El Centro Chino para el Control y Prevención de Enfermedades, el principal organismo científico en cuestiones de salud pública del país, ha publicado el mayor estudio hasta la fecha sobre el coronavirus. Sus conclusiones se basan en el análisis de 72.314 casos investigados (no todos ellos positivos). Sus datos y conclusiones son una de las mejores herramientas disponibles ahora mismo para conocer los efectos del COVID-19.
Según el informe, el virus mata a 2,3 de cada cien personas infectadas (1.023 de los 44.672 positivos), pero los detalles son importantes.
Esa disparidad se puede deber a que la capacidad de detección del coronavirus está sobrepasada por la expansión del virus en Hubei, epicentro del brote y provincia que acumula la inmensa mayoría de contagios y muertes—. Seguramente haya más contagiados de los oficiales en esa región, aunque sean leves o incluso asintomáticos. Si se tuvieran en cuenta las tasas de mortalidad se reducirían. Así lo apunta la revisión del informe publicada por el Journal of the American Medical Association.
Sobre los números totales de muertos que maneja el informe—1.023 en China hasta el 11 de febrero— el 81% tenía más de 60 años. Por debajo de esa edad, los fallecidos son casi uno de cada cinco.
En el informe anterior, realizado por el CDC de China cuando el número de casos disponibles era de 40.000, se extrajo la conclusión de que entonces la mortalidad del COVID-19 estaba siendo mayor que el de la gripe estacional en países desarrollados. Esa conclusión, también con sus reservas, seguiría siendo válida según el nuevo informe.
El 81% de los contagiados apenas siente síntomas relevantes, diferentes a los de un catarro. Ocho de cada diez casos positivos desarrolla —como mucho— una leve neumonía. Entre las personas en esta situación no se ha registrado ningún fallecimiento.
Por el contrario, el 14% de los casos sí sufre consecuencias más graves, incluida la disnea (dificultad al respirar), con una frecuencia de respiraciones superior a las treinta por minuto. Sólo un 5% llega a una situación crítica, con un fallo respiratorio, un choque séptico o un fallo multiorgánico. De estos últimos, la mitad termina muriendo.
La edad es importante incluso para el contagio. Los menores de 20 años representan un 1% del total de afectados.
Las dolencias previas de los pacientes demuestran ser cruciales en el estudio, porque elevan el riesgo de mortalidad.
Sin embargo, entre los datos del estudio del CDC de China se destaca que el 32,8 por ciento de los fallecidos no padecía ninguna otra enfermedad previa conocida. En este caso el dato es menos fiable, porque no está realizado sobre el total de casos que maneja el informe, sino sólo sobre un grupo de veinte mil pacientes entre los que se produjeron 504 fallecimientos.
Además, sobre ese número de muertes, las 133 contabilizadas en personas que no tenían otras enfermedades representan el 26,38%. Se podría decir que aún así más de uno de cada cuatro muertos no tenía factores de riesgo, pero hay que tener en cuenta que este grupo representa a la inmensa mayoría (3 de cada 4) de contagiados.