El caso real que ha demostrado en EE.UU que la distancia de seguridad impide el contagio del virus


El estudio, realizado por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU, revela que una adolescente con covid contagió solo a los familiares que no respetaron la distancia social
11 de las 19 personas con las que la joven tuvo contacto en una reunión familiar (sin mascarilla ni distancia social), dieron positivo
Cada vez hay más pruebas de que los niños y adolescentes pueden transmitir eficazmente el SARS-CoV-2, el virus que causa el coronavirus. Durante julio y agosto de 2020, cuatro departamentos de salud de EE.UU y los CDC (Centros para el Control y Prevención de Enfermedades) investigaron un brote de COVID-19 ocurrido tras una reunión familiar en la que se mezclaron 20 personas de cinco hogares diferentes y cuatro estados distintos, y en la que una adolescente de 13 años fue la presunta paciente inicial. Tras ese encuentro otras 11 personas resultaron contagiadas.
Se analizaron uno a uno los casos, exposiciones, síntomas, contactos cercanos y resultados de las pruebas y las conclusiones son muy reveladoras. Los participantes en la reunión que respetaron la distancia de seguridad no resultaron contagiados, sin embargo, 12 de 14 que no lo hicieron dieron positivo en el virus.
El origen del caso
Todo comienza cuando una adolescente mantiene contacto directo con un enfermo de coronavirus en junio de 2020. Debido a su exposición, decide hacerse la prueba del SARS-CoV-2. Le realizan el test rápido de antígenos 4 días después del contacto, cuando estaba asintomática. El resultado es negativo.
Dos días después, sin embargo, experimenta congestión nasal, su único síntoma. Ese mismo día, ella, sus padres y dos hermanos viajan a una reunión con otros 15 familiares, que comienza al día siguiente. Los asistentes pertenen a cinco hogares de cuatro estados distintos y tienen edades comprendidas entre los 9 y los 72 años.
Catorce familiares, incluida la que llamamos paciente inicial, se quedan en una casa de cinco dormitorios y dos baños entre 8 y 25 días. Estos familiares no usan mascarillas ni practican el distanciamiento físico en ningún momento. Otros seis familiares (una tía, un tío y cuatro primos) visitan durante 10 horas el tercer día y 3 horas el décimo día la casa. Justo cuando seis de los asistentes eran potencialmente infecciosos, pero mantienen la distancia física y permanecen al aire libre, aunque no usan mascarilla.
Llegan los contagios
Entre las 14 personas que se quedan en la misma casa, 12 experimentan síntomas y posteriormente se descubre que tienen la COVID-19. Ochos casos son confirmados por pruebas PCR, incluido el de la paciente inicial y otros cuatro a través del test de antígenos. Los otros dos invitados en la casa nunca experimentan ningún síntoma, y dan negativo en las pruebas.
A causa de estos contagios una de las personas con COVID-19 tiene que ser hospitalizada y otra acude a urgencias por problemas respiratorios; ambos recuperados.
Ninguno de los seis familiares que permanen al aire libre y mantienen la distancia física desarrolla síntomas; cuatro se hacen la PCR y dan negativo, otros dos no son evaluados. Los investigadores estatales aconsejan a los familiares con COVID-19 que se autoaislen, y a los contactos se les recomienda ponerse en cuarentena.
Al iniciarse el rastreo, ocho familiares informan de actividades fuera de la reunión durante sus períodos de exposición que podrían haber aumentado sus riesgos de contagio. Sin embargo, solo la paciente inicial informa haber estado expuesta a una persona con COVID-19 confirmada o con síntomas compatibles fuera de la familia. La exposición de alto riesgo del paciente inicial y el inicio de los síntomas de 3 a 19 días antes que cualquier otra persona en la reunión familiar apoyan la hipótesis de que la infección de esta adolescente fue la fuente del brote familiar.

El resultado de la prueba de antígeno inicial de la adolescente probablemente fue un falso negativo porque se realizó antes de la aparición de los síntomas; la única prueba de antígeno que tenía la Autorización de Uso de Emergencia de la Administración de Alimentos y Medicamentos en ese momento estaba diseñada para usarse dentro de los primeros 5 días de síntomas.
Conclusiones del estudio
- Primero, constata que los niños y adolescentes pueden servir como fuente de brotes de COVID-19 dentro de las familias, incluso cuando sus síntomas son leves; por lo que es necesaria una mejor comprensión de la transmisión por niños y adolescentes en diferentes entornos para frenar la enfermedad.
- Segundo, la investigación proporciona evidencia del beneficio del distanciamiento físico como estrategia de mitigación para prevenir la transmisión del SARS-CoV-2. Ninguno de los seis miembros de la familia que mantuvieron distancia física al aire libre durante dos visitas a la reunión familiar desarrolló síntomas (incluso sin llevar mascarilla). Los cuatro a los que se les hicieron las pruebas dieron negativo.