Los refugiados que llegan al margen del Sistema de Acogida Estatal: "No tienen derecho ni a dinero de bolsillo"


España habilitó en marzo un sistema para agilizar la acogida de personas que hayan huido por la guerra
Muchos ucranianos, sin embargo, han llegado a nuestro país a través de iniciativas particulares
Las familias que les acogieron denuncian que no tienen derecho a ninguna ayuda económica
Cuando las bombas empezaron a caer en Ucrania, Ana Rodríguez , una palenciana de 48 años, sintió pánico por Natalia, la mujer que gestó a su hija hace tres años y con la que desde entonces mantiene una estrecha relación. "Le dije que se viniera para España, que tenía que salir de allí cuanto antes".
La joven y su hijo Yehor, de siete años, vivieron una auténtica odisea antes de llegar a nuestro país. "Habían huido de Kiev al pueblo de sus padres, pero los rusos llegaron hasta allí y tuvieron que permanecer encerrados a oscuras en la casa y en un bunker hasta que pudieron emprender el viaje", cuenta Ana.
Cuatro días de miedo e incertidumbre en coche, furgoneta y avión que culminaron el 17 de mazo cuando por fin llegaron a Madrid. "Fue un encuentro emotivo pero muy duro, emocionante por volver a verla después de tres años, pero dolorosísimo por la razón que era", relata Ana.
Como Natalia y su pequeño, cientos de ucranianos llegaron a España en los primeros días a través de iniciativas particulares -familias que recogían niños en la frontera, taxistas, autobuses que volvían repletos... Un ejemplo de solidaridad que, denuncian, al llegar aquí se ha dado de bruces con la administración.
"Los refugiados que han sido acogidos al inicio por familias españolas no reciben ayuda económica de ningún tipo, parece que no tienen derecho porque no lo han hecho a través del Sistema Estatal de Acogida", denuncia Ana.
La palenciana lleva un mes llamando a todas las puertas sin resultado. "He ido a la Cruz Roja, a Accem, a la Subdelegación del Gobierno de Extranjería, a Protección Civil, al Ayuntamiento de mi ciudad, a la Seguridad Social, a los Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León... y solo he obtenido una respuesta. "No hay dinero para Natalia ni lo va a haber", lamenta.
"La cara que se me queda...", denuncia Ana. "Entiendo que no le den una cantidad alta, valdría con un mínimo que le hiciera sentir que no depende totalmente de mi, para que pudiera llevar un euro en el bolsillo y poder comprarle chuches a su hijo o una botella de agua en el parque si el niño tiene sed. Es una cuestión de dignidad", recalca. "Yo no puedo darle una paga, primero, porque no puedo económicamente, y segundo, porque me parece degradante para ella".
Desde el Ministerio de Inclusión confirman a NIUS que quienes acceden a través del Sistema Estatal de Acogida tienen opción a ayudas económicas para alquiler, para manutención y ayuda de bolsillo. "Me parece injusta la discriminación", dice Ana.
El Sistema Estatal de Acogida
Recuerdan, sin embargo, desde este Ministerio, que no importa el modo en que las personas refugiadas lleguen a España: tienen acceso al Sistema Estatal de Acogida todas ellas en cualquier momento. En todos los centros (ejemplo: Pozuelo de Alarcón) se les informa de este procedimiento, y se les explica que si necesitan acogida entran en este sistema estatal gestionado por el ministerio y con el apoyo de entidades financiadas para este fin.
"El problema es que Natalia y otros como ella no necesitan acogida porque ya la tienen", refuta Ana. "Y al parecer, como ya tienen sus necesidades básicas cubiertas se entiende que están en una fase más avanzada que los que llegan sin nada y entonces toca esperar, no se sabe cuánto tiempo, a que se solucione esta primera emergencia para ver qué tipo de ayudas puede haber, si es que las hay", dice Ana.
