Diario de confinamiento. Día 42

Después de seis semanas sin poder hacerlo, millones de niños volverán a disfrutar, aunque sea con limitaciones, de un paseo al aire libre
Seis millones de niños menores de 14 años podrán salir mañana a la calle. Es el gran acontecimiento de esta cuarentena que no ha estado, precisamente, llena de buenas noticias. A partir de las nueve de la mañana las calles, y en el caso de los más afortunados, los parques y las playas volverán a llenarse de esa vida que lleva confinada dentro de las casas, más de cuarenta días. No va a ser, ni mucho menos una vuelta a la normalidad, pero sí un gesto lleno de optimismo.
Tras decenas de miles de puertas se planea desde hace días cómo va a ser esa salida. Tras la mía no mucho, la verdad. La medida sólo beneficia a mi hijo pequeño que tiene diez años (el mediano, por sólo dos meses se queda sin paseo) y cuando supo que no podía jugar con amigos perdió bastante interés. Saldrá, de todas maneras, porque la novedad le puede y porque dice que necesita “correr en libertad”. Veremos lo que le dura la necesidad.
No sabemos a qué hora vamos a salir. Supongo que el oído nos dará la clave. No es plan de que el esperado paseo se convierta en un estrés continuo por tener que evitar niños por el camino. Lo que sí sabemos es hasta dónde podemos ir. Un vecino se encargó de calcularlo y mandárselo a toda la urbanización. Nunca un kilómetro estuvo tan medido.
Este domingo será un día importante para muchos niños, para muchos padres y para muchos vecinos que sin tener niños han aguantado pacientes y comprensivos el sonido de “la vida encerrada entre cuatro paredes”. No será un paseo muy natural porque estará lleno de condiciones y límites pero seguro que nos acostumbramos rápido y lo disfrutamos como si fuera el mejor. Ahora mismo lo es.
A las ocho salimos a aplaudir. Y pienso que los más pequeños que hoy dan palmas como todos los días, esta noche quizá duerman inquietos, porque mañana podrán salir a pasear. Y además, quedará un día menos.