Drogas como la burundanga están detrás de un tercio de las agresiones sexuales

Un equipo médico de Málaga ha desarrollado un protocolo de detección de la 'sumisión química'
Imagine que usted trabaja en un centro de salud o en un hospital, y que un día una joven se sienta al otro lado de la mesa y le cuenta: “Ayer salí a cenar con amigos y me he despertado tirada en un descampado y sin bragas. No me acuerdo de nada”. Este sórdido relato, cada vez más frecuente, es un ejemplo de lo que escucha el equipo de detección de violaciones a golpe de sumisión química del hospital malagueño Costa del Sol. Su misión es detectar agresiones con drogas que anulan la voluntad y el sentido de la víctima. La directora del programa, Carmen Agüera, asegura que esta clase de violaciones representan ya un tercio del total.
Al Hospital Costa del Sol llegan cada año entre 35 y 40 posibles casos de agresión sexual, de los cuales el 35% presencia evidencias médicas de violación con uso de drogas. Agüera reconoce que el método de la sumisión química no es nuevo, pero hasta ahora, ante esta clase de denuncias, casi siempre se daba la misma respuesta: "Habrá bebido", solía contestar el personal hospitalario a la joven que llegaba aturdida, con dudas y con la sospecha de haber sido violada.
Carmen se cansó de que "el alcohol fuera siempre el único culpable". "Las ropas rasgadas, la amnesia temporal, la confusión...", la doctora Agüera explica que muchas veces se encontraban con esas situaciones, síntomas de una violación que se tardaba muchísimo en corroborar. Así nació en el Hospital Costa del Sol de Málaga el protocolo de detección de la sumisión química, la violadora silenciosa.
Carmen Agüera explica el protocolo
- El primer paso, tras tratar las lesiones con riesgo vital para la víctima, se mantiene una entrevista personal con ella.
- Segundo, identificación del cuadro médico. La víctima de la sumisión química suele presentar amnesia, confusión y letargo.
- Si aparecen esos síntomas, se realiza una exploración clínica de la que se encarga un equipo mixto de médicos y forenses. Se toman muestras de orina, sangre, fluidos y demás restos biológicos para esclarecer lo sucedido.
- La dificultad aquí está en la rapidez con la que desaparecen esas sustancias de la sangre.
- Las drogas más habituales: benzodiacepinas (ansiolíticos), junto a la archiconocida burundanga. En menor proporción, derivados morfínicos y opiáceos.
- El siguiente paso: agentes de la Policía Nacional trasladan a la víctima a comisaría para tomarle declaración.
- El 84% son mujeres y el perfil: menores de edad, agredidas por desconocidos
- El agresor casi siempre es un hombre, español, de entre 41 y 64 años.
- El proceso termina con el seguimiento de la paciente, a quien se orienta social y psicológicamente para afrontar el trauma que le puede haber ocasionado la experiencia.
Un protocolo necesario
El protocolo se está aplicando ya en todos los hospitales de la provincia de Málaga, porque año tras año, las cifras oficiales de agresión sexual crecen y un tercio está relacionado con la burundanga y similares.
Las cifras respaldan la necesidad imperiosa de poner en marcha este tipo de protocolos, especialmente en Andalucía, segunda comunidad autónoma con más delitos contra la libertad sexual (2.064 en 2017), sólo por detrás de Cataluña.