Por qué hay tantos contagios de coronavirus en los mataderos

Alejados de las grandes ciudades y lugares más vigilados en la desescalada, los mataderos se han convertido en una de las mayores preocupaciones
Países de medio mundo han registrado rebrotes en este tipo de instalaciones, donde se acumulan muchas condiciones que elevan el riesgo de contagio
Desde Alemania a Estados Unidos, desde España a Canadá, hay un lugar que se repite en los rebrotes de coronavirus: los mataderos, donde confluyen multitud de factores que incrementan el riesgo de contagio.
Las mayor vigilancia ante la desescalada se han centrado en las grandes ciudades y los espacios de mayor movilidad de personas; pero estas instalaciones en polígonos y lugares menos poblados se han convertido en una de las principales preocupaciones.
La última alerta en estos lugares ha saltado en Lleida, donde hay varias industrias agroalimentarias detrás del repunte de casos en la provincia. La Generalitat no ha precisado cuántas. Casos similares se han registrado en medio mundo.
- Francia ha confirmado hasta la fecha un centenar de contagios en dos plantas procesadoras de carne.
- En Alemania -tan ejemplar en el control de la epidemia- más de 430 trabajadores se han contagiado en cuatro mataderos en sólo dos semanas de mayo.
- En Estados Unidos, con más de 5.000 contagios, los brotes entre los trabajadores de este tipo de instalaciones han afectado al abastecimiento de la industria cárnica.
- Hay más casos en Canadá, Brasil, Irlanda, Países Bajos, Australia, Ghana…
El ingeniero español afincado en Estados Unidos, Tomás Pueyo, célebre por su análisis de la epidemia, resaltaba la recurrencia de los mataderos (junto con las cárceles) en su cuenta de Twitter.
I was curious to see how common that was, so I labeled the top 100 places. Sure enough, more than 50% are prisons/jails correctional facilities, and with meat packing plants they account for nearly 75% of the top 10 outbreaks. [2/3] pic.twitter.com/amu7ykhRl5
— Tomas Pueyo (@tomaspueyo) May 27, 2020
En España, ya a principios de mayo saltó la alarma por las noticias de 400 positivos en dos macro mataderos de Binéfar (Huesca), uno de capital español y otro italiano. Era el resultado de los test rápidos puestos en marcha por las empresas al detectarse algún caso sospechoso. Al repetir las pruebas de PCR el número se ha reducido a 35.
¿Por qué los mataderos? Los investigadores aún no tienen una teoría concluyente. Apuntan a dos factores: las condiciones de trabajo en estas factorías y las condiciones de vida de los empleados en ellas.
- Son instalaciones masivas. “En los mataderos es muy difícil mantener la distancia de seguridad”, asegura Santiago Loriz, responsable de UGT de Huesca y él mismo antiguo trabajador de matadero. El personal trabaja hombro con hombro durante muchas horas y comparte zonas comunes como comedores, servicios o áreas de descanso
- Trabajo intenso. La velocidad de un trabajo de fuerte exigencia física en la cadena de procesamiento no facilita la protección personal. En el matadero de Litera Meat de Binéfar, por ejemplo, sacrifican 160.000 cerdos a la semana.
- Condiciones ambientales. “En los mataderos hay grandes cambios de temperatura”, señala Loriz. El frío de estas instalaciones puede favorecer que el virus fuera del cuerpo sea viable durante más tiempo.
- Contaminación por aerosoles. La revista Science apunta a una hipótesis que va ganando terreno en la transmisión del Covid-19. El coronavirus se puede contagiar por las micropartículas -los aerosoles- que emitimos al hablar y que permanecen en suspensión en el aire. Más cuanto más alto hablamos, como puede ocurrir en espacios ruidosos como un matadero.
- La ventilación. Si bien los chorros de aire pueden dispersar los aerosoles, también puede concentrarlos en función de factores como la colocación de los ventiladores y la estructura del edificio. Así lo demostró un equipo de la Universidad A&M de Texas al estudiar la circulación de patógeno.
