Diario de confinamiento. Día 34

Hemos cambiado la bici por el balón y uno de los Tour de Induráin por la Eurocopa de 2008. Hemos dejado a la Roja en semifinales
Los días empiezan a parecerse unos a otros. Terminadas las vacaciones de Semana Santa la rutina se ha adueñado de mi casa. No me importa. De hecho, de lunes a viernes me parece bien, sobre todo por mis hijos. Sólo espero que la monotonía no nos invada. Eso, sin poder cambiar de aires, nos haría los días eternos. No es el acaso ahora. De hecho, la semana se me ha pasado volando y esperamos el fin de semana con los brazos abiertos. Buena señal.
Hoy mi perro tenía el día torcido. A lo mejor a él sí le ha invadido la monotonía. O quizá no soporta más que estemos en casa todo el rato. O será que echa de menos sus paseos en libertad por el campo. No sé. Creo que él tampoco lo sabe. Pero se ha pasado la tarde ladrando. Le habría echado de casa. Pero no podemos. Estamos confinados.
Después de coronar a Induráin en París hemos colgado la bici y hemos cambiado el maillot amarillo por “la Roja”. Estamos jugando la Eurocopa de fútbol de 2008. Hoy estábamos disputando los cuartos ante Italia. En realidad el partido “fue anoche” pero dejamos la prórroga y los penaltis para hoy. Y a pesar de saber como acababa, y a pesar de haberlo visto mil veces me sigo emocionando cuando Cesc bate a Buffon. ¡Estamos en semis!
A las ocho salimos a aplaudir. Esta rutina la tenemos desde hace 35 días ya. Y no nos cansamos. Ni nos cansaremos. Ni de aplaudir, ni de dar las gracias a los que luchan mantenernos a salvo de este virus. Mañana volveremos. Y quedará un día menos.