Concha Herranz, médica de familia en Madrid: "El 12 de julio ya veíamos que esto se iba de madre"


Agotada, la médico cuenta a NIUS cómo han ido aumentando los casos en Madrid en apenas dos meses
Es médico vocacional en pleno Madrid, en el centro de salud de General Ricardos. Una de esas facultativas que se ha reconvertido a pediatra por la falta de esta especialidad en los consultorios madrileños. Por la pandemia ha tenido que retomar su especialidad con una sensación amarga: la de estar abandonando a sus pacientes habituales. "Porque no se les citaba o ellos mismos no venían", cuenta.
Y ahora se siente de nuevo en la casilla de salida. Al otro lado del teléfono Concha Herranz suena cansada. No sabe cómo podrán afrontar ella y sus compañeros una segunda oleada que, dice, ellos veían venir desde mediados de julio.
Pregunta. ¿Por qué esa certeza de que los contagios se iban a disparar ya a mediados de julio?
Respuesta. Primero es una sensación, notas que sube la cantidad de trabajo, que de nuevo hay sospechas de coronavirus. Y luego es que enlos centros de salud podemos ver los datos de cuántos contagios, contactos y sospechas hay en cada centro. Así que esa percepción se convirtió en certeza el 12 de julio: el aumento de casos era ya exponencial. Desde ese día teníamos datos de que esto se iba de madre.
P. Un mes después, ¿está Madrid a tiempo de frenar los contagios?
R. Sí, aún se pueden hacer cosas. Que nos pregunten a los profesionales de los centros de salud, que tenemos muchas ideas. Pero sobre todo hay que hacer un buen rastreo de casos y de contactos de los casos:
- dotando de personal al departamento de Salud Pública
- consiguiendo una comunicación efectiva y buena entre atención primaria, que detecta los casos con síntomas leves, y salud Pública, que debe encargarse de rastrear a todos los contactos de ese positivo.
P. Y, ¿no lo está haciendo?
R. El procedimiento dice que ante un positivo que se detecta porque acude a un centro de salud, se aísla a los convivientes y se les hace PCR. Hasta ahí es hasta donde debemos llegar nosotros, los profesionales de atención primaria. Luego, localizar a los contactos no convivientes (amigos, compañeros de trabajo, compañeros de viaje) lo debe hacer salud pública. Pero en la práctica lo estamos haciendo nosotros: le decimos a los pacientes que le digan a sus amigos que vengan. Estamos confiando en la buena voluntad de la gente, en que avisen a sus contactos y éstos vayan a sus centros de salud.
Estamos muy cansados, con la sensación de vivir una improvisación constante. No se ha hecho nada diferente para que el otoño sea distinto
P. Los pacientes, ¿lo hacen? ¿Acuden porque han estado con un positivo?
R. Depende mucho del perfil. En general sí, pero hay zonas más desfavorecidas económicamente, o gente que es autónoma, que no puede quedarse en cuarentena.
Por eso los rastreos masivos, si no van acompañados de medidas, son inútiles: Si le pides a la gente que se haga la PCR en determinados barrios, y luego si hay muchos positivos no puedes confinar... no sirve de nada. O puedes decirle a la gente de ese barrio que se quede en casa, pero la mayor parte de las personas tiene que ir a trabajar, coge el transporte público...
P. Con lo cual, más carga de trabajo para los centros de salud...
R. Claro. Y más frustración. Porque además de echar muchas horas tenemos la sensación de estar abandonando a nuestros pacientes habituales: los crónicos, los agudos que no vienen al centro de salud por miedo. En la primera oleada vimos neumonías complicadas en niños por esperar a venir, dolores que la gente aguanta mucho tiempo que son complicaciones tumorales... pacientes que esperan incluso por buena voluntad, eso no debe ser así nunca. El paciente debe poder consultar siempre.
P. Y de cara a esta segunda oleada, ¿cómo estáis?
R. Estamos muy cansados, con la sensación de vivir una improvisación constante. Ya no es sólo lo anímico de sentir que dejas de hacer tu trabajo que es la atención primaria, es que vemos que nadie nos defiende. No se ha hecho nada diferente para que el otoño sea distinto.
Los centros nos estamos reorganizando solos, no sentimos el respaldo de nadie. Vuelves a trabajar y ves otra vez contagios entre los trabajadores, recuerdas a los compañeros que han sido víctimas de COVID, o compañeros que no han vuelto a trabajar porque tienen secuelas graves... es muy difícil casar eso con ir a trabajar cada mañana o cada tarde. Este verano he llegado a pensar: "no puedo más, otra vez".
Vuelves a trabajar y ves otra vez contagios entre los trabajadores, recuerdas a los compañeros que han sido víctimas de COVID, o compañeros que no han vuelto a trabajar porque tienen secuelas graves... es muy difícil casar eso con ir a trabajar cada mañana o cada tarde
P. Y los pacientes, ¿os hacen caso?
R. En general los nuestros nos apoyan. Siempre hay casos, claro. Pero cuando te conocen te apoyan. Somos sus médicos, sus referentes, los que les atienden de siempre. Los pacientes consultan mucho por lo que no hemos visto en el tiempo de la pandemia, y están viendo que los mismo se cierran otra vez las consultas normales y aprovechan a pedir citas antes de quedarse sin consulta. Así que la carga de trabajo, que suele bajar en agosto y la gente se coge vacaciones, no ha descendido.
Concha termina pidiendo a NIUS que transmitamos un mensaje: que no hay que culpabilizar a la gente. "La gente lo está haciendo bien en general. La mayoría se mueve porque tiene que ir a trabajar. Por eso hay que echar una mano", dice. Afirma que falta personal en los centros de salud, en salud pública, y más conciencia en las administraciones de que prevenir es mejor que curar.