El coronavirus se ha llevado hoy a un luchador incansable, un periodista con mayúsculas y, sobre todo, a un buen hombre
No tenía muy claro por dónde iba a ir mi día hoy pero tristemente, poco después de las doce, sólo he tenido en la mente a una persona con la que compartí muchas horas de mi vida. Muchas conversaciones y sobre todo, muchas, muchas risas. El coronavirus se lo ha llevado hoy, a menos de un mes de cumplir los 65. Y todavía no me lo creo. Porque salir airoso del franquismo y sobrevivir a ETA, para mi le había graduado, ya en supervivencia. Pero no ha sido así. Se ha ido con discreción. La que le caracterizaba cuando no tenía que defender su causa, la libertad en cualquiera de sus dimensiones.
Así le conocí hace más de dos décadas. Condenando en el plató de CNN+ un atentado de ETA. Con esa energía y ese discurso cargado de razón, de argumentos y de datos (esa memoria prodigiosa). Me pareció un tipo cercano. Lo era. Siempre lo fue. Siempre pendiente de la gente que conocía y apreciaba. Siempre un mensaje de aliento y de ánimo en los momentos bajos. Y siempre esa ironía y ese humor negro para sacarte una sonrisa en los buenos y en los malos momentos.
Compartimos muchas charlas de redacción. Muchos cafés de pasillo. Y comidas y cenas de amigos. Penas y alegrías. Y después perdimos el contacto. Pero hoy el golpe ha sido duro Porque se va un luchador incansable, un PERIODISTA, pero sobre todo se va una buena persona. Porque eso es, por encima de todo, lo que era. Un buen hombre.
A las ocho salimos a aplaudir. Y yo le aplaudo a él. “Como te digo la co te digo la o”. Descansa en paz, Jose Mari.