Dolores, confinada desde hace tres semanas en una residencia de Coria donde han fallecido 16 ancianos

Dolores Carrasco, de 79 años, dio positivo y se encuentra aislada en el centro
Los familiares critican la falta de información y las condiciones de insalubridad de las habitaciones del centro
Fuentes de la Consejería de Sanidad y Servicios Sociales de Extremadura afirma que se sigue el protocolo marcado por Salud Pública y el Ministerio de Sanidad
Dolores Carrasco cumplirá 80 años el 21 de mayo. Su hija Ana Jarandilla Carrasco asegura que su madre "es una persona válida y con buena salud". Según relata a NIUS, "entró en la residencia de Coria, en Cáceres, por voluntad propia y alternaba la vida allí con su casa, situada muy cerca. Acostumbraba a desayunar en la residencia, se marchaba, volvía para comer y se marchaba de nuevo. En casa tenía distracción con sus pájaros y su ordenador. Los fines de semana salía al bingo o al baile y volvía a la residencia para cenar".
El día 11 de marzo, Dolores fue a su médico de cabecera porque tenía una tos persistente. Le hicieron una radiografía y le mandaron medicación. En el camino de vuelta, el médico llamó a la residencia para advertir que había atendido a una paciente con síntomas que podían ser compatibles con el coronavirus. "Era justo cuando empezábamos con la psicosis de la epidemia", afirma su hija, quien recuerda que en la residencia llamaron al Servicio de Emergencias Sanitarias 112 y les dieron las pautas a seguir ante un posible contagio. "Mi madre -se lamenta- llegó a la residencia y se vio encerrada en la enfermería, sin que nadie le explicara el motivo. Nos enteramos de lo que ocurría porque, casualmente, mi hijo llamó a su abuela. Ni una explicación, ni unas zapatillas (llegó a la residencia vestida de calle), ni un cargador de móvil, nada. "La trabajadora social sí le explicó la situación - añade- y luego le llevaron ropa y cargador y organizaron la estancia para quedarse allí confinada. Estuvo así hasta el 24 de marzo".
Según cuenta la hija de Dolores, "ella salió con mascarilla, con todas las precauciones, y sin saber qué había tenido, porque en apariencia fue un resfriado fuerte sin más. Pidió marcharse a su casa y no se lo permitieron. A partir de ese día se incorporó a la vida normal del centro, con más distancia social que antes, pero al menos los residentes se veían en el jardín y en las zonas comunes. Pocos días después, de nuevo sin explicación, mi madre y su compañera se vieron confinadas tres semanas en la habitación, sin poder salir siquiera al pasillo".
"Lo que parecía al principio un control de los internos se ha convertido en un problema grave de salud. Imagina el efecto de la inmovilidad en personas octogenarias", indica Ana, quien explica que "la compañera de mi madre tiene un pie inflamado por esta razón, incluso recibe inyecciones a diario. A esto se une la incomprensión de la situación, por falta de noticias ni a los internos ni a las familias".
"En nuestro caso -prosigue-, hasta el domingo nunca nos había llamado nadie de la residencia. Empezamos a llamar al centro cuando nos enteramos por la prensa de los fallecimientos. Hablamos con la nueva directora en Semana Santa. Nos dijo que acababa de incorporarse al cargo, que tenía que ver cómo estaba la situación y que nos diría algo".
"No la han dejado salir a su casa"
"Solo hablamos con la directora de la residencia cuando conseguimos que se ponga al teléfono", critica Ana. "Desde el principio le hemos pedido que deje salir a mi madre, que estaría mejor y más segura en su casa que en un centro donde está claro que el virus está matando a personas. Se ha negado en redondo, primero nos daba largas, luego ya dijo que era imposible. Tampoco nos aclaran por qué no pueden salir los residentes de las habitaciones. Nos decía que sí, que los internos estaban divididos en plantas, pero no dejaba salir a los supuestamente negativos ni al pasillo, ni al jardín".