"Las personas que están acogidas por iniciativas privadas, fuera del sistema de acogida estatal, pero son refugiadas", explica el Ministerio, "tienen acceso a todas las ayudas transversales de acompañamiento (clases de español, ayuda jurídica, psicológica, apoyo en trámites administrativos, etc). Actualmente nos encontramos en una fase de acogida de emergencia de las personas que van llegando a España y por lo tanto estudiando todas las formas de apoyo suplementario y acompañamiento a todas las personas refugiadas, si bien para recibir ayudas económicas, el sistema de acogida Estatal precisa que las personas refugiadas se encuentren dentro de la Red de acogida institucional, es decir, dentro del sistema nacional de acogida, al que por supuesto pueden acudir en cualquier momento que lo precisen", especifican.
"No es tan fácil", asegura Ana. "Para entrar en el sistema de acogida estatal hay que acudir a uno de los puntos habilitados para ello, permanecer allí varios días y luego esperar a que te asignen un destino donde haya plazas y de ahí al domicilio de acogida. Si Natalia ya tiene hogar de acogida ¿qué necesidad hay de todo esto? Tendría que abandonar su ciudad, su entorno conocido, sacar a su hijo de la escuela ahora que ya está escolarizado... no son sacos de patatas, no tiene razón de ser", lamenta.
"Son refugiados que vienen de una guerra y que están muy tocados", destaca. "Habría que tener el máximo cuidado con ellos", pide. "Para que te hagas una idea, el niño, el primer día que oyó una ambulancia se quería meter en un bunker y cuando vio un avión empezó a gritar bombas, bombas".
Agradece Ana, sin embargo, las ayudas que Natalia sí está recibieno. "Le dan comida del Banco de Alimentos, está a la espera de que le den el NIE, su hijo va al cole, como te decía, ella a clases de español, le han ayudado a hacer su currículum para encontrar trabajo, que no será de lo suyo, porque es psicóloga infantil y es imposible validar su título, pero algo le saldrá. Aunque para poder trabajar tiene que estar en el Sistema Nacional de Empleo y para eso necesita el NIE físico que no termina de llegar, solo tenemos el resguardo. En fin todo burocracia y burocracia...
De lo mismo se queja Vasil Teskh, un ucraniano que vive en Valladolid y que ha creado la asociación CYL (Castilla y León) para Ucrania. "Hemos conseguido sacar a unas 15 personas de la guerra y en la mayoría de los casos las familias de acogida son las que se están encargando de su manutención completamente", indica. "Muchos de ellos no han conseguido si quiera la ayuda del Banco de Alimentos, o de Cruz Roja. En algunos casos el dinero de bolsillo lo consiguen a través de donaciones, gente que mete una cantidad en una tarjeta común para que tengan para un café, por ejemplo, pero son todo particulares, el Estado nada", asegura.
"Cuando vas a pedir ayuda siempre dicen lo mismo, que tiene que ser a través del Sistema de Acogida Estatal", dice Vasil. "Pero así también se encuentran con problemas porque algunos que lo han hecho les han mandado a un centro donde los tiempos se demoran mucho, donde en ocasiones no se sienten bien tratados... Es una situación complicada", denuncia.
"Yo entiendo que hay que seguir unos cauces, pero por ejemplo, a nosotros nos han ofrecido un montón de casas donde podrían vivir los refugiados que fueran llegando, ¿por qué no podemos contribuir a que esta situación se solucione?¿Por qué el Estado no cuenta con nosotros en este sentido?
"Al principio empezamos a actuar como ciudadanos particulares, luego creamos la asociación con la esperanza de poder entrar dentro de ese Sistema de Acogida Estatal y así poder ayudar, pero es imposible. El Estado trabaja con una red de asociaciones y onegés determinada y es imposible entrar ahí", lamenta.
"El miedo que me da es que las familias que estaban dispuestas a acoger al ver las complicaciones desistan", alerta Vasil. Este ucraniano sabe que el Gobierno ha creado el Plan Acoge Ucrania, que permite que familias residentes en España se presenten como voluntarias para acoger a familias que huyen de Ucrania. "Esas sí tendrán todas las ayudas garantizadas, pero y las familias que acogieron antes de que se lanzara este plan, como el caso de Ana y Natalia y tanto otros...?¿Qué pasa con esos refugiados y con esas familias?, insiste.
"Estamos en una especie de limbo", apostilla Ana Rodríguez. "Atrapados, sin más que esperar una ayuda económica que no llega y que ellos necesitan para sentirse personas como el resto, parecidas, al menos, a las que eran antes de que la guerra estallara".