No se trata sólo del tipo de trabajo en estas instalaciones. En todos los países, los epidemiólogos recuerdan que las condiciones de riesgo también se dan fuera. Los mataderos ya no son los infiernos que reflejaron Upton Sinclair o los blues de los afroamericanos que llegaban a Chicago a principios del siglo XX, pero el trabajo sigue siendo duro y lo realizan personas en condiciones de precariedad.
- En Estados Unidos, el país más afectado por los contagios en mataderos, destacan el predominio de trabajadores inmigrantes, muchos de ellos indocumentados, que comparten viviendas hacinadas y no suelen acudir a la sanidad por temor a ser despedidos e incluso deportados.
- En Alemania, muchos son inmigrantes de Europa del Este con empleos temporales mal pagados y traídos desde sus países para satisfacer el apetito alemán por la carne barata.
- En el caso de España, casi la mitad de los más de 1.500 trabajadores de los mataderos de Binéfar, el mayor complejo de procesamiento de porcino de Europa, residen en la provincia de Lleida. Alrededor de la mitad son inmigrantes que, en muchos casos, comparten pisos y son trasladados todos los días en autobuses hasta las plantas. Ahora son trabajadores “por cuenta ajena, a diferencia de lo que ocurría hace años cuando abundaban los falsos autónomos”, según fuentes sindicales.
Desde Sanidad de Aragón apuntan además a que muchos de estos trabajadores son jóvenes, que han padecido una versión leve de la enfermedad y no han tomado medidas de aislamiento. El caso extremo de contagio no detectado se dio en una planta de cerdos de Misuri (EEUU). 370 trabajadores dieron positivo en las pruebas y todos eran asintomáticos en ese momento.

¿Tiene algo que ver la carne? Alguna duda, ninguna certeza
Condiciones de trabajo similares pueden encontrarse en otras industrias menos afectadas por al epidemia. Surge la duda de si en este caso el hecho de manipular carne cruda puede ser un factor de riesgo.
Un estudio de 2015 detectó la presencia del coronavirus del MERS en camellos de varios mataderos de Doha. En aquella epidemia, el camello fue el animal que actuó de puente entre el reservorio original del virus (los murciélagos) y los humanos.
Los autores afirmaron que estas instalaciones habían actuado como “áreas de alto riesgo para la exposición humana”.
Pero más allá de esta simple correlación, no hay certezas. “No hay pruebas de infección a través de la carne. Es más probable que suceda entre los trabajadores”, ha asegurado a la cadena BFM Laurent Habert, director de la agencia sanitaria francesa ARS.
Además, en el caso del SARS-CoV-2 el consenso científico hasta la fecha indica que que los animales de granja y las mascotas no han tenido ningún papel relevante en la epidemia. Las sospechas se han centrado exclusivamente en los animales salvajes.
Cómo evitarlo
Todo apunta al conjunto de circunstancias que convierten los mataderos en una trampa para los empleados; por eso se han realizado esfuerzos en todo el mundo para cambiar la manera en la que se trabaja dentro de estas plantas.
En el caso de Binéfar, la empresa Litera Meat y UGT han acordado un protocolo para reducir el riesgo de contagio con varias medidas.
- Distancia de dos metros entre los trabajadores
- Si no es posible, uso de equipos de protección individual
- Utilización habitual de geles hidroalcohólicos
- Cambios de horarios y usos de zonas de las instalaciones para reducir aglomeraciones
- Ampliación y limpieza de zonas comunes
- Toma de la temperatura de los trabajadores a la entrada del centro
Estos protocolos no son fáciles de cumplir debido a las particularidades de este trabajo. Además, introducir reformar puede poner en peligro la rentabilidad de estas industrias. En Mercabarna, en Consejo de Administración ha decidido cerrar su pequeño matadero, cuyas cuentas eran ya frágiles antes del coronavirus, después de que las autoridades de salud pública le hayan exigido su “remodelación íntegra”.
En Alemania y Estados Unidos, las peticiones de introducción de regulaciones tuvieron una respuesta elocuente. Cambiar las condiciones de trabajo podía ser incompatible con seguir consumiendo carne a precios asequibles.