Eva pierde el derecho a reducir la jornada porque su hijo dependiente cumple 18: "Me sigue necesitando"


En diez días, esta madre sevillana pierde por ley su derecho a una reducción de jornada retribuida al cumplir su hijo con parálisis cerebral los 18 años
Miles de familias con hijos con enfermedades graves piden un cambio en esta normativa que los deja desahuciados y sin posibilidad de conciliar una vez que sus hijos alcanzan la mayoría de edad y a pesar de que siguen siendo dependientes
Eva Norte cuenta, angustiada, los días que faltan hasta el 14 de marzo de 2021. Ese día, su hijo, José María, con parálisis cerebral cumplirá la mayoría de edad. Seguirá siendo un dependiente severo, con una discapacidad del 85 por ciento. Sin embargo, la vida ya no será la misma para esta familia. Porque José María cumplirá los 18 años y, automáticamente, dejará de estar bajo la protección de la ley para el cuidado de menores afectados por cáncer u otra enfermedad grave.
La principal consecuencia es que su madre, que ha pasado los últimos cinco años dedicada 24 horas a su cuidado, tendrá que reincorporarse a su puesto de trabajo, en el que hasta ahora mantenía una reducción de jornada del 99’9 por ciento para poder cuidar de él.
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“No anda, no habla, apenas ve, hay que darle de comer, ducharlo”, enumera a NIUS Eva que asegura no tener tiempo para otra cosa. Hasta ahora, el Real Decreto 1148/2011 los amparaba, ya que permitía la reducción de jornada laboral, del 50 por ciento al 99 por ciento, de los progenitores de menores con cáncer u otras enfermedades graves, sin que ello les conlleve una reducción salarial.
Sin embargo, una vez que el menor cumple los 18 años, estas familias pierden ese derecho. “Es absurdo. Al cumplir la mayoría de edad, no deja de ser dependiente”, se lamenta Eva. Al contrario, la adolescencia supone, por lo general, un empeoramiento de estas enfermedades. “Además, ya no es un niño que se pueda dejar con cualquiera. Es un adulto, pesa y requiere mucho más trabajo”, reconoce.
En una semana, esta madre tendrá que volver a su trabajo de dependienta. Ha pedido a su empresa que, al menos, se adapte su jornada al tiempo que su hijo permanece en un centro de Educación Especial, al que acude todos los días. Sin embargo, el horario que le ofrecen no es suficiente para conciliar. “Cuando no haya clases, cuando tenga médico, cuando se ponga malo, ¿qué hago?”, se pregunta angustiada. Algo, esto ultimo, que ocurre con frecuencia. “Tiene problemas respiratorios. Si se pone enfermo suele ser por neumonías o bronquitis y eso no se cura en dos ni en tres días”, se lamenta.
Dejar el trabajo, hasta ahora, no se lo planteaba. “Llevo veinte años en la empresa, no puedo perderlo todo y necesitamos esos ingresos”, nos explica. Sin embargo, las opciones se agotan. "Es que no tengo con quien dejarlo. Mi marido trabaja todo el día y mis padres son ya muy mayores", lamenta.
Noches en continuo estado de alerta. Cansancio. Ansiedad. Hospitales. Consultas médicas. 24 horas de cuidados. Es la realidad a las que se enfrentan muchas de familias con hijos dependientes que, tras llegar a la mayoría de edad, se lamenta Eva, quedan desahuciados. “La ley está mal pensada. Sirve solo para enfermedades pasajeras, no grandes dependientes como mi hijo”, señala.
Su lucha es la de miles de familias españolas por cambiar una normativa que consideran injusta. La Junta de Andalucía reconoció en 2017 que este permiso puede prorrogarse hasta los 26 años, aunque solo afecta a personal funcionario y laboral de la Administración. “¿Es mi hijo menos dependiente que el hijo de un funcionario? ¿Se va a curar antes?”, se pregunta Eva. El tiempo corre en contra de esta madre y de muchos otros progenitores que esperan con amargura el 18 cumpleaños de sus hijos.