La odisea de una enfermera valenciana tras conseguir trabajo en Mallorca en pleno estado de alarma

"No podía renunciar a un trabajo de un año de duración"
“Aunque podamos sentarnos en una terraza, esto no ha pasado”
Paula empezó a trabajar en el Hospital Clínico de Valencia a principios de marzo, cuando el coronavirus aún no había confinado a toda la población en sus casas. “Me dedicaba a hacer las primeras muestras a domicilio”, nos cuenta. Mientras el coronavirus avanzaba y la pandemia se extendía por toda España le surgió una oportunidad fuera de las fronteras valencianas. En Mallorca le ofrecían un contrato durante un año. “No podía rechazarlo, porque cuando esto pase, en Valencia me quedaba sin nada”, lamenta Paula. “Cuando acabas la carrera vas haciendo contratos precarios, Mallorca me ofrecía una buena oportunidad”.
En medio de la alegría por haber conseguido trabajo para los próximos 12 meses llegó el estado de alarma. “Me cancelaron el vuelo y el hotel que había reservado hasta conseguir un piso”, afirma Paula. Empezó entonces una carrera contra reloj para conseguir llegar hasta la capital balear. La empresa le hizo un salvoconducto para poder viajar en un ferri de servicios mínimos. “Embarqué con mi coche rumbo a Mallorca, sin tener dónde dormir”, reconoce. Tenía algunos pisos en la agenda para visitar ese mismo día, una vez allí apenas tuvo 12 horas para poder decidirse. “No fue fácil porque en la mayoría de pisos que llamaba no me aceptaban por la situación de emergencia que había”, lamenta.
Finalmente se decantó por un piso donde vivían dos enfermeros más y una periodista. “Empecé a trabajar al día siguiente prácticamente sin casi haberme instalado”. A la semana de estar en la isla su compañero de piso dio positivo en Covid-19. “Me dieron la baja y nos confinamos los cuatro por si también estábamos contagiados”.
Los días siguientes tuvieron que extremar las precauciones en el piso con abundante limpieza y paciencia. A la semana siguiente su compañero ya dio negativo y ninguno más tenía síntomas. Pidió la prueba pero a la falta de PCR y test rápidos se sumaba la situación excepcional de Paula. “Al no estar empadronada todavía no tenía médico asignado ni cobertura”. Con todos sus compañeros ya trabajando, la valenciana tuvo que estar los 14 días en casa sin salir.
En un mes Paula ha cambiado de ciudad, de trabajo y ha convivido con un positivo de Covid. “Ha sido todo muy surrealista”, bromea. Ahora que ya puede tener una vida relativamente normal, dentro de las circunstancias, reconoce que la gente no es consciente de la realidad. “Vemos mucho grupo de gente en la calle, no se lo toman en serio”, lamenta. Paula insta a la gente a que no se confíe por el mero hecho de que ya podamos salir a la calle. “Aunque podamos sentarnos en una terraza, esto no ha pasado”, asegura.
Junto a sus compañeros de piso va conociendo poco a poco la ciudad. “Salgo a pasear algún día manteniendo todas las medidas necesarias”, asegura Paula.