Trombos, ictus, pérdida de olfato, niños con dolor de tripa: las complicaciones tardías del coronavirus

Los expertos detectan coágulos en los días posteriores a una infección por el nuevo coronavirus
Los neurólogos alertan de un aumento de ictus en personas afectadas por COVID-19
Los primeros informes, a principios de enero, hablaban de neumonía. Luego pasó a ser considerada una enfermedad respiratoria que afectaba a muchos órganos de este aparato, aunque principalmente seguía atacando a los pulmones. Y cuanto más se sabe del SARS-CoV-2 más aumenta el listado de síntomas y complicaciones asociadas.
La variedad de afectación es tan amplia que es complicado acotar una tipología de síntomas, porque algunos son muy leves, como la pérdida de olfato o gusto; otros son muy llamativos como las ronchas en la piel; otros cuantos son graves, como los trombos o los ictus que aparecen después de haber superado la COVID-19, y hay casos que han generado mucha alarma social pero que no representan un porcentaje apenas significativo de afectados, como los shocks en niños. El ministerio de Sanidad reconoce oficialmente los siguientes síntomas en fases tempranas de COVID-19:
- Tos.
- Fiebre.
- Sensación de falta de aire.
- Pérdida o disminución del gusto y/o del olfato.
- Diarrea y/o vómitos.
- Escalofríos.
- Dolor de garganta.
- Dolor de cabeza.
- Debilidad general.
Pero la experiencia clínica, es decir, el tratamiento a los infectados por SARS-CoV-2, lleva a los médicos a ampliar estos síntomas y analizar la prevalencia de afectaciones neurológicas y circulatorias. Y parecen ser estas últimas las que inclinan a los expertos a pensar que el nuevo coronavirus es más un patógeno circulatorio que respiratorio.
Trombosis
"Estamos viendo que existe riesgo aumentado de trombosis en los pacientes con COVID-19", afirma Anabelle Chinea, hematóloga del hospital Ramón y Cajal de Madrid. Tras dos meses en primera línea tratando pacientes con coronavirus, esta experta explica que las "manifestaciones cutáneas son habituales en los virus, y los casos pediátricos son muy escasos como para sacar conclusiones que los relacionen con la COVID, pero sí que parece que se pueden asociar los problemas circulatorios con este nuevo patógeno".
La inflamación y la trombosis van muy juntas. Un paciente con mucha inflamación tiene más riesgo de padecer una trombosis", explica Francisco Marín, de la Sociedad Española de Cardiología
Lo corrobora el doctor Francisco Marín, de la Sociedad Española de Cardiología, que afirma que "la inflamación y la trombosis van muy juntas, son síntomas que suelen aparecer de la mano. Un paciente con mucha inflamación tiene más riesgo de padecer una trombosis", explica. Y a eso se añade que la inmovilidad -a la que se ven obligados los pacientes con neumonías por coronavirus, y más aún los intubados- también favorece que aparezcan trombosis. Así que sí, se está apreciando un riesgo asociado de padecer trombosis en los enfermos de COVID-19 por dos razones:
- la inflamación provoca trombos
- la inmovilidad favorece los trombos
El problema es que los trombos han empezado a aparecer cuando el paciente ya ha superado la fase más grave y está en casa terminando de recuperarse. José Manuel Ramos Rincón, coordinador del grupo de enfermedades infecciosas de la Sociedad Española de Medicina Interna, explica que son complicaciones que "aparecen cuando mejoras de la infección. Te estás recuperando y de repente tienes esto. Es porque el virus puede potenciar la coagulación".
Los trombos aparecen cuando has mejorado y ya estás en tu casa, recuperándote. Es porque en la fase aguda se administran anticoagulantes y al retirarlos sobrevienen los coágulos, explica el internista Jose Manuel Ramos Rincón
Ramos Rincón aclara que esas coagulaciones pueden producirse en cualquier momento de la infección, pero que en la fase aguda, por el riesgo de trombosis asociado a la inmovilización, se administran anticoagulantes. "Esa heparina se les retira cuando superan la fase aguda y entonces es cuando aparecen los trombos", añade el experto en medicina interna
¿Por qué el SARS-CoV-2 ataca a los pulmones?
¿Y por qué el SARS-CoV-2 ataca sobre todo a los pulmones? Las razones aún no están estudiadas del todo, pero hay al menos dos circunstancias que podrían explicarlo:
- Es un virus que afecta al sistema circulatorio. Explica esta opción el cardiólogo Marín con una secuencia de hechos que se están comprobando en el tratamiento de los enfermos del nuevo coronavirus:
- El patógeno infecta el cuerpo y en algunos pacientes el sistema inmunológico sobre-reacciona.
