areatza. Aprovecha a comer las uvas mientras lo hacen los clientes y espera llamar a casa para felicitar el año a sus seres queridos “mientras los clientes toman el cava”, cuenta a NIUS
Son solo tres ejemplos de profesionales que “no bajan la persiana” esta noche tan especial para que el resto disfrute de un final y buen comienzo de año. Este pretende ser nuestro pequeño homenaje.