El fiasco del estudio en el que se basó la OMS para desaconsejar la hidroxicloroquina contra el coronavirus


El estudio, publicado por 'The Lancet', hizo que la OMS y varios gobiernos cancelasen sus ensayos con este medicamento
La empresa que proporcionó los datos está dirigida por un médico acusado de mala praxis y tiene como empleados un autor de ciencia ficción y una modelo de contenidos para adultos
La puesta en cuarentena del estudio no despeja las dudas ya existentes sobre la utilidad de la hidroxicloroquina contra la COVID-19
"La hidroxicloroquina es de derechas", llegó a decir el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. El medicamento, apadrinado por Donald Trump para luchar contra el coronavirus, ha sido el más polémico de la pandemia en todo el mundo, hasta que un gran estudio lo asoció con una mayor mortalidad. El debate parecía zanjado, pero ha sucedido lo contrario.
Después de que la prestigiosa revista The Lancet publicara este análisis científico, la OMS suspendió los ensayos con este medicamento y varios gobiernos, incluido el francés (que tanto había apostado por él), cambiaron sus recomendaciones.
Pero ahora lo que lleva camino de convertirse en un gran fiasco es el propio estudio.
Según ha publicado The Guardian, las conclusiones se basaban en datos más que dudosos de una compañía estadounidense apenas conocida, Surgisphere, implicada en otros estudios, ahora también en tela de juicio, sobre la COVID-19.
La formación de los empleados de la empresa también ha llamado la atención por su cuestionable currículum científico.
- Como editor científico figura un autor de ciencia ficción.
- Como ejecutiva de márketing, una azafata y modelo de contenidos para adultos.
- El propio director ejecutivo Sapan Desai, coautor del estudio sobre la hidroxicloroquina, figura en tres demandas por mala práxis, aunque él asegura que no tienen fundamento.
La clave son las dudas sobre los datos de los 15.000 pacientes tratados con hidroxicloroquina en 1.200 hospitales de todo el mundo en los que el estudio dice haberse basado.
Las dudas empezaron al detectarse que las cifras relativas a Australia no cuadraban con las muertes totales por COVID-19 en el país y los hospitales que en teoría proporcionaban las cifras negaron tener ninguna participación con la base de datos de Surgisphere.
Desde entonces, la empresa no ha explicado ni el origen de sus datos ni su metodología para elaborarlos y todos los estudios firmados por Sapan Desai han sido puestos en cuarentena.
Tanto The Lancet como la New England Journal of Medicine, dos publicaciones de referencia en todo el mundo, ha tenido que emitir notas para desmarcarse de lo que llegaron a publicar.
Desai ha firmado estudios sobre el supuesto efecto positivo del antiparasitario invermectin en el tratamiento de la COVID-19 o sobre los medicamentos para enfermedades coronarias, que según sus conclusiones, no incrementaban el riesgo para los pacientes con coronavirus.
Revisar al revisor
Ahora esos estudios deben ser revisados. Que hayan llegado a publicarse es un golpe a la credibilidad del proceso de revisión que llevan a cabo las revistas más prestigiosas antes de difundir una investigación científica.
Con la crisis del coronavirus, ya se ha alertado del peligro de fiarse de todas las investigaciones que se publican en repositorios antes de revisarse.
Ahora las dudas afectan al filtro de rigor y autoridad que se les supone a las mejores publicaciones del mundo, que han amparado equivocadamente uno de los estudios más influyentes de esta pandemia, que ha llegado a hacer cambiar de criterio a la OMS y a varios gobiernos.
La dudas sobre la hidroxicloroquina siguen vigentes
La credibilidad de Surgisphere fue puesta en duda desde el principio. La empresa prácticamente ha surgido de la nada. Nació en 2008 para publicar libros científicos y de repente apareció en posesión de una colosal base de datos, capaz de gestionar datos de 1.200 hospitales con sistemas informáticos diferentes y que manejan información de cerca de cien mil pacientes.
Para tener una herramienta así hace falta desarrollar una capacidad tecnológica que a esta compañía nadie le presuponía y realizar un gran trabajo burocrático para establecer convenios en sistemas sanitarios de diferentes países.
La desacreditación del estudio que asociaba la hidroxicloroquina con una mayor mortalidad no implica que se hayan disipado las dudas sobre este medicamento. Sigue sin haber evidencia científica suficiente para recomendar su uso generalizado en pacientes de COVID-19.