- Esta reacción exagerada del aparato defensivo de nuestro organismo inflama, entre otras cosas, el endotelio. "El endotelio es como la piel de los vasos sanguíneos: tiene capacidad anticoagulante, antinflamatoria, ayuda a dilatar las arterias… pero el endotelio dañado no tiene capacidades y no protege a los vasos. Así que el endotelio se inflama y sufre daños", explica Marín.
- Los pulmones son uno de los órganos con más vasos sanguíneos del cuerpo, y, por lo tanto, sufren más que otros. En muchos casos, la tremenda inflamación ha impedido que se diagnostiquen las trombosis pulmonares, porque han sido invisibles incluso con un TAC.
- Es un virus diseñado para atacar un tipo de células más presentes en los pulmones. José Manuel Ramos Rincón, coordinador del grupo de enfermedades infecciosas de la Sociedad Española de Medicina Interna, ahonda en la composición química del SARS-CoV-2: "la proteína de su exterior -la forma de corona que recubre al virus- está diseñada para atacar a un tipo de células que son muy numerosas en los pulmones", dice. En otras palabras, que el nuevo coronavirus tiene una llave para infectar el cuerpo, y busca las cerraduras que encajen con esa llave, que son unas partes de las células más numerosas en los pulmones que en otros órganos.
El nuevo coronavirus tiene una llave para infectar el cuerpo, y busca las cerraduras que encajen con esa llave, que son unas partes de las células más numerosas en los pulmones que en otros órganos
Daños neurológicos
Directamente relacionado con las trombosis y los problemas circulatorios podría estar el aumento de ictus y daños neurológicos que están detectando las sociedades médicas desde que ha empezado la epidemia de coronavirus.
Es muy llamativa la pérdida de olfato y/o gusto, que describen muchos pacientes considerados casos sospechosos de coronavirus. Podría ser, según los últimos estudios, la variante más leve de la COVID-19. Y sí, es un daño neurológico, porque se produce una desconexión entre el órgano del olfato o del gusto y el receptor de este sentido en el cerebro. Lo que queda por saber es cómo ataca el coronavirus a este receptor neurológico.
La pérdida de olfato es una complicación neurológica de la COVID-19 que puede permanecer hasta un mes después de haber contraído el virus
Lucía Zumárraga, presidenta de la Asociación Madrileña de Neuropsicología, indica que el primer estudio sobre los problemas cerebrales que produce la COVID-19 se hizo en Wuhan: "el 36% de los pacientes tenia afectaciones neurológicas".
Pero lo que más preocupa a los neurólogos son los ictus, que sufren dos de cada diez enfermos de COVID-19. Los porcentajes de personas con afectaciones neurológicas no son escasos. De los infectados por el nuevo coronavirus:
- el 28 % sufrió confusión ligera/moderada
- el 22,8% sufrió un infarto cerebral
- el 19,6% anosmia (pérdida de olfato)
- el 14% cefaleas
- epilepsia el 16%
- encefalopatía grave/coma el 7,6%.
El problema, según se está comprobando, es que el virus cursa con una reacción sistémica hiperinflamatoria grave. Es decir, se producen inflamaciones en todo el cuerpo. La cuestión es que, como anteriores coronavirus, esta reacción del cuerpo puede provocar daños en el sistema nervioso central y provocar daños neurológicos que tengan secuelas irreversibles.
Niños: dolores abdominales y casos graves
No están tan de acuerdo los expertos en la afectación de los niños. En que la mayoría pasan un coronavirus leve o incluso asintomáticos sí, pero en los que precisan hospitalización son muchas las voces que discrepan de las alertas de la Asociación Española de Pediatría, que avisó sobre un incremento de casos graves del nuevo coronavirus en niños. En un documento interno pedía a sus asociados que derivaran al hospital a niños con dolores abdominales porque podían "empeorar hasta precisar ingreso en UCI en pocas horas".
Ya entonces se aclaró que esa afirmación se había hecho en un documento interno para profesionales, no para la población general, y que los casos graves de menores de 14 años con COVID-19 eran muy escasos. "Es algo muy muy infrecuente, muy raro. No hay que preocuparse", insiste Jesús López- Herce, jefe de Cuidados Intensivos Pediátricos del hospital Gregorio Marañón de Madrid.
"Lo que pasa es que cuando ocurre algo que no es habitual los médicos tenemos que comunicarlo, para que otros compañeros puedan diagnosticar. Es sólo porque al ser tan raro nos avisamos, porque a muy pocos médicos se nos va a ocurrir que estos síntomas pueden estar relacionados con la COVID-19", explica López-Herce.
Los expertos piden que no se lleve al niño a urgencias por un dolor de tripa normal, o una diarrea leve de pocos días. Solamente habría que empezar a preocuparse si el menor tiene un dolor muy fuerte, un malestar y decaimiento muy acusado o dolor en la zona del apéndice.