La cuarentena de viajeros, inevitable por los fallos en la detección en los aeropuertos

Estados Unidos monitorizó a más de 46.000 pasajeros al inicio de la pandemia en sus aeropuertos y sólo intercepto un caso
En refuerzo de los aeropuertos de California también se vio desbordado. 1.694 horas de trabajo controlando pasajeros no impidieron los contagios locales
El coronavirus llegó a España en avión sin que nadie lo detectara. Y lo hizo varias veces (La Gomera, Palma, Valencia, Barcelona, Madrid…) antes de empezar a registrarse casos locales.
Los controles establecidos en los demás países también fallaron, a pesar de que algunos pusieron en marcha grandes dispositivos. La oleada del SARS-CoV-2 fue inabarcable.
Ahora se intenta que la historia sea diferente. En España, obligar a cualquier visitante a pasarse 14 días encerrado es una medida delicada. Para la economía de este país la llegada de 80 millones de extranjeros (casi setenta millones en avión) ha sido vital.
Pero la medida, aprobada este martes y que entra en vigor el 15 de mayo, parece no tener alternativa por la dificultad que han demostrado los sistemas de detección en la primera oleada del coronavirus para evitar que los aeropuertos se convirtiesen en un coladero.
Ni siquiera las cuarentenas selectivas han servido.
Fracaso de la monitorización
Cámaras térmicas, entrevistas para vigilar síntomas o riesgos, mayor higiene,… Los aeropuertos intentaron adaptarse al inicio de la pandemia con diversas medidas, algunas más espectaculares que efectivas.
Un estudio reciente ha calculado que los sistemas de vigilancia no son capaces de detectar al 46,5% de pasajeros infectados en un vuelo de 12 horas.
El principal problema es que cuando uno se sube a un avión suele ser porque se encuentra sano y aún no tiene fiebre. Ningún observador ni ninguna cámara térmica es capaz de detectar en esas condiciones una anomalía.
El CDC de Estados Unidos ha publicado varios datos que apuntan en el mismo sentido. Hasta el 23 de febrero, los aeropuertos estadounidenses monitorizaron a más de 46.000 pasajeros. Sólo se interceptó un caso positivo.
California: 1.694 horas de trabajo con escaso resultado
Este organismo acaba de publicar un informe que detalla cómo fracasó el dispositivo más importante del país al inicio de la pandemia.
En California, principal centro de comunicación con Asia, se controló a 11.574 pasajeros entre el 5 de febrero y el 3 de marzo. Los entrevistaron, tomaron sus datos, se comunicaron a las autoridades sanitarias y se supervisaron varias cuarentenas. Fueron necesarias en total 1.694 horas de trabajo.
Aun así, se ha confirmado que al menos 3 de esas personas monitorizadas dieron después positivo.
El programa de control en los aeropuertos se abandonó el 17 de marzo porque el personal sanitario tuvo que ser derivado a la lucha contra el coronavirus. El problema principal ya no eran los casos importados, sino los locales.
El CDC atribuye este fracaso a varios factores.
- El dispositivo se puso en marcha tarde, semanas después de detectarse el brote en China.
- La información disponible sobre los pasajeros no siempre era lo bastante precisa.
- El volumen de viajeros era tan grande que superó la capacidad de vigilancia.
- En el caso del ébola, en California sólo recibían 21 pasajeros semanales de los países afectados. En este caso, más de mil.
- Fue imposible detectar los casos asintomáticos.
No es la primera vez que sucede algo similar. Durante el SARS, Canadá registró 251 casos y sus controles no consiguieron detectar ni uno solo de ellos.
Dónde está el riesgo
Volar en un avión cumple la definición de contacto de riesgo casi a la perfección. Se pueden pasar varias horas a menos de dos metros de otra persona. Sin embargo, el contagio dentro de una cabina no es tan probable.
El aire dentro de un avión moderno es de mayor calidad que en el metro, el autobús, una oficina o un aula de primaria, según un estudio de 2017 de la Agencia Europea de Seguridad Aérea.

Las aeronaves tienen instalados sistemas de filtración y recirculación del aire similares a los de un quirófano. Cada tres minutos de vuelo, el aire se renueva.
Pero eso no significa que no haya riesgo. Infección en la cabina es poco probable, pero no imposible. Una investigación realizada sobre un brote en la epidemia del SARS en 2002 estudió el caso de un pasajero que voló con otras 119 personas. 22 desarrollaron días después la enfermedad sin haber tenido otro contacto de riesgo. Algunos se sentaron más allá de las dos filas de asientos que se recomienda como distancia de seguridad. Lo improbable sucedió y causó un foco importante.
Además, el contacto estrecho no se limita a la cabina del avión, al menos en situaciones normales de tránsito de pasajeros. Los viajeros realizan colas para facturar equipajes, esperan cerca unos de otros a poder embarcar y de nuevo hay aglomeraciones para entrar y salir del avión.
La cuarentena indiscriminada supone asumir todas estas incertidumbres.