Los burgaleses ante las nuevas restricciones: "Es como si ya estuviéramos confinados"

La mayoría de los burgaleses acepta con resignación las nuevas medidas impuestas en una ciudad con las UCI al 100 % de ocupación
¿Por qué no puedo ver a mis padres y trabajar junto a 6 compañeros?", se preguntan algunos
Este domingo es el cumpleaños de María, la hermana de Amaya. Este año no habrá reunión familiar para celebrarlo. “Estamos muy unidas, nos vemos casi todos los días y me da mucha pena no poder juntarnos”, nos cuenta esta joven burgalesa, madre de dos niños que, relata, desde hace días no puede quedar con sus primos “como hacíamos antes todos los fines de semana”. Y, ¿qué te dice ella?, le preguntamos. “Que lo importante es que estemos todos bien y que ya habrá tiempo cuando esto mejore. Tiene razón”, nos responde.
La prohibición de reunirse en Burgos más de tres personas, con excepción de convivientes, preocupa a los burgaleses. Necesaria, según las autoridades sanitarias de la comunidad, supone un “quebradero de cabeza” para unos ciudadanos en su mayoría conformes si se consigue "frenar la pandemia". “De primeras, mi madre ya no puede ver a sus nietos. Además, nos suele echar una mano con los pequeños a diario y lo vamos a notar. Para ella también está siendo duro. Es viuda. No puede ir al gimnasio ni hacer sus actividades con las amigas”, asegura Amaia.

“No entiendo que prohíban a mi hija estar con sus abuelos y que podamos trabajar en el sótano de mi taller seis personas durante 8 horas”, se queja Jony, mecánico de profesión. Su chica, Leticia, es de la misma opinión. “Este fin de semana lo dedicaremos a dar paseos con la niña ya que más no podemos hacer”.
A Leticia, empleada de una empresa de distribución de productos ibéricos, el cierre de la hostelería le ha golpeado doblemente. “Ahora estoy en ERTE porque los pedidos han bajado muchísimo. Estoy echando una mano a mis padres que tienen el restaurante 'La Vieja Castilla' y ahora sólo pueden preparar comida a domicilio. No está bien la cosa, la verdad”.

Más triste es la situación de Juan por la pérdida reciente de un ser querido. Su tía falleció el jueves y el viernes fue su funeral en un pueblo a 30 kilómetros de la capital. “Vamos a ir y volver (Burgos capital no está confinado perimetralmente). Ni siquiera pasaremos por su casa porque somos mucho en la familia. No sé cómo actuaremos en la ceremonia. Si llega a ser aquí hubiera sido peor porque solo se permiten 15 personas en la iglesia y es una persona muy querida para nosotros”, nos cuenta.
¿Qué está pasando en Burgos?
Roció tampoco podrá quedar “a andar” con el grupo de amigas de siempre esta semana. “Justo somos 6, tendremos que dividirnos. Por favor, ¡qué no nos quiten poder ir a la piscina! Es que no sé qué está pasando en Burgos. Si lo estábamos llevando muy bien hasta ahora. Viendo lo que está pasando, parece ser que no era así”, reconoce.
“Lo que está pasando” es que la capital burgalesa no consigue doblegar el ritmo de contagios a pesar del toque de queda, el cierre de la hostelería o la restricción de aforos. En estos momentos, tiene una incidencia acumulada de 963 casos 100.000 habitantes (últimos 7 días) y su presión hospitalaria no para de aumentar.

"Estamos acojonados, así de claro lo tengo que decir para que la gente de una vez por todas lo entienda”, afirma rotunda una sanitaria de larga experiencia del Hospital Universitario de Burgos que prefiere quedar en el anonimato para “despacharse a gusto”. El centro ha suspendido las operaciones quirúrgicas no urgentes, ya destina 10 plantas a los enfermos covid y la UCI está al borde del colapso con el 100% de ocupación (datos de la Junta de Castilla y León de este viernes).

“Estamos a tope. Ya no saben ni dónde meter a los enfermos. Compañeros de mi unidad han sido trasladados a zona covid porque no dan a abasto y la mía se queda en cuadros. Estamos un poco indignados, la verdad. Han sido muchos meses para poder planificar y no se ha hecho nada hasta ahora. Así que de casa al trabajo y al revés. A mí no me importaría que se decretase el confinamiento domiciliar si es necesario”, opina esta profesional.
El posible confinamiento de la ciudad de Burgos está “sobre la mesa”. La Junta de Castilla y León lo solicitó y el Gobierno lo denegó. Aún así, los burgaleses son conscientes de que esa posibilidad puede hacerse realidad en cualquier momento. “No lo aguantaría otra vez. Fue muy duro para mí la anterior. Estaría dispuesta incluso a empadronarme en el pueblo”, reconoce Paula. Sin embargo, Camino, futura auxiliar de enfermería, cree que “hasta me vendría bien para estudiar. Además, al fin al cabo llevo sin salir con mis amigos por Burgos desde el verano. Con la hostelería cerrada, sin actividades deportivas y las reuniones a tres estamos prácticamente confinados”, reconoce.