De heroína a apestada: la carta de una sanitaria repudiada por una comunidad de vecinos


Una auxiliar de enfermería de Cádiz con síntomas de coronavirus se aísla en un piso vacío cedido por un familiar y se encuentra con el rechazo vecinal
No salió de casa en los días que duró la reclusión: “subí por las escaleras sin tocar absolutamente nada y me encerré”, cuenta a NIUS
Denuncia la hipocresía del vecindario, que luego salía a aplaudir a la ventana: “pusieron como los trapos a mi cuñada por dejarme el piso”
Empezó a notar cansancio, tos seca y falta de aire. Por eso, al trabajar como auxiliar de enfermería en un hospital y al haber estado en contacto con pacientes y compañeros afectados por coronavirus, decidió aislarse. Le hicieron un test que dio negativo pero, por precaución, le recomendaron encerrarse en casa durante unos días. “Cabía la posibilidad de que fuera un falso negativo”, explica a NIUS María Rodríguez, la protagonista de esta historia y sanitaria en el Hospital Virgen del Camino de Cádiz.
Para no poner en riesgo a su familia, entre ellos a su hijo de quince meses del que nunca antes se había separado, decidió trasladarse a un piso vacío. Su cuñada se lo había cedido y le parecía que era la mejor opción para pasar sus días de reclusión. “Entré en el edificio con mascarilla y guantes. Fui con mi marido. Él me abrió la puerta del portal, subí por las escaleras sin tocar absolutamente nada y me encerré”, cuenta. Durante los siete días que permaneció allí, no salió de casa. Se alimentaba con la comida que su marido le dejaba cada dos días sobre el felpudo. “Llamaba al timbre, dejaba un rato para que se fuera, y cogía las bolsas que me dejaba”, asegura.
El problema llegó cuando sus vecinos se enteraron de que había un posible caso positivo por coronavirus en el edificio. “Lo que hicieron fue increpar, amenazar con denunciar y poner como los trapos a mi cuñada por dejarme la casa en audios de WhatsApp”, asegura María. “Le decían “no te denuncio porque eres mi vecina”, “no la quieres tú, no la quiere ni su madre y ahora la metes en mi edificio, qué poca vergüenza”… Yo me sentí muy mal por mi cuñada y lloré lo más grande. Era una mezcla de rabia y tristeza”, asegura. Solo una vecina, casualmente una octogenaria, le mostró por teléfono su apoyo.
Una carta escrita en una red social da la vuelta al mundo
A María todavía se le quiebra la voz contando lo mal que lo pasó durante esa semana de aislamiento en la que sintió el rechazo del bloque de vecinos. Destrozada por lo que estaba sucediendo, decidió contarlo en las redes sociales. Su carta de desahogo está dando la vuelta al país, con miles de compartidos y cientos de comentarios de apoyo. “Yo no esperaba que tuviera esta trascendencia. Me están escribiendo hasta de Sudamérica para darme ánimos”, explica María.
Una segunda prueba confirmó que no estaba infectada. Que lo que tenía era, simplemente, un constipado. Por eso, María ya se encuentra, de nuevo, en la primera línea de batalla en el hospital de Sanlúcar de Barrameda en el que trabaja. Sigue lamentándose de la hipocresía de ese vecindario que luego, cada día, sale a aplaudir a sanitarios que, como ella, se dejan la piel en los hospitales.