Diario de confinamiento. Día 44

El confinamiento nos ha obligado a reinventarnos y nos seguirá obligando cuando acabe porque nuestra forma de vida no va a ser igual
“Reinventarse”. Esa es una de las palabras que más oigo desde que el confinamiento empezó. Está en boca de todos. En primera persona, segunda o tercera. En singular o en plural. En imperativo, indicativo o subjuntivo. Y en pasado, pero sobre todo, en presente y futuro. El confinamiento nos ha obligado a todos a reinventar la rutina diaria. Hemos reinventado el modo de trabajar, de ir a clase, de hacer deporte, de divertirnos y entretenernos, de relacionarnos…la vida en general. Y lo hemos hecho en cada casa. De la noche a la mañana. No ha quedado más remedio.
De la noche a la mañana se ha reinventado también el mundo de la cultura. Ha surgido el cine en confinamiento, el arte en confinamiento, la música en confinamiento…hemos asistido a conciertos de cantantes y grupos confinados y todo con fines altruistas. Entretener a los demás o recaudar fondos para luchar contra la pandemia. El problema para todos ellos vendrá después, cuando el confinamiento acabe y lo que haya que reinventar sea sobrevivir con teatros, cines, exposiciones y bolsillos vacíos.
Y como ellos miles y miles de pequeños negocios. Los que han podido seguir abiertos ya se han reinventado para sobrevivir. Los que han tenido que cerrar sus puertas están ya haciendo cuentas y buscando formas para salir adelante. Será difícil, o muy difícil, y en ocasiones ni siquiera será porque reinventarse será imposible. Es el otro drama que esta pandemia nos deja.
A las ocho salimos a aplaudir. Entre mis vecinos hay quien se ha reinventado y quien quizá no pueda hacerlo. Hoy aplaudo también por ellos y porque si no pueden mantener sus negocios en pie seamos capaces de reinventar el modo de ayudarles. Mañana quedará un día menos.