Diario de una reportera con Covid-19 en Tokio

La reportera Sofía González relata cómo está siendo su estancia en un hotel medicalizado de Tokio, tras dar positivo en covid
Hoy debería despertarme el sonido de los pájaros en mi casa del pueblo, el sol entrando por la ventana y el olor a piscina en las sábanas del baño de ayer. Sin embargo, me despierta a las 7 de la mañana una voz robótica ordenándome que me tome la temperatura y me mida el pulso y oxígeno en sangre. Mi nombre es Sofía, paso el Covid-19 en un hotel medicalizado de Tokio y este es mi diario.
Soy reportera y llegué a Tokio el 7 de julio para pasar una cuarentena previa antes de las Olimpiadas. 14 días más tarde, viví la experiencia de mi vida contándole al mundo entero lo que iba sucediendo en los Juegos. Por primera vez en unos JJ. OO. no solo se hablaba de deportes y atletas, sino también de todo lo relacionado con el Covid-19, que azotaba los Juegos como esas olas que tan bien cogía Ítalo Ferreira en la nueva disciplina de Surf Olímpico.
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Amigos y familia me decían que no había de qué preocuparse porque las cifras de contagio en Japón eran mucho más bajas que en España. Pero el Covid-19 tiene eso, que aunque sean pocos los contagiados, si tienes la mala suerte de cruzarte con uno por la calle, estás perdido.

Los Juegos Olímpicos terminaron el 8 de agosto. Ese día nos hicimos la primera prueba PCR necesaria para volver a casa y uno de mis compañeros ya dio positivo. Yo, sin embargo, di negativo, pero ya sentía un leve picor en la garganta. En la prueba del 9 de agosto era positiva en Covid-19. Aunque en tiempos de pandemia todo el mundo quiere ser negativo, yo siempre he sido positiva, por lo que no me importaba quedarme más tiempo en Tokio mientras no pasase por síntomas graves.
El 10 de agosto me comunicaron el contagio a las ocho de la tarde. Una furgoneta vendría a hacerme otra prueba para confirmar el resultado y a hablar conmigo durante la tarde, pero no sabían cuándo. En Japón las PCR se hacen depositando tu saliva en un tubo, por lo que no puedes ni beber ni comer media hora antes de hacértela. No sabía si quiera si podía beber agua. Cuando horas más tarde insistí sobre la llegada de la furgoneta, me dijeron que llegaría al día siguiente.
Un doctor me explicó que estaban saturados, que habían salido muchos contagios en los últimos días y que los hoteles estaban llenos
La furgoneta llegó a las ocho de la mañana del 11 de agosto. Me hicieron una PCR y, después de hablar con un doctor por videollamada, me informaron de que en media hora tendrían mi resultado: positiva. Al mismo tiempo, el médico me explicó que estaban saturados porque habían salido muchos contagios en los últimos días y los hoteles estaban llenos.
A las 12:30 me recogieron para llevarme a un hotel medicalizado con régimen de dietas proporcionado por el Gobierno de Japón. Mis contactos cercanos dieron negativos, por lo que no necesitaron cuarentena y se les permitió abandonar el país.
Media hora más tarde, llegué a mi hotel. Con la llave me dieron un termómetro y un pulsioxímetro. En la primera llamada me informaron de que las órdenes se transmitían por megafonía y de que los doctores nos llamaban por teléfono. Dos días más tarde, que parecen cuatro, puedo asegurar que todo recuerda a una película de ciencia ficción.
A veces te cruzas con otros huéspedes en la recepción, pero nos evitamos unos a otros como si pudiésemos contagiarnos de la cepa que tiene el de al lado
Por las mañanas, un altavoz en el techo nos despierta a las 7.00 de la mañana para que nos tomemos la temperatura. A las 7.30 llama la doctora para preguntar qué tal hemos dormido. Ayer le dije que bien, hasta que me despertaron de madrugada.
Para recoger las comidas hay que bajar a recepción. A las 8.00 el altavoz anuncia que el desayuno está listo, a las 8.50 que está a punto de acabar y a las 9.00 que ha terminado. En este hotel no te dejan dormir.
Cuando bajas a recepción, no hay nadie. Los voluntarios nos observan desde una ventana y las puertas de salida del hotel están bloqueadas. Hoy una voluntaria tenía un mensaje luminoso en el móvil y me ha pedido que me acercase. En la pantalla decía “Have a nice day” ("Tenga un buen día"). Parecía encantada de saludarme. A veces te cruzas con otros huéspedes en la recepción, pero nos evitamos unos a otros como si pudiésemos contagiarnos de la cepa que tiene el de al lado.
Para nuestra vuelta nos harán un certificado en el que se especificará que somos pacientes de Covid-19 no contagiosos post-cuarentena
Los doctores son voluntarios de diferentes países. Me llaman y se preocupan, me dicen que me tome la temperatura y el oxígeno en sangre y me hacen preguntas (entre ellas, que si veo cosas que los demás no ven). Se comunican conmigo al menos cuatro veces al día. Hoy me han visto presencialmente y me han auscultado. Mis síntomas son presión en el pecho y tos. Me dicen que en 10 días me podré ir si estoy bien.
Para nuestra vuelta no nos repiten la prueba PCR porque dentro de 10 días seguiremos dando positivo, pero ya no contagiaremos, por lo que nos harán un certificado en el que se especificará que somos pacientes de Covid-19 no contagiosos post-cuarentena. Con ese documento podré volar.
Mi nueva fecha de vuelta es el día 20 de agosto y marco todos los días con palitos en un cuaderno porque me siento presa en una cárcel. España déjame entrar porque tengo muchas ganas de tu sol, tu gente y tu gastronomía.