Positivo en el test
Ana Jarandilla cuenta que el viernes pasado le hicieron el test a su madre y dio positivo. "El domingo le hicieron la prueba PCR y, por primera vez, nos llamó una enfermera para contárnoslo. El lunes salió el resultado de nuevo positivo, y al menos nos avisó primero la trabajadora social y después el médico".
"Habitación sin limpiar y enseres de otros usuarios"
"Sin más explicación, nos dicen que la trasladan a la zona donde están los demás positivos. Sin aclarar qué significa eso, a unas personas que están viendo cómo la gente de su edad está muriendo por esta enfermedad".
"El colmo- se duele Ana Jarandilla- fue cuando mi madre llegó a su nueva habitación y ver que allí no había limpiado nadie. "Ella misma se puso unos guantes y recogió todo: ropa marcada con nombres, medias, peines, cepillos de dientes. Incluso anotaciones médicas del comportamiento de las personas que habían dormido allí. Mi madre cree que han muerto allí, eso no lo he podido confirmar. Lo que tengo claro es que nadie había limpiado. Incluso una persona les dijo que 'tenía que haber una dentadura por allí'. En circunstancias normales esto sería un asco; en mitad de esta pandemia puede ser una negligencia mortal. No sabemos si los enseres que allí había podía tener una carga viral, por ejemplo".
La hija de Dolores se queja de que "el comportamiento de la dirección ha sido lamentable. Están tratando a los internos como muebles, los presos tienen más derechos que estos ancianos. No se puede encerrar a personas sin motivo y sin fecha".
"Ahora parece que la situación es distinta -incide-, ya que debemos esperar a que le hagan un nuevo test y ver si por fin da negativo, pero hasta el pasado viernes no había motivo para tener a mi madre encerrada sin moverse. Creo que se centran en que no se mueran del virus, no piensan que se van a morir de pena o de otras patologías motivadas por la inmovilidad. Los demás residentes tampoco han podido salir de sus habitaciones hasta el día de hoy".
Ana jarandilla insiste en que de desde que publicó los mensajes en Facebook "varias personas han comentado que tampoco reciben información". "Una persona afirma que su padre acaba de morir allí y solo le dijeron que tenía fiebre. Lo siguiente fue avisar de su fallecimiento, sin que le hubieran dicho que el padre estaba recibiendo oxígeno. Mi madre me ha contado que otra residente está en la habitación de un mayor que murió hace unos días, sin que nadie haya retirado todavía su ropa de los armarios".
28 residentes y ocho trabajadores han dado positivo
Fuentes de la Consejería de Sanidad y Servicios Sociales de Extremadura han explicado a este periódico que la residencia de Coria (Cáceres), de gestión municipal, está intervenida por el Servicio Extremeño de Salud (SES)y el SEPAD (Servicio Extremeño de Promoción de la Autonomía y Atención a la Dependencia). En la actualidad, están trabajando en estos momentos 43 personas más la vigilancia activa de los equipos de Atención Primaria, que la visitan a diario, y el apoyo de geriatras del Hospital de Coria. La residencia está medicalizada y bajo control absoluto de los sanitarios. Se sigue el protocolo marcado por Salud Pública y el Ministerio de Sanidad y con los poderes que confiere el estado de alerta a la autoridad sanitaria.
En la residencia, con un total de 79 residentes, existen 28 positivos confirmados. Se han dado 16 altas a residentes y han fallecido desde el inicio de la pandemia 16 personas por coronavirus y cuatro por otras causas. Hay 26 pacientes aislados en la residencias.
De los trabajadores hay ocho positivos confirmados y dos ya han sido dados de alta. Hasta la fecha, se han hecho 57 test serológicos en esa residencia con el resultado de 18 positivos. Las mismas fuentes indican que "se seguirán haciendo siguiendo los criterios sanitarios de Salud Pública".