Diario de confinamiento. Día 30

Se acaban las vacaciones de Semana Santa pero la vuelta al cole es virtual. Los alumnos vuelven a clase sin moverse de casa y sin saber aún como va a resolverse el curso
Lunes otra vez. El quinto en confinamiento y el último antes de volver a clase. Este martes se les acaba lo bueno a decenas de miles de alumnos en España, y también a mis hijos. Y eso se nota en mi casa. Hoy tocaba hacer esos deberes que teníamos “muuucho tiempo para hacer” y escanear y mandar trabajos. Hoy han empezado a llegar ya algunas de las tareas semanales. Y hoy ha vuelto a mi cabeza la preocupación. Porque no sabemos cómo se va a resolver este curso. Esta semana saldremos de dudas pero creo que, se decida lo que se decida, hay mucha materia que se va a quedar en libros sin abrir y en temas sin explicar. Que este no sea un curso perdido es todo un reto para profesores y alumnos (sin olvidar a los padres) que se va a prolongar durante el próximo año.
Mientras se aclara el camino seguiremos pendientes de los correos, de los mensajes de los profesores, de explicar, de intentar resolver problemas con las mil plataformas y aplicaciones con las que están trabajando, de escanear y de enviar trabajos…de solucionar, en fin, situaciones excepcionales en circunstancias excepcionales.
Claro que todo esto tiene un lado bueno. A estas horas ya estaría pensando en qué comida dejar preparada. Para los mayores que comen en casa. Para mi marido y para mí que nos la llevamos al trabajo. Pensando en poner despertadores otra vez. En ese “venga que llegamos tarde”. En preparar mochilas de entrenamientos. En horarios de recogidas, ya de noche. En estar pendiente del teléfono para saber si el pequeño llega a casa, para saber cómo les ha ido el día… Todo eso se lo ha llevado el confinamiento de un plumazo. Y cuando vuelva, me va a costar adaptarme otra vez.
A las ocho salimos a aplaudir. Y lo hacemos sin la prisa de acostarse pronto porque mañana a las siete hay que estar en pie. Vuelven las clases pero con otra rutina. Una que esperemos que acabe cuanto antes. Y a la que mañana, sin duda, le quedará un día menos.