La emoción de Laura tras vacunar a su propio abuelo: “Hacía mucho que no estábamos tan cerca”


La casualidad ha querido que Laura, una enfermera de 23 años, haya sido la encargada de vacunar a su propio abuelo, de 89, en un centro de salud de Sevilla
Hace meses que no se ven por el miedo de la joven, que trabaja en primera línea, a contagiarlo
Esta es la historia de una foto histórica para sus protagonistas y simbólica para la sociedad. En una silla, sentado, Isidoro, de 89 años. Administrándole una vacuna, Laura, una enfermera que sonríe al objetivo, a pesar de la mascarilla. Nada fuera de lo común, en pleno proceso de vacunación contra el coronavirus, si no fuera por la bonita casualidad que une a estas dos personas: Isidoro y Laura son abuelo y nieta.
Hace apenas tres semanas que esta sanitaria, de 23 años, pone vacunas contra la covid en el centro de salud de Mairena del Aljarafe (Sevilla). Cada día, pasan por aquí unas doscientas personas para ser inoculadas y, entre ellas, su propio abuelo. Ninguno de los dos ha podido contener la emoción de vivir, juntos, este momento tan deseado.
“Se nos saltaron las lágrimas a todos. No vamos a olvidar este día”, nos cuenta Laura, que asegura que hacía meses que no estaba tan cerca de él como lo ha podido estar mientras le administraba la dosis. “Como me duela, te enteras”, dice Isidoro al ver la aguja. Pero su nieta pone tanto esmero en el pinchazo que el hombre apenas lo nota.
Para él, dice, es una alegría recibir la vacuna. Y quién mejor que su nieta para llevarlo a cabo. Tan a gusto ha estado Isidoro que hubiera echado allí más tiempo. “Le hemos tenido que decir que se marchara porque había mucha gente esperando”, cuenta, divertida, Laura.
Y así, “hecho un pincel”, Isidoro se va del centro de salud con su primera dosis puesta. Ni dolor, ni reacción. Volverá el 12 de marzo a por la segunda. Mientras, seguirá con su rutina: levantarse al amanecer e irse a trabajar al huerto donde cultiva verduras para toda la familia. “Y no toma ni una pastilla”, cuenta, orgullosa, su nieta.
La joven, que se ha incorporado al mercado laboral en septiembre, en plena pandemia, reconoce que ha tenido miedo por su abuelo. “Lo hemos pasado muy mal porque él vive solo, le dejábamos la comida en la puerta y siempre hemos temido que pudiera contagiarse”, reconoce. Hace meses que no lo ve. “No quiero arriesgarme”, insiste.
Antes del centro de salud, Laura ha pasado una temporada en la planta covid de un hospital. Han sido momentos difíciles. “En la carrera no te preparan para esto”, reflexiona. Y, por eso, este momento era tan especial para ella. La que lo inmortalizó, por cierto, es la hija de Isidoro y madre de Laura que, al otro lado de la cámara presenciaba la escena emocionada. El orgullo de ver, por fin, al abuelo Isidoro vacunado y de manos de su hija, a la que la vocación ha llevado a luchar en primera línea de la batalla.