"Hago 'boxing' por YouTube y escucho audiolibros": el peculiar confinamiento de una abuela de 86 años

Ha puesto internet en la tele para ver sus sesiones de gimnasia en pantalla grande
Dice que gracias al confinamiento está aprendiendo muchas cosas
Rosa, de 86 años, cuenta a NIUS cómo se mantiene activa en casa
"Si no hubiera sido por esto del confinamiento no habría aprendido tantas cosas", dice Rosa. Esa frase, repleta de positivismo y resiliencia, resume a la perfección el estilo de vida de esta joven de 86 años. Y no, lo de joven no es un error. Rosa es joven pese a tener muchos años, y lo demuestra haciendo del confinamiento una experiencia más de la que extraer aprendizajes. Hablando muy rápido -"me pillas lavando la fruta que me acaban de traer la compra", dice al coger el teléfono- explica cómo se organiza los días para no aburrirse, algo que parece imposible tras hablar con ella.
"Me levanto temprano, a las 8. Desayuno y ya empiezo mi rutina: lo primero que hago es arreglarme para estar por casa, que a mí no me gusta estar zarrapastrosa. Me pongo colorete para no verme esta mala cara que se me está quedando de no salir". Y a partir de ahí, empieza a pensar: "me pongo tareas porque hay veces que no tengo nada que hacer, limpio sobre limpio, pero lo hago de todas formas". Cualquier cosa por mantenerse activa.
Encontré en Google una página para hacer gimnasia pero en el móvil lo veía muy pequeño, así que mi compañera de piso me puso internet en la tele
"Hago la comida y luego me pongo mi sesión de gimnasia en la tele, he empezado a hacer boxing, y me gusta mucho". Un momento, un momento, tenemos que interrumpirla: ¿Cómo que "se pone gimnasia en la tele"? Y contesta, entre risas: "Sí, es que busqué en Google y encontré una página para hacer gimnasia pero en el móvil lo veía muy pequeño, así que mi compañera de piso compró un aparatito y me puso internet en la tele".

Llegados a este punto, tenemos que pedirle que rebobine y nos explique muchas cosas: eso de buscar en Google, eso de la compañera de piso y eso de tener internet en la tele. La explicación es simpl: Rosa era especial ya antes del coronavirus y el confinamiento.
- Vive con una universitaria, Edith, desde hace cuatro años. Se pusieron en contacto a través del programa Convive de la ONG Solidarios Para el Desarrollo, que une a personas mayores con jóvenes: los primeros ofrecen su hogar a los segundos, que se deben encargarse de dinamizarles y cuidarles.

- No se concibe como una persona mayor, y hace suya la máxima que dice que le oyó no recuerda a quién: la vejez empieza el día que crees que ya lo sabes todo.
- Antes de la epidemia apenas tenía un día libre a la semana: iba a clases de literatura, de historia, jugaba dos veces por semana al ajedrez, iba a gimnasia. "Ahora me da pena no poder ir a nada, se me ha parado todo. Pero soy una privilegiada".
Si no hubiera sido por esto del confinamiento no habría aprendido tantas cosas. Yo no me estoy aburriendo, a mí esto se me está haciendo muy llevadero
Se considera una privilegiada porque está bien de salud, tiene un patio y no se siente sola. "Mi hija me llama todos los días, y ahora el WhatsApp está que echa humo, todo el rato. Hasta he recuperado contacto con gente con la que hace tiempo que no hablaba", dice, siempre viéndole lo positivo al asunto. "Y me paso el día ilusionada pensando: ahora me va a llamar fulanita, luego me va a llamar menganita".

Claro, ayuda que tiene una salud de hierro. Sólo le dificulta la vida una degeneración macular que hace que no pueda leer. "Así que me bajo audiolibros en el móvil", lo resuelve ella con una frase. Pero reconoce que no se puede comparar su vida con la de otras personas mayores, "porque es que personas mayores hay muchas: hay gente más joven que yo que está postrada en una cama. No somos comparables unos con otros".
Tareas del hogar, gimnasia y series
Rosa no se atreve a salir a la calle ni para sacar a su gran perra, "porque tiene mucha fuerza,y por el virus". Así que todos los recados los hace Edith. Ella, mientras tanto, sale con el animal a su patio, que es muy grande, después de su gimnasia, que no perdona. Cuenta orgullosa que hace el nivel más difícil "porque yo ya estaba en buena forma porque hago mucha gimnasia en mi vida normal". Y añade un comentario que revela cómo de joven se siente: "Nos han mandado un vídeo de los alumnos de la clase de gimnasia haciéndola en sus casas y me hace gracia que hay gente muy muy mayor… hombre, no tanto como yo, pero que hacen su gimnasia en casa tan animados", se ríe, como si no fuera con ella eso de gente mayor.
Nos han mandado un vídeo de los alumnos de gimnasia haciéndola en sus casas y me hace gracia que hay gente muy, muy mayor… hombre, no tanto como yo, claro
Dice Rosa que no perdona su siesta,y que las tardes las dedica a ver series. Ha recuperado las antiguas: Cañas y Barro, Fortunata y Jacinta, que son, opina "mucho mejores que las que hacen ahora, la verdad". Esto de tener internet en la tele le ha abierto un mundo. Y lo sabe: "Si no hubiera sido por esto del confinamiento no habría aprendido tantas cosas. A mí esto se me está haciendo muy llevadero", dice, dando una lección de positividad en cada frase.
La receta de su vitalidad
Se ríe cuando, ya a punto de colgar, le comento que ojalá llegue yo a su edad como ella: "siempre me dicen eso y yo les digo que tengo la receta", anuncia misteriosa. Además de suerte por tener buena salud, dice que para tener una buena vejez hay que "ser buena persona, ser positiva y no ser ambiciosa en el sentido de saber ser feliz con lo que te da la vida".
Un día estaba aburrida y se me ocurrió escribir sobre esto que estamos viviendo. Lo hice en a APP de notas del móvil y se lo mandé a mis nietas
Y pide que no se acabe el artículo sin que mencione a su familia. Porque, sí, al fin y al cabo Rosa es una abuela más, especial para algunas cosas pero como todas las demás en cuanto al orgullo por los suyos: tiene cuatro nietos y un bisnieto, Bruno, de cuatro años, "que es más bueno... antes no hablaba nada y ahora anda que no charla, qué de cosas cuenta". Quizás sale a su bisabuela, que también cuenta mucho, ahora, a sus 86, por escrito: "un día estaba aburrida y pensé qué podría hacer. Se me ocurrió escribir sobre esto que estamos viviendo. Lo hice en a APP de notas del móvil y se lo mandé a mis nietas Ana y Clara".
Lo dicho, que según ella todavía tiene mucho que aprender. Por cierto, además de boxing, hace zumba. Para hacer honor al dicho y que no le quiten lo bailao.