Boda en el hospital Isabel Zendal: una pareja ingresada por coronavirus se casa


Rosario y Fernando, ingresados por coronavirus, se han casado en el hospital Isabel Zendal entre los aplausos de los sanitarios
Incluso en los momentos más difíciles siempre existe un pequeño ápice, apenas un resquicio, para la alegría. Rosario y Fernando, de 62 y 70 años, son el mejor ejemplo de cómo el amor se abre paso en la enfermedad, porque detrás de los datos epidemiológicos hay grandes historias. La suya es quizás una de las que quedará para el recuerdo, porque ambos se han casado telemáticamente en el hospital Isabel Zendal.
Ellos son dos de los más de 4.000 ingresados por coronavirus en la Comunidad de Madrid, una región en la que la tercera ola ha dejado más de 800 muertos desde el 1 de enero. El hijo de ella los contagió a mediados del mes pasado y llegaron a tener 39 grados centígrados de fiebre, acompañada de tos.
No tardaron mucho en ingresar en un hospital. Primero estuvieron en La Paz y de allí los derivaron al Zendal el 23 de enero, previa proposición. "Entramos y nos separaron. Fue muy duro porque no sabíamos qué podía pasar", relata Rosario explicando que llevan 13 años juntos.
Los días en el centro se sucedieron con incertidumbre pero hace unos días llegó un mensaje al móvil de Rosario. Era Fernando, que una vez estabilizado tiró de valor y la pidió matrimonio desde su cama. "Es la alegría más grande que he tenido nunca. Dije: 'Claro que sí, ese es el sueño de toda mi vida, llegar a ser tu mujer'", cuenta ella emocionada.
Los preparativos
Quedan pocos minutos para que ambos se vean y Rosario se deshace en halagos. "Fernando es un hombre muy fuerte, es un luchador, un campeón y va a salir de esto", dice entre sollozos que dejan paso a las lágrimas. Pero la emoción puede a todo lo demás: "Cuando vea a mi futuro esposo me va a dar tanta alegría y emoción que voy a llorar pero de felicidad".
Aquí también hay invitados, en este caso los sanitarios, que bien se lo han merecido. Varias enfermeras acompañan a Rosario por los pasillos. En otra parte del Zendal espera Fernando, que necesita oxígeno y a quien le ponen una pajarita, porque no deja de ser una ocasión especial.
El emotivo encuentro
Ha llegado el momento. Rosario llega en silla de ruedas a la posición de Fernando entre una cascada de aplausos. Y como había predicho minutos antes suelta alguna que otra lágrima de alegría, al igual que él. "Sí, sí", dicen a un sacerdote al otro lado del móvil y se ponen los correspondientes anillos.
"Ha sido uno de los momentos más especiales de nuestras vidas", confiesa Rosario. Pero aquí no termina esta historia que nada tiene que envidiar a las películas de amor. No habrá arroz por las condiciones, pero sí lanzamiento de ramo. Lo recoge una sanitaria sonriente que pone un punto y aparte a esta historia, pendiente de una continuación fuera de las paredes del Zendal.