Poner filtros HEPA en las aulas para purificar el aire "es la última solución", según especialistas en sanidad ambiental

Es uno de los temas más comentados en los colegios, institutos y universidades ahora que empieza a hacer frío: cómo conseguir que el aire esté limpio sin que alumnos y profesores se congelen. En muchos centros han comprado unos aparatos llamados filtros HEPA. Los filtros HEPA son los sistemas de renovación de aire que llevan, por ejemplo, los aviones. Absorben el aire viciado, lo purifican, y vuelven a expulsar aire limpio. Parece la panacea pero los expertos dicen que ponerlos en las clases es "una locura".

Ha abierto la veda del debate público el vicenconsejero de Salud Pública de la Comunidad de Madrid, Antonio Zapatero. Médico preventivista de profesión, este viernes ha desaconsejado el uso de estos dispositivos en las aulas. Y José Mª Ordoñez Iriarte, portavoz Sociedad Española de Sanidad Ambiental y Sociedad Española de Salud Pública, es aún más contundente: "Me parece una locura, no son necesarios e incluso pueden dar falsa seguridad y evitar que se haga lo verdaderamente importante: ventilar", se explaya.

Ordóñez Iriarte ha asesorado tanto a la Comunidad de Madrid como al Ministerio de Sanidad sobre la propagación del SARS-CoV-2 en espacios cerrados, en interiores. Y sobre el papel de los aerosoles en el contagio, tiene clara una cosa: que sí, pueden portar el virus, pero sólo en sitios cerrados con una alta concentración de personas. "La literatura científica sigue acreditando como principal fuente de contagio las gotículas gruesas de saliva, que se propagan pocos metros y pueden contagiar si no llevamos mascarilla y no guardamos la distancia de seguridad", explica. Por eso asevera que hay tres normas básicas que cumplir antes que instalar filtros HEPA:

Es decir, que los espacios cerrados tienen que mantener un aforo reducido, que las personas que estén en ese lugar lleven mascarilla y que haya ventilación natural: abrir las ventanas.

Pero la pregunta es obvia: ¿qué hacemos en invierno? Ordóñez Iriarte lo tiene claro: "abrir ventanas y puertas durante 10 minutos cada 50 minutos basta si llevamos mascarillas y se mantiene al aforo establecido en los protocolos covid". Y esa pérdida de temperatura que se produce se recupera en el cuarto de hora posterior al cierre de las ventanas. En definitiva, que los alumnos se abriguen mientras están las ventanas abiertas, y al poco rato podrán quitarse las prendas de abrigo.

"¿Hace falta algo adicional como un filtro HEPA? Rotundamente no", insiste este experto. Antonio Zapatero, viceconsejero de Salud Pública de la Comunidad de Madrid, ha llegado a desaconsejar los dispositivos portátiles, "tanto el Ministerio de Sanidad como el de Consumo recomiendan su uso en lugares donde no pueda haber ventilación natural, sola y exclusivamente cuando no haya buena ventilación". Y ha insistido en que pueden llegar a ser contraproducentes: "Se ha verificado la utilidad de los dispositivos instalados con obra, en conductos de ventilación etc. Los portátiles que se están instalando en algunas aulas no han verificado su utilidad, y son difíciles de usar. Deben ser el último recurso", ha zanjado.

Y Ordóñez Iriarte lo explica: "Son útiles en centros sociosanitarios o sanitarios, porque allí hay gente muy vulnerable, con la que hay que tomar todas las medidas de protección posibles. En un aula son chavales sanos, con un aforo controlado, y no necesitan esos filtros".

Lo que sí recomienda la Consejería de Sanidad es instalar medidores de CO2, porque consideran que es una manera de alertar a los profesores de cuándo hay que ventilar. Los medidores de CO2 evalúan la calidad del aire por la concentración de CO2 que hay en ese espacio.

"En los espacios que suelen ser utilizados durante una hora o más por grupos de personas, como las aulas, salas de reuniones o restaurantes, Sanidad aconseja realizar una medición de los niveles de CO2 o instalar sensores en las zonas ocupadas para que avisen de una posible ventilación insuficiente en las instancias del edificio", afirman desde la sanidad madrileña. Es decir, dispositivos que alerten de la necesidad de ventilar.

Ordóñez Iriarte apela "al sentido común" para saber cuándo hay que ventilar un aula, pero no ve con malos ojos la instalación de este tipo de indicadores cuando se tengan dudas.