Diario de confinamiento. Día 27

24.101 sanitarios se han contagiado en España. Ellos son el eslabón más importante de esta cadena y hay que protegerles y cuidarles
“He visto la muerte y la he deseado”, lo decía Vicente esta semana. Un hombre de 96 años que tras 16 días enfermo y 8 ingresado volvía a casa, a cumplir la cuarentena. Y ese hombre que había vuelto a nacer lloraba por la alegría de regresar y por agradecimiento a todos los profesionales que dentro de ese hospital que dejaba atrás le habían cuidado sin importarles si ponían en riesgo su vida.
Hasta hoy, 24.101 sanitarios se han contagiado. 24.101 personas que lamentablemente pasan a engrosar esa interminable lista de positivos. Pero además, son 24.101 efectivos menos para hacer frente al brote. Ellos son el eslabón más importante de esta cadena con la que tratamos de inmovilizar al coronavirus. Y hay que protegerles. Lo demandan ellos desde que esto empezó. Lo demandan sus familias. Y lo demandan los enfermos que saben de lo que hablan.
No les importan las horas que tengan que trabajar. Ni lo que tengan que hacer. Sacrifican su descanso y a sus familias. Saben que esto es ahora o nunca. Y por eso, porque ellos lo dan todo, hay que protegerles. Hay que dotarles de las medidas de protección necesarias. A todos. Y hay que cuidarles. Mientras trabajan y después.
Un amigo me contaba que su hija, una joven enfermera, después de trabajar cada día en un hospital del sur de Madrid debe volver a su casa en la zona norte en tren. Y según qué horario tenga, si lo pierde tiene que esperar una hora hasta el siguiente (por el recorte de Cercanías). “Eso sí, mientras espera, por megafonía le ponen el “Resistiré”, me contaba mi amigo. “Además de las penurias con las que están trabajando, est@s a quiénes ahora llamamos "héroes" están llegando a sus casas, después de su agotadora jornada laboral, una hora y media más tarde de lo que era habitual, tras viajar en unos vagones más llenos de lo aconsejable (sin poder mantener la distancia de seguridad) y con la moral por los suelos. Y lo digo por mi hija y por todo el personal imprescindible que sigue necesitando el transporte público”. Esa era su reflexión y seguramente la de muchos más.
A las ocho salimos a aplaudir. Lo hago con fuerza, como cada día, pero después de hablar con mi amigo, no puedo evitar pensar si además de agradecer a los sanitarios y a todo ese personal imprescindible su esfuerzo podría hacer algo más.